Cajeros, chabolas o salas de espera: ¿cómo es Zaragoza para un sin techo?

Unos 300 voluntarios de Cruz Roja peinaron este jueves la ciudad para intentar conocer sus historias y necesidades.

Casi 300 voluntarios de Cruz Roja peinaron las calles Zaragoza durante la noche de ayer. ¿Su objetivo? Localizar a todas y cada una de las personas sin hogar que viven en Zaragoza y duermen en cajeros, chabolas, salas de espera o parques, para acercarse a ellas, establecer contacto, e intentar averiguar qué circunstancias les han llevado a esta situación y cuáles son sus necesidades.


Organizados en grupos de unas cinco personas, los voluntarios de Cruz Roja cubrieron cincuenta zonas desperdigadas por todos los distritos de la ciudad e intentaron entablar conversación con las cerca de 200 personas que duermen cada día en las calles de la ciudad. Algunos cogieron la bicicleta para recorrer todos los rincones del parque del Agua o del de José Antonio Labordeta, otros visitaron a pie el centro y los barrios, unos pocos se desplazaron hasta la estación Delicias o distintos hospitales para localizar a transeúntes en sus salas de espera y otros se plantaron en el Albergue para entrevistarse con los usuarios de ese día.


 

Con los datos recopilados durante la noche, Cruz Roja elaborará el nuevo 'Estudio de Personas sin Techo en Zaragoza', un informe que renueva cada dos años desde 2010 y que sirve como herramienta de trabajo para todas las entidades que trabajan con este colectivo en la ciudad.


Rafa (37), Lucía (26), Marisa (23), Yolanda (37) y Celia (25) integraban el grupo encargado de recorrer el entorno del paseo de la Independencia, Don Jaime, el Coso y la plaza San Miguel bajo las órdenes de Pilar Pérez, la coordinadora del grupo, y acompañados por Juliana Muro, miembro del departamento de comunicación de Cruz Roja. Celia ya había participado otros años en el recuento, pero para el resto era su primera vez y los nervios salieron a relucir cuando llegó el momento de entrar en un cajero para hablar con la primera persona de la noche. Al final se lanzaron Celia y Yolanda y en cuestión de minutos, ya conocían parte de la historia de Mustafá, el primer sin techo de la noche. Él se mostró dispuesto a hablar y a compartir sus preocupaciones. Con otros no hubo tanta suerte.

El perfil: varios sucesos traumáticos

Las entidades sociales presentes en la ciudad insisten en los últimos tiempos en que, aunque estamos dejando atrás la crisis económica, la pobreza se está cronificando e intensificando. Hablan, también, de que el perfil de los sin techo ha cambiado y de que cada vez hay en la calle más mujeres y personas más jóvenes, además de más normalizadas.


Sin embargo, Gustavo García, indiscutible experto en esta materia tras haber ejercido durante dos décadas como director del Albergue Municipal, pone en duda estas estadísticas e insiste en que sigue habiendo dos grupos predominantes de sin techo: los inmigrantes, ya que carecen de recursos familiares y de redes de apoyo; y las personas con algún tipo de enfermedad mental, aunque sea en fase inicial. "De otra manera -añade-, es raro que una sola causa, como perder el trabajo, lleve a alguien a vivir en la calle". Los dos primeros transeúntes a los que se encontró el 'grupo centro' de voluntarios en la noche del jueves encajaban en estas dos categorías. Cada uno en una.


Tal y como han señalado en múltiples ocasiones los trabajadores sociales de los distintos recursos que existen en la ciudad, suelen ser varios sucesos traumáticos acaecidos en un breve periodo de tiempo, sumados a la pérdida del empleo y la falta de una red social de apoyo sólida, los factores que empujan a la mendicidad. "Crisis familiares, adicciones, enfermedades mentales... Ese es el cóctel que lleva a la gente a la calle", insiste García. Pilar Pérez le da la razón. Ella lleva cinco años como voluntaria en la Unidad de Emergencia Social de Cruz Roja, que recorre todas las noches la ciudad proporcionando cena, café caliente, mantas y apoyo a los sin techo de la ciudad.

Sin salir del paseo Independencia

Precisamente ese cóctel es el que arrastró a una pareja de Salamanca que esta semana pedía cerca del Corte Inglés del paseo de la Independencia. No quieren que aparezcan sus nombres en la prensa pero tienen 22 y 28 años, llevan un año y medio en la calle y él tuvo problemas con el juego durante los dos años anteriores. Ella, además, procede de una familia desestructurada, con antecedentes de malos tratos y no guarda relación con ninguno de sus progenitores. A él, los suyos lo despacharon cuando se volvió a quedar sin trabajo. Ella tiene la ESO, algo de formación en peluquería y antes de verse en la calle trabajó como comercial y limpiadora. Él no completó la Educación Secundaria Obligatoria pero trabajó en la construcción hasta que le cayeron encima y al mismo tiempo las crisis personal y la financiera.


Es la segunda vez que pasan por Zaragoza en su año y medio como nómadas sin techo. La última vez durmieron en cajeros y en el Albergue pero dicen que les robaron. Tras sus "malas experiencias", piden en la calle y comen en la parroquia del Carmen para intentar recaudar todos los días los suficiente para permitirse una pensión. Cuando todo va bien, duermen en una donde les cobran 25 euros por noche.


El que sí duerme en cajeros es un chaval que pide en la acera de enfrente del mismo paseo. Es de Zaragoza, tiene 23 años y está en la calle desde que cumplió los 18 y salió del centro de menores en el que vivía por haberse "portado mal', como él mismo reconoce. A veces cambia los cajeros por salas de espera de hospital y dice llevar "tanto tiempo así" que ya no tiene metas ni objetivos. Ni encontrar trabajo, ni pedir ayuda, ni encontrar un hogar.


Situación muy distinta a la de otro sin techo que pide un poco más arriba en el mismo paseo. Él sí tiene aspiraciones. Tiene 37 años y cada mañana empapela la ciudad con su currículum. Tiene, además, un montón de papelitos impresos donde figura la dirección de la chabola que se ha fabricado. No vaya a ser que alguien buscase a algún "chapuzas" en temas de carpintería o electricidad. Cotizó nueve años en ese sector y llegó a tener una casa y un coche en propiedad. En 2008 su suerte cambió y desde entonces todo le ha ido cuesta abajo.


Pararse y entablar conversación con ellos permite constatar que hay cientos de historias distintas. Una por cada persona sin hogar que pernocta en Zaragoza. Esa es precisamente la labor que realizaron anoche los casi 300 voluntarios de Cruz Roja. El 'IV Censo nocturno de personas sin techo' que se elaborará a partir de los datos recabados este jueves permitirá conocerlas un poco más y afinar mejor a la hora de diseñar los recursos que permitan ayudar a sus protagonistas.

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