¿Qué secretos esconde el edificio de Correos?

Antes de la expansión de la ciudad, este edificio se ubicaba en la calle del Refugio, junto a Don Jaime I.

Del zaragozano paseo de la Independencia a donde se quiera. En los porches impares de dicha vía hay dos leones cuyas abiertas bocas, que hacen las veces de buzón, pueden conectar con todo el mundo, por ejemplo, con los Reyes Magos o con un amor lejano. Al otro lado, las cartas rebosan en unas cajas amarillas. Se trata del edificio de Correos de la capital aragonesa.

A principios del siglo XIX se ubicaba entre las calles Refugio, Don Jaime I y San Jorge, pero con la expansión de la ciudad, el arquitecto madrileño Antonio Rubio y Marín proyectó este edificio en la actual localización hace 100 años, sin embargo, no se inauguró hasta 1926. Aunque la característica fachada se haya mantenido con sus influencias mudéjares y medievales, el interior experimentó una reforma en la década de los años ochenta.

Tras subir por la escalera principal se descubre un amplio espacio con un reloj en el centro, sobre el que una vidriera de colores tiñe el sol a su paso. Una escalera de madera y adornada al detalle, que está catalogada, da acceso a la galería de la segunda planta, lo que en un inicio fuesen las viviendas de algunos trabajadores de Correos y de Telégrafos.

Las necesidades actuales han dejado los telégrafos solo en el recuerdo de los nostálgicos, los carteros ya no tienen el mismo lugar que antes en este edificio, que, a pesar de ser muy visitado, se conoce poco.

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