Torres rurales entre la maleza y el olvido

Estos edificios ubicados en la periferia de la capital aragonesa simbolizaron en el pasado el poder y el estatus social de algunos miembros de la sociedad zaragozana.

Torres rurales entre la maleza del olvido
Torres rurales entre la maleza del olvido
Archivo Municipal Ayuntamiento de Zaragoza

El patrimonio rural en torno a la capital aragonesa sobrevive a duras penas entre la maleza y el olvido. Solo quedan algunas de las edificaciones construidas entre los siglos XV y XIX, cuya huella aún se adivina en lugares que otrora conformaron la extensa huerta zaragozana regada por el Ebro, el Gállego y el Huerva. Las torres, o casas de campo, no solo se encontraban en la periferia, sino también en zonas sobre las que en la actualidad discurren algunas de las principales vías de la ciudad, como el Carmino de las Torres.

“Había torres donde hoy está Sagasta, por ejemplo, pero también donde hoy está la antigua Capitanía (la famosa Torre del Pino). Hoy día este panorama se ha borrado totalmente y en el entorno de la nueva Zaragoza solo queda una zona que nos puede remitir a lo que fue el pasado. Es la zona entre la desembocadura del Gállego y el lado izquierdo del curso del Ebro en terrenos de Movera, Pastriz, La Alfranca, La Cartuja…” “En el nomenclátor ciudadano aún subsisten Torre Barajas, Torres de San Lamberto, el parque de Torre Ramona... que nos dan fe de lo que hubo un día”, relata la historiadora Ana María García Terrel en la publicación del último número de la revista ‘Aragón turístico y monumental’ que edita el Sindicato de Iniciativa y Propaganda de Aragón (SIPA), donde aborda la historia de las torres rurales de Zaragoza.

Con el tiempo, su función eminentemente agrícola derivó  hacía nuevos usos dedicados al recreo y el esparcimiento. Durante siglos, las torres rurales simbolizaron el poder y el estatus social de algunos miembros de la sociedad zaragozana que fueron propietarios de estos espacios.

Entre las torres llamadas de recreo destaca la de la Perfumista, “visitada por Fernando VII el 10 de mayo de 1828 y cuyas cualidades conocemos por un manifiesto que se editó para dar a conocer a los zaragozanos las fiestas organizadas por tal motivo, -explica García Terrel-. Avanzando el siglo XIX aumenta el número de torres a pesar de la creciente urbanización y destaca el hecho de que buena parte de los poseedores no son ya nobles ni eclesiásticos sino, cada vez más, personajes acaudalados que se han enriquecido por el comercio y por su participación en los diversos procesos desamortizadores”.

La historiadora aporta en su estudio numerosos datos, entre los que también destaca que “entre 1834 y 1845 se registran en el sector estudiado veinticinco torres, entre ellas la de Marraco, dos veces alcalde la ciudad y uno de los principales compradores de bienes desamortizados, la de Lera que fue rector de la universidad o la de Lazcano que compró la torre de Santa Engracia en Movera. Entre 1846 y 1860 las torres eran cerca de 30 y entre sus dueños figuraba el banquero Villarroya o Allustante, que fue empresario del Teatro Principal”.

En la actualidad, varias de estas construcciones se encuentran en estado de ruina y abandono. Algunas de las que quedan en pie han sufrido diversas transformaciones a lo largo del tiempo y otras, en el peor de los casos, han desaparecido para siempre. El caso más reciente tuvo lugar en 2009 con el derribo de la Torre Clavero de Movera. Sin catalogar y abandonada desde hacía tres décadas, la construcción mudéjar del siglo XV fue reducida a escombros.

La Torre del Hospital, la del Castillo, la de Villarroya, la de Morlán o la de Santa Engracia, son solo algunas de las edificaciones que conforman el paisaje del barrio rural de Movera. Alberto Pérez, genealogista e investigador aficionado vinculado a Movera, recompone desde hace años la historia del barrio zaragozano en el blog ‘Movera, su historia y sus gentes’.

Pérez aporta en esta bitácora abundante información sobre la torre de Santa Engracia, adquirida en 1970 por el Ayuntamiento de Zaragoza mediante permuta con la empresa La Montañanesa, y que hasta el siglo XIX fue propiedad del monasterio Jerónimo de Santa Engracia de Zaragoza. Hoy, sus dependencias albergan la Escuela Agrícola Verde Km0, un centro de formación y de asistencia técnica dedicado a la promoción de nuevos agricultores ecológicos.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión