Javier Sierra es el director del Instituto Agronómico Mediterráneo de Zaragoza (IAMZ), el único organismo internacional localizado exclusivamente en Aragón como delegación española del Centro Internacional de Altos Estudios Agronómicos Mediterráneos (Ciheam).

No me gusta demasiado hablar de mí mismo. Si le parece, hablamos mejor de la institución que dirijo.

¿Por qué eligieron Zaragoza?

Ya hace un tiempo de eso. En 2019 haremos 50 años. Durante todo este tiempo hemos estado haciendo transferencia de conocimiento agroalimentario y medioambiental a jóvenes, cuadros de la Administración y científicos del sector alimentario.

¿Por qué Zaragoza, decía?

Porque el fundador de este organismo internacional fue el científico y funcionario del Estado Ramón Esteruelas, natural de Biota y fundador también del campus de Aula Dei. Este campus es uno de los espacios de investigación más singulares de España, porque aloja el conocimiento, las infraestructuras e instalaciones de tres organismos distintos: el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC); el Centro de Investigación y Tecnología Alimentaria de Aragón (CITA), del Gobierno de Aragón, y un organismo de cooperación internacional como el IAMZ-Ciheam.

IAMZ, Ciheam. ¿Qué hay detrás y delante de estas siglas o acrónimos?

La promoción de la cooperación internacional entre las dos orillas del Mediterráneo.

Como en la canción, de Algeciras a Estambul…

Sí. Fuimos pioneros en España en implantar programas máster de especialización. Ahora hay más de 4.000, pero en los años ochenta éramos junto a las escuelas de negocios los que los impulsamos, inspirándonos en el modelo anglosajón.

Están localizados en el campus de Aula Dei, en Montañana.

Esto demuestra que el Valle del Ebro es despensa y eje clave de producción y exportación agroalimentaria española. España es el noveno exportador mundial alimentario. Considerando su superficie, muy inferior a Estados Unidos o Brasil, el dato es extraordinario. En este contexto, Zaragoza disfruta de una ubicación privilegiada, encuadrada en una gran región productora y con centros de investigación punteros.

La organización que usted dirige focaliza su actividad en el Mediterráneo, pero el mundo gira hacia Asia...

Hay que puntualizar varios conceptos. Uno de ellos esencial: el Mediterráneo es un mar interior origen de nuestra cultura.

Irrebatible: Homero, la Biblia…

Además del origen, miles de años después continúa siendo la frontera de mayor desigualdad del mundo. La renta de Europa es 14 veces mayor que la del norte de África. Mucho más desigual que la cacareada por Trump entre Estados Unidos y México. Esta desigualdad genera migraciones.

La triste historia de las pateras…

Nosotros, desde el instituto, apostamos por la formación. En estos años se han formado en Zaragoza 15.000 profesionales de 121 países. Traemos a los mejores expertos de universidades de referencia mundial, además de generar un ‘networking’ internacional muy valioso. Nacimos para el Mediterráneo, pero ya somos ‘mediterráneos plus’.

¿Teme ser abducido por Asia?

En 2030, China e India supondrán la mitad de la población mundial. China lleva creciendo tres décadas en cifras de dos dígitos anuales, y ahora lo sigue haciendo al 6 por ciento. Si no se refuerza el proyecto europeo, puede romperse y Europa solo sería un apéndice de Asia. Le hablo desde la experiencia de haber vivido recientemente cinco años en China.

¿Cómo ha visto Zaragoza y España a su regreso?

Con una calidad de vida que no será sencillo mantener. Hace años, cuando Bush habló de la vieja Europa, yo me reía. Ahora le doy la razón. Vengo a Zaragoza, a España, y veo mucha gente mayor por la calle, con todo lo que esto supone. Tenemos una de las mejores cuotas de riqueza y bienestar del planeta, pero el coste es enorme y estamos mucho más envejecidos que Asia. La gente joven va a tener que luchar muchísimo para salir adelante. Nosotros solo intentamos dotar de herramientas a esta juventud para progresar y mantener este estatus privilegiado.