Aprender a cocinar en grupo, como en casa y con degustación incluida: una nueva alternativa de ocio

Les apasiona la cocina japonesa y quieren aprender algunas de sus recetas, han estado de viaje en Tailandia y desean trasladar los platos que allí comieron a los fogones de su casa, o simplemente son amateurs que buscan ampliar sus conocimientos culinarios. Los anteriores perfiles describen a parte del público que participa en unos cursos de cocina colectivos que comenzaron a llevarse a cabo en Zaragoza el año pasado y que se alejan de la concepción más clásica o convencional de este tipo de actividades.

En ellos, la cocina no es tanto entendida como un conjunto de técnicas sino como una experiencia de ocio y diversión para particulares, grupos de amigos, empresas... “Queremos que cualquier persona a la que le guste cocinar pueda venir a disfrutar y a aprender, divirtiéndose con la elaboración de los platos, interactuando con los demás y, por qué no, tomándose a la vez una copa de vino”, cuenta Sara Acero, impulsora del espacio gastronómico La Zarola, que abrió sus puertas en la ciudad en septiembre de 2015.

Su proyecto no es una escuela ni un lugar enfocado a futuros profesionales de la hostelería. Por ello, los electrodomésticos y el mobiliario de este no son nada industriales ni se parecen a los de un restaurante: no hay cocinas de gas ni utensilios demasiado específicos que puedan asustar a los aprendices. “No hemos descubierto América”, reconoce esta joven zaragozana, pero sí han apostado por un modelo de negocio novedoso que parece estar arraigando en la capital aragonesa.

“Cuando lo creamos, no existía aquí ningún espacio basado en este concepto de cursos de cocina. Ahora, se están empezando a ver sitios parecidos”, relata Acero, cuya idea surgió al conocer diferentes lugares en Madrid y Barcelona dedicados a la organización de eventos cuyo eje temático siempre era la gastronomía. “En Zaragoza no había nada parecido, pensé que era una buena idea y me lancé con el apoyo de mi padre”, apunta.  Además, “veía que las escuelas de cocina y las tiendas en las que se llevaban a cabo estas actividades eran sitios algo fríos. Nosotros queríamos crear un ambiente en el que la gente se sintiera como en casa, que cogiese cosas de la nevera sin pedir permiso, pudiendo charlar mientras cocina e incluso poner un vídeo”.

La dinámica de los cursos es sencilla. Casi concebidos como un juego para aprender a cocinar en grupo, en ellos, los participantes se atan el delantal y se disponen durante casi tres horas a mancharse las manos siguiendo los pasos que marca el cocinero, tocando, probando, experimentando... Uno de los momentos más ansiados llega con la degustación final, cuando toca hincarle el diente a los platos elaborados por cada uno. “Siempre y en todos los hogares, los mejores momentos al hablar, compartir y colaborar se han vivido en la cocina. Esto se estaba perdiendo y es importante recuperarlo”, opina la directora de La Zarola.Los arroces nunca fallan

El espacio culinario acoge cada mes una media de 30 eventos y una veintena de ellos son cursos de cocina. Existen hasta 25 temáticas diferentes, si bien hay varias que se repiten con mayor frecuencia. Como ejemplo, el curso de arroces, que nunca falla y llena sus 14 plazas. “La cocina japonesa también suscita mucha inquietud y, en concreto, el curso de sushi es otro de los más éxito tiene”, revelan en La Zarola. También, “desde hace unos meses, los cebiches y los tartares están cobrando fuerza y se están poniendo de moda”, apuntan.

Cursos de cocina internacional –india, tailandesa, mexicana…-, de tapas, de repostería, de alta cocina, mediterránea, vegetariana, para celiacos y diabéticos, e incluso un curso de trampantojos son parte de los que conforman la oferta, impartida por un equipo de profesores aragoneses. Hay otros más específicos como el curso de pan y masas o el recién estrenado de especias. Todos se desarrollan en una única sesión excepto los de cocina para principiantes, enfocados a platos más tradicionales y de larga duración.

Los últimos ya se han llevado a cabo hasta en ocho ocasiones: “Viene gente que no tiene ni idea de cocinar y otros que se defienden mejor, pero que saben que poseen carencias”, cuenta Sara Acero. Su público suele superar los 30 años, aunque también han realizado actividades para niños como campus o cumpleaños en los que se aprende a cocinar al estilo ‘Máster chef’.Con las manos en la masa por equipos

Además de ser un lugar para el aprendizaje, el proyecto se ha especializado en la organización de eventos gastronómicos a medida en la ciudad. Uno de ellos son las ‘Cooking parties’, especialmente dirigidas a empresas y grupos grandes, que se basan en la competición por equipos donde los participantes cocinan diferentes platos que luego comparten.

Igualmente, organizan encuentros exclusivos con menús personalizados en los que un cocinero elabora en directo las diferentes recetas. “En un restaurante no se puede ver cómo cocinan o hablar con quien lo hace. Aquí, preguntar e interactuar con el cocinero es algo habitual”, asegura la propietaria de La Zarola, quien apunta que uno de sus planes de futuro pasa por potenciar este tipo de actividades en otros puntos. En esa faceta, ya han trasladado su cocina a una fábrica para desarrollar un taller de sushi familiar en Morata de Jalón o han viajado a varias localidades cercanas a Daroca para enseñar a los más pequeños a desenvolverse en los fogones.

Con todo lo que rodea a la gastronomía en pleno auge, también en Zaragoza, “muchas personas están demostrando que hay un interés creciente por la calidad de los alimentos y por aprender a elaborarlos, además de un gusto por probar cosas nuevas, internacionales y diferentes”, concluye la hacedora del proyecto.