"Enterrar a un niño me afectaba, y me sigue afectando"
El zaragozano Ernesto Arroyo es uno de los tres maestros enterradores del Cementerio de Torrero.
Tiene 61 años y lleva 36 trabajando en este complejo funerario. Llegué casi por casualidad, porque tenía un amigo que trabajaba aquí y me avisó de que iban a salir unas plazas. Me presenté a la oposición y aprobé, dice Ernesto Arroyo. Antes, trabajaba como albañil en un negocio familiar.
Casado y con dos hijos de 37 y 35 años, el maestro enterrador confiesa que el suyo es un trabajo duro. No solo por la climatología y el esfuerzo físico, sino también por las emociones que provoca, explica Arroyo.
Se pasa algún rato malo. Sobre todo cuando tienes chicos pequeños y te toca enterrar a un niño. Psicológicamente afecta, me afectaba y me sigue afectando, concluye el maestro enterrador.