Manuel Peiró: "El Monasterio de Piedra genera mucho empleo en Nuévalos"

Su familia regresó al pueblo de origen de su padre hace dos décadas. A sus 39 años, afronta su tercera legislatura como alcalde por el PSOE. Es contable en el cercano Parque Natural.

El alcalde de Nuévalos, Manuel Peiró, en la plaza del Ayuntamiento.
El alcalde de Nuévalos, Manuel Peiró, en la plaza del Ayuntamiento.
Macipe

¿Fue difícil lanzarse a la política local en Nuévalos?

El ambiente en el pueblo estaba muy revuelto. El anterior alcalde, Manuel Esplugas, estuvo más de 20 años, y en ese tiempo se generó una división entre los vecinos y había mucha tensión: todos los plenos se hacían con la Guardia Civil, se analizaba todo al milímetro. Hasta que un día, unos cuantos jóvenes, y sin relación con el Ayuntamiento, hablamos de que alguien tenía que proponer una alternativa. Le comentamos a Esplugas la posibilidad de dar una renovación a la lista, vieron que era buena idea y en las elecciones de 2007 nos presentamos.

¿La situación ha mejorado?

Entramos para trabajar por el pueblo y cortar la tensión. Llevamos tres legislaturas y cada vez vamos a más, señal de que estamos haciendo las cosas bien.

¿Qué es lo más positivo?

En general es un trabajo bastante ingrato. Pero siempre queda la satisfacción de ver que en tu pueblo se están haciendo cosas. Además del agradecimiento de mucha gente por lo que haces. Son cosas que te llenan.

¿Y lo negativo?

Tienes que estar disponible casi las 24 horas del día, hasta para asuntos que no te corresponde intervenir a ti. Mucha gente recurre a la figura del alcalde para intentar solucionar rencillas personales y esa no es una labor que nos corresponda a nosotros.

Es también consejero comarcal. ¿Cómo valora el papel de esta institución?

Está bien, nos da una serie de servicios que cuestan un dinero, pero que muchas veces no se valoran o no se ven por parte de los vecinos. Quizá solo ven que van a gimnasia, pero no se dan cuenta de que hay más actividades para los jóvenes o la labor de la trabajadora social. También en la recogida de envases ligeros o el punto limpio, que son servicios que si los quisiéramos llevar a cabo, que tarde o temprano puede que nos obligaran a hacer, cuestan un dinero. Hay un montón de servicios que la gente no sabe quién los presta y que nos descargan de un coste al Ayuntamiento.

¿Cómo ve el problema de la despoblación?

En el colegio hay 32 niños, más los jóvenes que van a estudiar a Ateca. No es algo que nos afecte mucho, porque tenemos suerte de tener puestos de trabajo en el pueblo gracias al monasterio de Piedra, al turismo que se genera alrededor y a los balnearios de la zona. Hay mano de obra y venir al pueblo se ha convertido en una alternativa para muchas personas que antes se iban a las grandes ciudades a buscar trabajo. Saben que en temporada baja tienen que ir al paro, pero que desde Semana Santa hasta casi final de año van a enganchar otra vez.

El Monasterio de Piedra celebra su 800 aniversario.

Es un motor para el pueblo. Aquí en Nuévalos cuando hace 60 años se construyó el pantano, al pueblo se le hizo bastante daño. Mucha gente tuvo que emigrar y buscarse la vida. Entonces había 1.000 habitantes (hoy son 332 vecinos).

¿El monasterio da vida al pueblo?

Directamente genera muchos puestos de trabajo e indirectamente también empleo en bares, restaurantes y hoteles de alrededor. Casi todas las familias del pueblo tienen a alguien trabajando en hostelería.

¿Existe preocupación por el nivel de la Tranquera?

La poca agricultura que hay en el pueblo es en su mayoría de segunda ocupación y no se ve muy afectada. Al estar encima del pantano tampoco nos influye, pero el caudal del río Piedra sí que nos afecta para beber y para usos de los vecinos y baja medio seco.

¿Queda pendiente alguna compensación por el pantano?

La famosa represa de Cocos, que se situaría donde se estrechan las montañas, desde donde se ve ahora el agua. Eso permitiría que en el recuadro del pueblo siempre hubiera una lámina permanente de agua que favorecería el desarrollo y la explotación del turismo deportivo (piragüa, windsurf o navegación), que en otros pantanos se está haciendo. Pero está en lista de espera, después de las actuaciones en Yesa y Mularroya. Ya que el pantano nos afectó en su momento sería una forma de compensarnos.

¿Cómo vivió el derrumbe de su casa en junio?

Salí a trabajar tranquilamente y me llamaron desde el 112 para decirme que se había hundido mi casa. Desde entonces el teléfono no dejó de sonar. Fue complicado, un caos y me quedé muy fastidiado, y más sabiendo que allí había gente.

Dos trabajadores quedaron atrapados allí.

Hubo que dar gracias de que no fue más. Los dos albañiles accidentados tienen secuelas y siguen yendo a rehabilitación para intentar recuperarse. Hace poco se hicieron las labores de desescombro y he podido recuperar bastantes más cosas de las que esperaba, más que de valor económico, de valor sentimental.

¿Allí tenía muchos recuerdos?

Salí sin nada encima: ni escrituras ni papeles ni las fotos de mis padres ni ropa para cambiarme. La gente se portó muy bien, me ofrecieron su casa, ropa y comida. Todo el mundo me llamó y vi que tenía todas las puertas del pueblo abiertas. Al final me pude solucionar con una casa de mi tío.

¿Cuál es su deseo de cara al futuro?

Prosperar cada día un poco. Que el pueblo siga estando aquí por muchos años más y que cada vez seamos más vecinos, para poder reivindicar más cosas: unas escuelas nuevas o lo que le parezca a la persona que ocupe la alcaldía. Porque yo no voy a ser eterno tampoco…

¿Se pone una fecha límite como alcalde?

De momento, no. Cuando acabe la legislatura llevaré 12 años, y estamos trabajando para que entre gente nueva, que se haga cargo de esto y tire del carro para sacar el pueblo adelante.

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