Zaragoza espera el cierzo que se lleve la 'boina' contaminante

El problema de polución se agrava en la capital aragonesa y el martes se volvieron a superar los niveles máximos

Esta imagen de la Torre del Agua, tomada desde Juslibol a primera hora de la mañana, permite observar una 'boina' que es una mezcla de neblina y partículas contaminantes.
Esta imagen de la Torre del Agua, tomada desde Juslibol a primera hora de la mañana, permite observar una 'boina' que es una mezcla de neblina y partículas contaminantes.
Oliver Duch.

El cierzo ayuda a arrastrar en Zaragoza la contaminación, es sabido que limpia el ambiente. Y el que soplará este fin de semana seguro que se lleva consigo esas espectaculares 'boinas' de polución que en una mañana como la de este miércoles se podían observar sobre la capital aragonesa vista desde Juslibol y La Muela.

Las alarmas medioambientales han saltado esta semana en la capital aragonesa ante los picos de contaminación registrados y el fin de semana se espera la llegada de ese bendito viento que, bromas aparte, es nuestro “salvador” y la “mejor escoba para limpiar la atmósfera de la ciudad”, como asegura Rafael Requena, el delegado en Aragón de la Asociación Estatal de Meteorología (Aemet).

Las emisiones de partículas en suspensión, las llamadas PM10 y las más contaminantes, volvieron a superarse este pasado martes en cuatro de las estaciones zaragozanas, en las de Roger de Flor (en las Delicias), Las Fuentes, Renovales y El Picarral. Las mediciones sobrepasaron la concentración de 50 microgramos por metro cúbico de aire que la ley prohíbe que se  rebasen más de 35 días al año.

La media más elevada del martes se produjo en Las Fuentes, 71,2 microgramos por metro cúbico, seguida por Roger de Flor (69,8), Renovales (69,1) y El Picarral (58). En la página web del Ayuntamiento de Zaragoza, que ofrece datos en tiempo real, se podía comprobar este miércoles que en distintos momentos del día los cuatro puntos excedían los 50 microgramos por metro cúbico, superando en Las Fuentes en algún momento de la jornada los 100.

Unos episodios excepcionales por encima del tope permitido que se repitieron en dos ocasiones la semana pasada y que han vuelto a ser noticia el lunes y martes de esta.

La situación actual que propicia este nivel polución, un anticiclón situado en la zona mediterránea, continúa hasta el fin de semana y será ya el sábado cuando entre el cierzo y empiece a soplar. La estabilidad atmosférica de estos días, explica Rafael Requena, hace que apenas se produzca aire y que las partículas no se desplacen de manera horizontal y queden depositadas.

“La primera quincena de noviembre hemos tenido cierzo, de mayo o menor intensidad y no se ha producido ningún problema. Con rachas de más de 100 kilómetros horas no hay contaminación que valga. Cuando el sábado lleguen los vientos de componente norte se notará sustancialmente el cambio”, asegura el delegado de la Aemet.

¿Hacia dónde se desplazan las partículas?

Y si el cierzo ‘barre’, se plantea una simple pregunta ¿a dónde van a parar esas contaminantes partículas? Rafael Requena contesta que, por lógica, se desplazan aguas abajo del Ebro, hacia la desembocadura del río, ya en Cataluña, aunque no llegan a aposentarse y “sobrepasan de sobra” esta comunidad autonómica. En este sentido, aclara que no se pueden hacer comparaciones con ese polvo de origen africano que está inmerso en “circulaciones atmosféricas a gran escala”.

La lluvia, aunque no sea muy diplomático decirlo en medio de la actual sequía, tampoco es bienvenida en momentos de polución. “La lluvia arrastra las partículas contaminantes, pero te las lleva al suelo. Para la limpieza y la calidad del ambiente de la ciudad no hay nada mejor que el cierzo”, insiste este experto.

Tampoco se esperan precipitaciones intensas en los próximos días. Las que se están produciendo en Galicia se dejarán sentir en Aragón la madrugada del viernes al sábado, para después reducirse al Pirineo e, incluso, nevar.

Y si de contaminación hablamos, también hay que cruzar los dedos para no aparezcan las nieblas, habituales en esta época del año y que aún no se han presentado estos meses. Funcionan casi como un invernadero de polución, ya que encierran las temidas partículas en suspensión que no pueden moverse ni vertical ni horizontalmente y se crea el llamado ‘smog’, una mezcla de niebla y contaminación que puede ser peligrosa para la salud.

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