Los gatos del Teatro romano vuelven a escena

Las heces de los felinos son visibles en varias zonas del monumento-museo zaragozano donde residen 11 gatos esterilizados.

La actuación en los trabajos de conservación y mantenimiento del Teatro romano de Zaragoza parece no haber dado resultado a ojos vistas. Los restos de excrementos de la colonia de felinos que reside en el monumento-museo son visibles al público y su acumulación constituye un riesgo para la salud pública.

En estos días de invierno, es difícil ver a los 11 gatos esterilizados que componen la colonia, pero no las heces que han depositado en varios puntos del Teatro romano, además de algunos desperfectos en conductos e instalaciones de refrigeración de la cabina de proyección del museo.

Según la relación de trabajos pendientes de conservación y mantenimiento del Teatro romano redactada en agosto de 2016, el Ayuntamiento de Zaragoza, a través de la Oficina Municipal de Protección Animal, debía asegurar la limpieza e higiene de los restos arqueológicos de este espacio a través de una serie de actuaciones como una batida inicial de recogida de heces y restos generados por la colonia felina por parte del proyecto CES -acrónimo de captura, esterilización y suelta-, según compromiso expresado.

Esta iniciativa promovida por la Oficina Municipal de Protección Oficial (OMPA), apuesta por este procedimiento de captura, esterilización y suelta como método ético y eficaz en el control de gatos en la vía pública, procedimiento que, según afirma la OMPA, está avalado por la comunidad científica internacional.

Además, también se indica por parte de CES la colocación de areneros para los felinos en lugares en los que se minimicen los daños al monumento y se mejoren las condiciones higiénico-sanitarias de la colonia, ubicadas por consenso con el Servicio de Cultura, respetando una distancia de seguridad con el yacimiento y en un lugar discreto a la visión del público visitante.

El texto señala, además que “el proyecto CES facilitará un calendario de limpieza de los areneros, que realizará el voluntariado del indicado proyecto” y mensualmente realizará un seguimiento del estado de limpieza de los restos arqueológicos, para prevenir la aparición de otros focos de deposición de excrementos fuera de los areneros colocados”.

“En cualquier caso, -continúa el documento- cuando se detecte la presencia de heces u orines fuera de las zonas no habilitadas para este fin, se comunicará al proyecto CES para programar una batida de la limpieza, a la mayor brevedad posible, al efecto de propiciar las mejores condiciones higiénico-sanitarias”.

En este sentido, fuentes municipales han afirmado que hasta el momento se ha seguido a rajatabla todo lo indicado en la relación de trabajos requeridos al Consistorio para garantizar las condiciones de conservación e higiénico-sanitarias de este espacio: “Se han puesto los areneros y se retiran los excrementos semanalmente, a pesar de que la indicación precisaba que fuera una vez al mes”, matizan.

En junio de 2016, la Oficina Municipal de Protección Animal solicitó por medio de una serie de informes aportados por profesionales de reconocido prestigio veterinario, arqueológico y entidades experimentadas en el control de colonias felinas en España que no se reubicasen los gatos del Teatro romano, formulando una serie de medidas para solucionar el conflicto existente.

Entre ellas, propuso la colocación de areneros y comederos mimetizados con el entorno para evitar las quejas por las deyecciones y para que los gatos no fueran por otras zonas del monumento.

Los informes recogidos en el documento señalaban que la presencia de gatos en el Teatro romano “no solo no provoca daños en el monumento, sino que mantiene alejados del lugar a otros animales que supondrían una mayor perjuicio para este patrimonio cultural”.

También se precisa que la primera intervención de esa colonia de gatos (18 individuos) se llevó a cabo en diciembre de 2014 y que los 11 que existen actualmente en el Teatro romano están desparasitados y esterilizados. El efecto vacío que supondría el traslado de la colonia constituiría un nuevo riesgo de ocupación del espacio por otros animales como roedores y aves que “podrían ocasionar un mayor problema que los gastos.

Sin embargo, el conflicto continúa, y pese a que la colonia lleva en el Teatro romano desde hace varios años, desde los departamentos de Ciencias de la Antigüedad y de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza se ha mostrado en varios ocasiones la preocupación por los daños que la colonia de gatos pueda ocasionar a las estructuras arqueológicos de Museo del Teatro romano y se ha solicitado la reubicación y retirada de estos animales.

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