La Universidad Laboral de Zaragoza cumple 50 años en el olvido

El centro educativo, inaugurado oficialmente el 15 de noviembre de 1967, llegó a ser uno de los más destacados de Aragón por su alto nivel formativo y por la calidad de sus instalaciones.

Universidad Laboral
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HERALDO

Por sus aulas pasaron miles de estudiantes de diversos puntos de España. Este pasado miércoles se ha cumplido el 50 aniversario de la primera Universidad Laboral Femenina de España, inaugurada oficialmente en Zaragoza el 15 de noviembre 1967, un día después del acto de apertura que tuvo lugar en la Universidad Laboral de Huesca (actual IES Pirámide) y del estreno del Hospital San Jorge de la capital oscense.

Durante este año y parte del que viene, distintas conmemoraciones y reuniones de antiguos alumnos recuerdan el paso de varias generaciones de estudiantes por las aulas de ambos centros educativos, que conformaron un nuevo modelo educativo a partir de la década de los 60 con la puesta en marcha de 21 Universidades Laborales.

Los dos centros construidos en Aragón ya habían iniciado su actividad antes de la apertura oficial; la de Huesca comenzó dos semanas antes con 500 alumnos y la de Zaragoza había abierto sus puertas en días previos para acoger a 1.200 alumnas, “hijas todas ellas de trabajadores”, matizaba la prensa de la época, y procedentes de varias comunidades autónomas.

La mayor parte de las estudiantes que llegaron a Zaragoza provenían de Aragón, Cataluña y Levante. El cupo inicial era de 700 plazas pero la alta demanda de solicitudes (4.000) motivó la ampliación de 500 más, todas ellas becadas por Mutualidades Laborales.

Medio siglo después, la situación de las antiguas Universidades Laborales en Aragón es bien distinta. La de Huesca, declarada Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés, se transformó en el IES Pirámide y hoy acoge a más de 1.700 estudiantes de Secundaria, FP y universitarios; la de Zaragozafue cerrada definitivamente a finales de los 90 y en la actualidad el Gobierno de Aragón utiliza parte de sus instalaciones como almacén.

"Ni aluminosis ni nada"

Antolín García Riaño estuvo al frente del centro varios años durante la década de los 80. Su recuerdo del fin de aquella etapa sigue siendo amargo: “Me han invitado a varias celebraciones por el 50 aniversario pero no puedo ir por una razón: la dirección provincial de Zaragoza ya lo derribó en aquel momento. No tiró el edificio realmente pero deshizo todo lo que había de positivo y de bueno en aquel sitio. Ahora no puedo volver allí a celebrar un entierro, una defunción”, cuenta desde León, donde reside desde que se jubiló.

“Me da envidia que otras Universidades Laborales hayan seguido funcionando, aunque sea con otra estructura y otros proyectos. En Zaragoza, lo que se hizo fue buscar una excusa para eliminar el centro. Se habló de que estaba mal construido pero ni aluminosis ni nada, porque ahí sigue. Aunque esté abandonado permanece en pie”, apostilla.

La Universidad Laboral de Zaragoza, que ocupa una superficie de 20 hectáreas en el polígono industrial de Malpica, a 11 kilómetros de la ciudad, fue construida en un tiempo récord (7 meses) y su presupuesto rondó los 257 millones de pesetas. El proyecto, firmado por el arquitecto zaragozano Manuel Ambrós Escanellas, contó con la colaboración del pintor y escultor Javier Clavo, y también con la hija del propio arquitecto, Pilar Ambrós Barrau, quien realizó para el nuevo centro un Via Crucis de cerámica. En 1968, Ambrós recibió el Trofeo Ricardo Magdalena a Edificios Públicos que fue adjudicado a la Universidad Laboral Femenina. El complejo ampliaría sus instalaciones en 1970 con unas obras de acondicionamiento que ascendieron a 155 millones de pesetas.

