De Zaragoza, al cielo

La ciudad no ostenta altos edificios, pero la singularidad de cada uno de ellos los hace grandes.

Se dice que Nueva York es la ciudad de los rascacielos, sin embargo, Zaragoza también es una urbe de altura. Para darse cuenta solo hay levantar un poco la vista y observar lo que hay a unos cuantos metros. Edificios convertidos en grandes obras de arquitectura.

El punto más alto de la ciudad  se levanta a más de 100 metros sobre el suelo. Se trata del conocido como 'Pirulí' de Telefónica, junto a Vía de la Hispanidad. Sin embargo, esta torre de telecomunicaciones no siempre ha sido el edificio más alto de Zaragoza. Cuando se plantó el “pirulí” en 1992 otros edificios ya habían acariciado el cielo maño, como el edificio de La Adriática, primer rascacielos de la ciudad.

En 1948 dos arquitectos, Joaquín Muro y Trinidad Silesio, trazaron un gran edificio para la Compañía Adriática de Seguros, en el número 34 del Coso, junto a la plaza de San Roque. La intención de construir un edificio que llamase la atención se vio incentivada con la privilegiada situación y las pequeñas dimensiones de la parcela. Su altura regala unas envidiables vistas a todo el que accede a su terraza. Rubén llegó a este edificio hace 7 años y asegura que cuando dice cuál es su lugar de trabajo “no todo el mundo lo valora porque por la calle parece que no se dan cuenta de lo que hay más arriba de sus móviles”. Como curiosidad, un león descansa en su fachada.

Si este se considera el primer rascacielos, el último en levantarse ha sido el World Trade Center, en la avenida de María Zambrano. Se trata de un conjunto formado por dos edificios, que se asemejan en apariencia, no en altura, a las desaparecidas Torres Gemelas de Nueva York. Este complejo empresarial, que se comenzó a construir en 2005, mide más de 70 metros y ofrece otro punto de vista de la ciudad.

De la misma década que La Adriática, los años 40, es la torre de la antigua Feria de Muestras, obra de Regino y José Borobio. Este faro, de estilo racionalista con inspiración mudéjar, volvió a lucir hace unos años, tras décadas apagado.

La iglesia de San Pablo, declarada Patrimonio de la Humanidad, ofrece unas vistas de 360º sobre la ciudad. En este alto en pleno centro del barrio del Gancho no solo se puede ver toda la ciudad, por los ocho costados - ya que es octogonal - sino que la vista alcanza, en los días despejados, el Moncayo e incluso algunos picos de los Pirineos, o los Monegros. Desde hace dos años Sergio García sube todos los días a este lugar, él es el guía de las visitas que sorprenden tanto a turistas como a zaragozanos. “Hay pocos espacios tan altos como este que sean accesibles al público”, comenta Sergio, que conoce esta torre como la palma de su mano. “Por aquí entra el cierzo, se nota en los ladrillos – asegura Sergio señalando hacia uno de los lados – y por aquí el bochorno – apuntando al lado opuesto”. Estar a 66 metros de altura permite “ver muchos puntos de la ciudad, sin embargo, la iglesia de la Magdalena no se ve porque la tapan los bloques de viviendas”, explica Sergio.

La de San Pablo, con sus campanas, cumplió durante años una labor de llamada en caso de incendios o bombardeos, como lo hacía con la Torre Nueva. En el siglo XVI se mandó construir este edificio con el fin de regular el día de los zaragozanos, a través del reloj que se colocó en su fachada y del sonar de las campanas. Este gigante de la arquitectura mudéjar, que se levantaba en la plaza de San Felipe, fue derribado en 1892 por orden del Ayuntamiento de Zaragoza.

Su campana, conocida como ‘Campana de los Sitios’, se reubicó en una de las torres del Pilar. Ese es precisamente otro de los lugares más altos de la ciudad, que ronda los 98 metros. Turistas y zaragozanos suben a diario en el ascensor que ocupa el centro de la torre. Similar en altura, otra que toca el cielo es la de la Seo. En la actualidad se encuentra en obras, tras los desprendimientos del pasado mes.

A estos edificios se les suman otros que superan los 60 metro de altura, como una parte de Aragonia, la central de Ibercaja o la Torre del Agua. También existen elementos arquitectónicos que destacan en la panorámica zaragozana, como las chimeneas de la Azucarera, en el Arrabal, o la que se levanta junto al río Ebro, o el mástil de la pasarela del Voluntariado.

Subir en el ascensor del Pilar a lo más alto es una de las opciones para hacer turismo de altura. “El sábado pasado llegaron a subir 500 personas a lo largo del día, comenta Faustino, que trabaja en el ascensor de la basílica. Otra de las elecciones es la torre de San Pablo, que desarrolla una amplia oferta de visitas guiadas. Y en las épocas estivales, la terraza del Museo Pablo Serrano también regala una horizonte a vista de pájaro. Así que se puede ir ‘de Zaragoza, al cielo’.

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