Polivalencia y espíritu de aventura, ejes de la misión militar en Antártica

Se trata de la XXX Campaña Antártica del Ejército de Tierra, la más antigua actualmente en vigor para apoyar los trabajos de investigación.

La polivalencia y lograr un equipo cohesionado capaz de afrontar no solo las condiciones climáticas adversas, sino una estrecha convivencia en un espacio reducido son las principales características que reúnen los militares que participan en las misiones antárticas, donde no falta el espíritu de aventura.


Solo unos pocos repiten misión y los que logran el primer pasaporte hacia la Antártica se sienten afortunados, porque no siempre se consigue a la primera, como es el caso del comandante Daniel Vélez, quien viajará al continente helado tras haberlo perseguido durante cuatro años y pese a la "enorme responsabilidad" que conlleva.


Vélez es el responsable de equipo humano que el Ejército de Tierra va a desplegar desde el próximo 5 de diciembre y hasta el 21 de marzo de 2017 en la Base 'Gabriel de Castilla', instalada en la isla Decepción con el objetivo de velar por la seguridad de los científicos allí desplazados.


Se trata de la XXX Campaña Antártica del Ejército de Tierra, la más antigua actualmente en vigor para apoyar los trabajos de investigación y levantamientos topográficos que se realizan en esta isla, a más de 1.000 kilómetros del lugar poblado más próximo y a 13.000 de España, y que se ha presentado en la Universidad de Zaragoza.


El Ejército envía en esta misión trece militares que se responsabilizarán de la logística, el medio ambiente, la sanidad, el movimiento y navegación, las comunicaciones, los motores, las instalaciones y la alimentación, a quienes se sumarán durante el primer mes y medio otros cinco militares responsables del montaje "in situ" de un módulo almacén y del grupo electrógeno.


En total pasarán por la base 'Gabriel de Castilla' durante la próxima campaña unas 43 personas en su momento más álgido, con una media, según calcula Vélez, de 34 personas a la vez, siete más que en 2015 debido a que tendrán que acoger científicos de la base Juan Carlos I, en proceso de remodelación.


La convivencia en un espacio "por encima de las capacidades" será pues "el talón de aquiles" de esta misión, de ahí que a la hora de formar a su equipo humano, además de que cada uno sepa llevar su área respectiva, Vélez ha buscado "capacidades añadidas" que permitan que puedan afrontar las "muchas actividades" que se requieren y lograr un equipo cohesionado.


Este volumen de personas obligará, por ejemplo, a hacer turnos de comedor, según el cabo primero Sergio Hermosel, quizá el mayor problema al que se enfrenta como cocinero y no, como podría pensarse, la elaboración de los menús.


Hermosel ha asegurado que son menús básicos, sencillos, variados y calóricos que eligen los mismos cocineros en función de su experiencia en otras misiones y maniobras, dado que ésta es la primera vez que viaja a la Antártica.


Los dos cocineros se encargan no solo de los menús, sino del suministro, de la distribución y de los pedidos que rondan, ha explicado, los 1.500 kilogramos de carne, 100 de arroz, 150 de pasta o más de 100 de pescado.


De la sanidad se encarga el emeritense Francisco Peñato, quien ha destacado que las condiciones de salud están relacionadas con las condiciones climáticas y las prácticas de buceo y aunque las enfermedades víricas y bacteorológicas son menores sí se pueden encontrar con traumatismos.


La base 'Gabriel de Castilla' cuenta con un certificado Aenor de calidad ambiental y la responsabilidad de conservarlo ha recaído este año en el zaragozano Juan Carlos Sánchez, quien ha asegurado que la presencia de la base en la isla "no daña en absoluto" el medioambiente, la contaminación está controlada y todos los residuos regresan al continente y se derivan a las correspondientes plantas gestoras.


Un ejemplo para reducir el impacto medioambiental es la puesta en marcha este año de un prototipo de un grupo electrógeno que aprovecha los gases para generar calefacción y agua caliente, lo que supone un ahorro en combustible de entre un 20 y un 30 %, ha explicado el subteniente Luis Miguel Lavilla, zaragozano que repite misión.


Lavilla, responsable de Instalaciones, ha reconocido que cada campaña es distinta pero calcula que en esta científicamente podrán empezar a obtener conclusiones "bastante claras", dado que son investigaciones que necesitan de 20 a 30 años y este es la misión número treinta.


A pesar de que durante estos algo más de tres meses se enfrentan a temperaturas máximas de 1 grado y mínimas de -8 con fuertes rachas de viento y de que los que vuelven "todo lo que cuentan no es bueno", para José Torregosa, uno de los encargados de montar el grupo electrógeno y el almacén, participar en esta campaña es "una oportunidad única" a la que los militares acuden por "espíritu de aventura".

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