Abrazos gratis en la plaza del Pilar

Desde hace 8 años desde el centro Yukido de Zaragoza organizan una salida anual para repartir cariño por las calles de la capital aragonesa.

Raúl, de Calanda, abraza a una de las voluntarias
Abrazos gratis en la plaza del Pilar
C. I.

Haga frío, llueva o nieve, el grupo del centro Yukido de Zaragoza, capitaneado por Carmen Becana, jamás falta a su cita anual de reparto de abrazos gratis en la capital aragonesa. Y es que en una sociedad como la actual, en la que las prisas y la desconfianza están a la orden del día, a veces hay que parar y plantearse qué es lo que nos falta. “El único objetivo que tenemos es el de repartir cariño”, asegura Becana.

La coordinadora del centro zaragozano de terapias naturales decidió comenzar esta iniciativa hace ya ocho años, y tiene lugar cada domingo antes de Navidad. Dicho y hecho, el pasado fin de semana un grupo de 12 personas de entre 30 y 60 años anduvieron por la calle Alfonso, la plaza del Pilar y la zona de la SEO desde las 11.00 hasta más de las 14.00.

Caras de sorpresa, sonrisas y sobre todo mucho amor. Y aunque las reacciones son de todo tipo, “Si a alguien no le gusta respondemos con una sonrisa. No estamos aquí para juzgar a nadie, todo es bienvenido”, añade Becana. Además, estos yukiabrazos guardan un secreto especial: “No son abrazos sin más, los damos con cariño y siendo conscientes de que hay alguien al otro lado que no es parte de nuestro círculo próximo. Nosotras lo sabemos y la otra persona da lo que sabe o lo que siente en ese momento”.

Uniformadas con camisetas blancas con la frase: ‘¿Quieres un abrazo? Yo te lo doy’, hombres y mujeres de todas las edades se animan a recibir un abrazo de una persona sonriente. “Este año hemos repartido medio centenar de abrazos por voluntario, más o menos. A mucha gente de aquí, pero también a muchos turistas y sobre todo niños”, asegura Becana.

En su opinión, se trata de una oportunidad de sacar lo que cada uno lleva dentro y, sobre todo, de una actividad muy gratificante. “Al principio la gente nos miraba como si estuviéramos locas. Sin embargo, ahora hay gente que viene de propio a buscarnos el domingo antes de Navidad diciendo, “sabía que estabais por aqu픔, añade Becana.

Y aunque al principio hay quien se muestra reacio a parar, mirar a la cara a un desconocido y estrecharle entre sus brazos, Becana asegura que una de las frases que más han escuchado este año ha sido: “Yo también quiero”. Y es que su público este año ha sido de lo más variado: desde un grupo de turistas chinos, una pareja de Lérida, un joven que vendía iguales y hasta un camarero que ha aprovechado un parón para acercarse hasta el grupo de voluntarias.

Uno de ellos, un joven calandino que había ido a la plaza a conocer el Belén. “Me ha sorprendido encontrarme a una de estas personas en medio de la calle. En otras circunstancias seguramente me habría dado la vuelta pero esto ha sido diferente y me han entrado ganas de darle un abrazo”, relata Raúl. “Es una iniciativa que te da que pensar”, concluye.

“También hay quien está pasando por un momento delicado y al darle un abrazo se rompe ante una persona a la que no conoce. Es muy bonito tener la oportunidad de dar un abrazo de verdad en el momento que alguien lo necesita”, concluye Becana.

Abrazar, sin condiciones

Al otro lado se encuentran personas como Emi o Loli, dos de las voluntarias que han salido dispuestas a abrazar, sin condiciones, a todo aquel dispuesto a recibir un abrazo. Loli repetía por segundo año. “Es una experiencia muy gratificante y espero repetirla siempre que pueda. Es importante repartir calor y sentir a otras personas”, asegura la zaragozana.

En el caso de Emi, esta era su primera experiencia, algo que para ella ha supuesto todo un reto personal: “El primero me ha costado un poco, pero luego ha ido todo fenomenal. Me ha ayudado a abrirme a los demás y me ha sorprendido la curiosidad de la gente que se acercaba a ver qué hacíamos y por qué”.

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