Toneladas de toallitas inutilizan dos máquinas de bombeo y ponen en jaque la red de saneamiento

La estación de Echegaray y Caballero funciona a medio gas y este mes se cerrará para limpiarla

Ecociudad lleva tiempo pidiendo a la población que no arroje las toallitas usadas al inodoro por los atascos que generan en la red de tratamiento. Tras el grave reventón de un digestor en la depuradora de La Almozara, el Ayuntamiento lanzará de nuevo campañas de concienciación. Sobre estas líneas, imagen de un video emitido por el Ayuntamiento con restos de fibras en la red de saneamiento de la ciudad.
Toneladas de toallitas inutilizan dos máquinas de bombeo y ponen en jaque la red de saneamiento
Ecociudad

Cuando a las 21.00 del pasado día 25 reventó el digestor principal de la depuradora de La Almozara, sus trabajadores –alguno de los cuales vieron muy de cerca la ola de fango que se desparramó por la planta– tuvieron claro desde el primer momento la causa del siniestro. La acumulación de restos fibrosos de toallitas desechables y la falta de mantenimiento en una máquina de 29 años de vida útil habían creado un tapón que provocó la avería. Los técnicos de Ecociudad, la sociedad municipal encargada del tratamiento de las aguas en Zaragoza, y cualquier persona vinculada al sector, señalan a este tipo de artículos de higiene como el principal enemigo de las redes de saneamiento de la capital aragonesa.

Tanto es así que el suceso en el depósito de fangos de 3.850 metros cúbicos de capacidad fue "un problema puntual" en comparación con las afecciones al conjunto de las instalaciones, según asegura José Ignacio Castrillo, director técnico de Ecociudad. De hecho, "donde más problemas se están registrando es en las estaciones de bombeo, donde se le da cota al agua para que pueda llegar a las depuradoras", explica.

En especial, los restos de fibras están dañando las instalaciones del paseo de Echegaray y Caballero, junto al puente de La Almozara, donde dos de sus cuatro bombas llevan seis meses inutilizadas por los atascos que generan las toallitas higiénicas que se arrojan por el váter. "Ahora en febrero pararemos el bombeo para limpiarlas, es una estación de los años 60 y no cuenta con sistemas para hacer frente a las toallitas", reconoce Castrillo.

Estas máquinas dan servicio a la población de La Almozara, unas 25.000 personas. El otro punto sensible es el gran bombeo del Vado, que afecta a toda la margen izquierda. En este caso, el agua se impulsa por debajo del río Ebro hasta la depuradora de La Cartuja, y sus máquinas sí que cuentan con sistemas de filtrado de fibras, aunque no capturan el 100% del residuo que reciben y "ahí no pueden entrar los equipos de limpieza", apunta el técnico.

Desde Ecociudad están buscando soluciones al problema, aunque no son fáciles. Los colectores pequeños se limpian una vez al año como mínimo, y dos los más sucios, pero "si los hábitos ciudadanos siguen así, habrá que hacerlo más", asume Castrillo. Además, se van a realizar estudios para conocer la cantidad de toallitas que se arrojan a la red de saneamiento. Solo en una limpieza del bombeo de Echegaray se han sacado 70 toneladas de residuos sólidos, la mayoría de estos artículos, pero también de bastoncillos y compresas. Según los técnicos, los episodios de lluvias y tormentas son los más peligrosos para la red, ya que arrastran de una vez todo este material generando importantes atascos.

Un monstruo en las tuberías

Los sistemas de control consiguen retirar el 95% de las toallitas si llegan enteras. El problema radica cuando se han deshilachado en contacto con el agua. Entonces se apelmazan con otras y crean auténticos monstruos en las tuberías. El Ayuntamiento de Zaragoza ya estudia cómo detectar si se ha generado una de estas bolas en algún punto de la red municipal de saneamiento, como ya ha ocurrido en otras grandes urbes.

En San Sebastián, un colector de la red de saneamiento de la ciudad acabó inutilizado por un tapón de estos residuos del tamaño de seis coches. Algo similar ocurrió en Ibiza, donde las fibras acabaron contaminando la playa. El Consistorio de Valladolid informó esta semana que al día retira más de 4.000 kilos de toallitas de sus depuradoras. Desde Ecociudad recuerdan que atajar este problema creado por los ciudadanos y por los mensajes engañosos de las marcas de toallitas obligará a "importantes costes" en los próximos años.

"Ninguna" se puede arrojar por el váter

El uso de toallitas higiénicas en el baño se ha popularizado en los últimos años. Sin embargo, esta práctica no ha ido acompañada de información clara y adecuada sobre cómo se debe actuar con ellas. Es más, ha ocurrido todo lo contrario. Las marcas que las comercializan se han afanado en destacar que su producto debe arrojarse al inodoro, algo que rechaza el Ministerio de Medio Ambiente.

"Las toallitas de celulosa usadas irán siempre al cubo de la basura. A pesar de que algunos fabricantes publiciten su producto como ‘toallitas de WC’, no deben arrojarse nunca al inodoro, sean del tipo que sean (para bebés, WC, desmaquillantes, limpiadoras...)", refleja en su web. "El motivo –continúa­– es que producen atascos en los desagües y arquetas y dañan los sistemas de alcantarillado, colectores y depuradoras".

Un informe de la Organización de Consumidores y Usuarios denuncia que después de analizar 19 toallitas húmedas, "ninguna de ellas resultó ser ni desechable ni biodegradable, ni siquiera aquellas quince que se anuncian como tales". De hecho, tras simular su uso y después de dos días sumergidas en agua, "agitándolas constantemente, su porcentaje de desintegración no llega al 40% en el mejor de los casos, frente al 95% del papel higiénico", aseguran.

El daño en los ríos

Paco Iturbe, de Ecologistas en Acción en Aragón, apunta que "parte de la culpa es de los ciudadanos y parte de la industria que las comercializa", y recuerda que también afectan a los sistemas de saneamiento los bastoncillos de los oídos. "El inodoro no es una papelera, y el fregadero tampoco", señala en referencia al vertido de aceites caseros por este conducto, lo que supone "una contaminación directa de los ríos, donde la fauna se ve muy afectada".

En cualquier caso, Iturbe advierte del "escaso mantenimiento" que a su juicio está realizando el Ayuntamiento de Zaragoza en su red de saneamiento. "Tanto en La Almozara como en La Cartuja deja mucho que desear", critica.

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