El fraude por las estafas en internet llegó a 340.000 € en la provincia de Zaragoza en 2016

Los delitos tecnológicos han aumentando un 450% desde 2009.Los ‘hackers’ mercadean con los datos de las víctimas en una red oculta y las investigaciones se prolongan meses.

Miembros del Equipo de Investigación Tecnológica de la Guardia Civil en su despacho.
Miembros del Equipo de Investigación Tecnológica de la Guardia Civil en su despacho.
Aránzazu Navarro

Las estafas por internet defraudaron 340.000 euros solo en Zaragoza provincia –sin contar la capital– el año pasado. Es el balance de una tendencia delictiva que aumenta exponencialmente año tras año. Desde 2009, cuando se puso en marcha el Equipo de Investigación Tecnológica de la Guardia Civil (Edite), las denuncias por delitos tecnológicos han aumentado un 450%. Y no parece que esta subida se frene con el uso habitual de las nuevas tecnologías e internet: en 2016 se denunciaron un 20% más de casos que en 2015. "El acceso a los ‘smartphones’ y las redes sociales, 24 horas al día, aumenta el riesgo de ser víctimas", comenta uno de los miembros de Edite. La mayoría de los delitos tecnológicos que registran en la Guardia Civil (alrededor de un 50%) son estafas. De ellas, las que más trabajo dan al Edite son las derivadas de un uso ilícito de las tarjetas de crédito.

El fraude comienza por los piratas informáticos que roban el código pin y el de seguridad de la tarjeta (el número CVV que aparece en el reverso, junto a la banda magnética) en páginas web poco seguras, como algunas de origen chino de compraventa de productos, en las que "puede haber información vulnerable". Los ‘hackers’ solo se dedican a robar esta información y venderla en la ‘Deep Web’, la zona oscura de internet, pero no son los que materializan, en último lugar, el fraude. "Se pueden vender lotes de datos fiables de diez tarjetas de crédito por solo 100 euros", explican desde el equipo de investigación. Después, suelen ser redes internacionales –pero también pueden hacerlo particulares– los que adquieren productos o realizan transferencias con dichas tarjetas.

Engaños a empresas

Por otro lado, las estafas a empresas son las que suelen resultar más eficaces para los defraudadores, ya que logran transferir una importante suma de dinero en un solo movimiento. Hace un par de años, por ejemplo, a una empresa aragonesa le estafaron 500.000 euros mediante la usurpación de la identidad de un proveedor, una técnica que se conoce como ‘El hombre del medio’ (The man in the middle). Los estafadores vigilan la operación de la transacción y, sin que ni la ?empresa ni el proveedor sean conscientes, se introducen en sus comunicaciones. Suplantan al proveedor cambiando sutilmente la dirección de correo y solicitan modificar? el modo de pago o la cuenta de destino. De este modo, la empresa no solo pierde el dinero que paga a los defraudadores, sino que sigue debiendo dicha cantidad a su proveedor.

Los engaños en alquileres de apartamentos veraniegos y aquellos en las que se convence a la víctima de hacer transacciones sin que se dé cuenta son otros métodos habituales de los ciberestafadores.

El auge de la ‘sextorsión’

Las coacciones a personas a las que se graba por internet sin su consentimiento mostrando imágenes íntimas siguen creciendo y marcaron un pico en 2016. El año pasado, este equipo de investigación recibió 16 denuncias de la provincia de Zaragoza. Las víctimas son tanto adultos como menores, y en la gran mayoría de los casos (15 de 16), los perpetradores del delito se encuentran en un país africano y se ocultan bajo nombres franceses de mujer y cuentas de correo electrónico con dominio francés (.fr). "Cuando han conseguido las imágenes, empiezan pidiendo 3.000 euros para no publicarlas en las redes sociales, pero pueden llegar a rebajar hasta los 150", explican los agentes, que asumen que este es uno de los fraudes que más cuesta denunciar por el daño moral que supone para las víctimas. "Al menos plataformas como Youtube o Facebook suelen tardar poco, una o dos horas, en retirar imágenes con contenido sexual", añaden. En estos casos, lo más complicado es dar con los culpables: "Si para perseguir un delito hay que pedir la colaboración de otros países, los procedimientos se alargan. En ocasiones no llegamos a ellos porque otros no facilitan la información".

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