El fiscal pide 6 años por abusos sexuales de menores a cambio de regalos y dinero

Una víctima relató que el acusado agredió en un baño a un disminuido de 14 años.

El acusado de la agresión sexual, acompañado por su letrada, ayer antes entrar al juicio.
El acusado de la agresión sexual, acompañado por su letrada, ayer antes entrar al juicio.
Guillermo Mestre

La sección sexta de la Audiencia de Zaragoza juzgó ayer a Ángel V. G., propietario de un bar en la calle de Escultor Palao, un local que utilizaba presuntamente para atraer al menos a dos menores y cometer abusos sexuales a cambio de regalos como bebidas, cargarles el móvil o dinero para golosinas. El fiscal le pide seis años de prisión por abuso sexual y dos delitos de abusos deshonestos a menores. Asimismo, reclama la prohibición de acercarse a uno de los agredidos a menos de 300 metros y de comunicación de cualquier modo por cinco años, y al segundo por tres años.

El acusado negó ayer haber cometido los delitos, que datan del 11 de agosto de 2016, y solo asumió que a veces hablaban con los chavales de 14 y 12 años de sexo, pero "como bromas" sobre sexo o reconoció que le "había tocado el culo" a uno de ellos. Explicó que los veía como clientes del local, el bar La Cantina, porque "iban casi todos los días" y se comunicaban también por wasap. "Ellos eran bisexuales y yo soy gay. Hablábamos de cara a cara, sobre fútbol, chavalas o las tendencias sexuales", declaró Ángel V. G. Pero negó haberse encerrado con uno de los servicios del local, sino que hablaban en una esquina del bar con los dos menores donde hablaban de sexo y  solo asumió: "Él se bajo los pantalones y hubo un juego. Hubo un tocamiento, pero no entramos en el baño".

El menor que fue víctima del tocamiento era discapacitado en un 48%, pero el acusado declaró ayer que lo ignoraba. El chaval, de 14 años, declaró que Ángel V. G. le había presionado para mantener relaciones sexuales varias veces y le enviaba muchos mensajes de contenido similar por wasap. "Intentó tocarme y le aparté. Me pidió imágenes de mis partes y que acudiera al bar para hacer contactos", agregó. La manera de atraerlo al local varios días fue invitarle a una coca-cola, una merienda, pagarle un taxi y hasta darle diez euros para que le comprara cannabis. Respecto a la escena de la agresión sexual en el bar, el menor señaló, a preguntas de la defensa, que el acusado le había intentado bajarle los pantalones  y tocarle, pero no lo había conseguido.

Sin embargo, el segundo menor de 12 años que prestó declaración ante el tribunal, relató que el acusado agredió sexualmente a su amigo en el baño del bar. "Lo vi porque cuando abrieron la puerta, a los dos minutos, Ángel estaba de rodillas y él con los pantalones bajados. Me dijo si yo quería probar y le dije que no", manifestó el segundo adolescente, quien explicó que su amigo no lo había contado por vergüenza a su familia. "Nunca me fié de Ángel. Me propuso coca-cola gratis, una merienda y cinco euros por una felación, pero me negué y bloqueé su móvil", agregó.

Dos agentes de la Policía Nacional confirmaron en el juicio que elaboraron un informe con  los mensajes remitidos por wasap entre el dueño del bar y los menores, donde quedaba constancia de sus ofrecimientos de relaciones sexuales por recargarles el móvil o entregarles pequeñas cantidades de dinero. Agregaron que investigaban otros menores que hubiera sido víctimas. Las madres de los dos adolescentes señalaron que sus hijos fueron víctimas de agresiones sexuales y no habían sido reconocidos por un forense. El fiscal pide indemnizaciones por 3.000 y 1.500 por los daños morales para los dos menores afectados. La abogada defensora del acusado pide la libre absolución de Ángel V. G. al carecer de pruebas de los abusos.

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