Sus instalaciones convirtieron al centro en uno de los mejor equipados de Aragón durante más de dos décadas. Contaba con 3 salones de actos, el más grande ellos con 1.300 butacas, una residencia de 12 plantas junto al edificio central para el internado de estudiantes -a excepción de los de Zaragoza- con casi 2.000 camas, varios pabellones de aulas conectados por pasillos cubiertos, sala de cine, capilla, cafetería, apartamentos para el profesorado, polideportivo, una piscina cubierta climatizada, un estadio de atletismo, varios campos de fútbol, canchas de baloncesto, pistas de tenis, voleibol, balonmano... una biblioteca que con el tiempo recopiló 37.000 volúmenes, laboratorios de física, química, ciencias naturales e idiomas y talleres con maquinaria para confección industrial, entre otros equipamientos.

La Universidad Laboral llegó a albergar hasta 3.500 alumnos y tuvo 300 profesores y educadores. según recoge Gonzalo Lago Rivero en su publicación digital ‘Universidades Laborales’, en la que recopila la historia de todas los centros de enseñanza, creados en aquellos años. A comienzos de los 70 se convirtió en mixto y posteriormente también contó con dependencias en otros edificios destinadas a internado masculino.

Entre la oferta de estudios del centro figuraban: Iniciación Profesional Industrial, Formación Profesional, Delineante (Construcción e Industrial), Química, Bachillerato Elemental, Bachillerato General Superior, Bachillerato Técnico Superior (rama administrativa: secretariado y turismo, Asistentes Sociales, Ingeniería Técnica (control de procesos químicos), Confección y Magisterio.

De Universidad Laboral a Centro de Enseñanzas Integradas

Rozando la década de los 80, las universidades laborales se reconvirtieron en Centros de Enseñanzas Integradas y pasaron a depender del Ministerio de Educación y Ciencia. En el CEI de Zaragoza, miles de estudiantes de toda España se formaron durante casi 3 décadas en sus distintos colegios, denominados con nombres de colores: rojo, naranja, amarillo, verde, blanco, violeta...

En 1988, el asesinato de la joven Carmen Romero, una de las alumnas del centro, conmocionó a la sociedad zaragozana y puso de manifiesto las deficiencias de la línea de transporte que conectaba la Laboral con la ciudad, insuficiente para dar servicio a los estudiantes, que en muchas ocasiones optaban por hacer autostop para llegar al centro de Zaragoza.

Tres años después, se detectaron problemas de aluminosis que afectaban a la estructura de los porches cubiertos y técnicos del Ministerio de Educación y Cultura advirtieron la posibilidad de que también varios edificios estuvieran afectados. Se derribaron los porches pero no se intervino en los edificios, ya que análisis posteriores descartaron que los inmuebles peligrasen.

Al parecer, existía menos aluminosis de lo que en principio se dijo, pero lo cierto es que ese motivo, junto a algunas decisiones políticas, aceleró el deterioro de sus instalaciones y se dejó de invertir en su conservación. La antigua Laboral tenía los días contados. Mientras, en el barrio de Santa Isabel, se ultimaban las obras del nuevo IES Ítaca, centro al que fue derivado la mayor parte del alumnado. En 1997, quedó solo como residencia al inicio del curso para unos 80 alumnos procedentes de distintos puntos de la provincia. Posteriormente, el complejo fue transferido a la DGA tras completarse la construcción de una residencia junto al nuevo instituto en Santa Isabel.

Proyectos varados

En aquel momento se contempló la posibilidad de que la Laboral pudiera convertirse en una Universidad Privada pero “nadie ha presentado una propuesta formal en este sentido”, aclaraba en julio de 1997 el Ministerio de Educación y Ciencia “porque entre otras cosas ese equipamiento todavía no está en nuestras manos”.

Otra de las opciones que se barajaron para su reutilización fue la instalación de un centro de formación relacionado con el deporte y la educación física, ya que su equipamiento deportivo era de las mejores de la Comunidad. Sin embargo, el proyecto tampoco cuajó.

En octubre de 2015, el Justicia de Aragón, Fernando García Vicente, dirigió una sugerencia, que respondía a una queja colectiva en la que se cuestiona el actual modelo de gestión del centro, al Departamento de Educación para que estudiase la conveniencia de utilizar las instalaciones de la Universidad Laboral de Zaragoza con fines educativos y culturales. Previamente, en 2012, el Gobierno de Aragón intentó dar salida al complejo incluyéndolo en un paquete de inmuebles susceptibles de enajenación. Pero hasta la fecha, ninguna propuesta ha llegado a materializarse y su futuro, 20 años después, sigue en el aire.

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