Un piso para aprender a manejar la vida a solas

Este sábado se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad.

María Ruiz es una joven de 23 años que, durante dos semanas, se organiza y realiza las tareas del hogar en el piso del que dispone la Fundación Down Zaragoza en el barrio Oliver. “Estoy encantada”, admite esta zaragozana con síndrome de Down, que participa en el proyecto ‘Llaves para la autonomía’. Este proyecto ofrece a las personas con discapacidad intelectual la oportunidad de adquirir las competencias necesarias para vivir solos. “Hay algunas normas como quitar el polvo, escobar, sacar la comida del congelador la noche de antes… yo lo cumplo todo muy bien”. Junto con ella, otros cuatro jóvenes de entre 22 y 34 años se encuentran en esta casa.

 


“El objetivo es que las personas con discapacidad intelectual que, en el futuro, quieran vivir de forma independiente puedan hacerlo”, afirma Ana Carmen Madrid, educadora del proyecto ‘Llaves para la autonomía’. “Este es un grupo muy majo, donde todos se llevan bien y son muy resueltos en la casa”, aclara la educadora. Ahora están tres mujeres y dos hombres que compaginan las tareas del hogar con su actividad profesional. Así, María y Sandra son auxiliares de cajas en Alcampo, Íñigo es camarero en un restaurante, José Luis es reponedor en un supermercado y Alba trabaja en una empresa de fontanería.Un proyecto de vida

“No venimos siempre, a veces un fin de semana o quince días, otras veces un mes. Yo me lo paso muy bien. Lo que más me gusta es estar en la cocina, llevar los platos a la mesa y estar con toda la gente”, dice Íñigo Insausti, de 22 años. Este proyecto está apoyado por cuatro profesionales de la Fundación Down Zaragoza; así como, puntualmente, por el voluntariado.


‘Llaves para la autonomía’ no es solo el trabajo en el piso, también incluye talleres de cocina, gestión doméstica y de bienestar físico y emocional porque “trata de ser un itinerario personal” que abarque todos los ámbitos de la vida. Por eso, está dirigido a diferentes grupos de jóvenes que se alternan para estar en la casa de manera temporal y se complementa con un servicio de apoyo en desplazamientos y respiros familiares. De esta forma, las personas con discapacidad intelectual aprenden a moverse en transporte público y se ofrece apoyo a las familias.


“Si algún compañero se enfada hay que hablar con él en privado y solucionarlo”, expresa María. “Aquí aprenden a resolver los problemas que surjan, organizan sus menús, hacen la compra y cada uno compagina sus actividades y sus horarios personales con las tareas de la casa que les corresponden”, explica Ana Carmen Madrid.


Y la educadora recuerda que, en solo un año de vida, el proyecto ha ayudado a unas 75 personas y sus familias en el camino a la autonomía.

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