¿Quién dijo que colorear láminas era cosa de niños? Hacerse con un puñado de pinturas y dejar fluir la vena creativa y artística se puede hacer a cualquier edad. Los beneficios de colorear que señalan los expertos son varios y, entre ellos, destaca el aumento de la capacidad de concentración. Si a esta actividad se le une un componente literario y cultural, aparecen iniciativas como la que ha puesto en marcha la Biblioteca de la Universidad de Zaragoza.

‘Ilumina nuestras colecciones’ es el nombre de la campaña de difusión y promoción de parte del patrimonio bibliográfico y literario de la colección histórica de la biblioteca universitaria. Su particularidad reside en que esta colección se compone de imágenes, grabados y xilografías extraídos de algunos de sus libros más valiosos que se transforman en originales láminas para colorear.

“La iniciativa surgió hace unos meses, buscando medios y posibilidades de difundir la colección antigua y el patrimonio del fondo”, cuenta Ramón Abad, director de la biblioteca universitaria. En esta tarea, detectaron que existía un grupo internacional de bibliotecas que aprovechaba la popularidad de los libros para colorear entre la población adulta con el objetivo de dar a conocer sus obras. “Se trata de ofrecer en internet diferentes láminas para que la gente las descargue, las imprima y pueda personalizarlas y pasarlo bien coloreando”, afirma Abad, que reconoce que con el patrimonio tan interesante que cuenta la biblioteca, no podían dejar pasar la oportunidad de sumarse a la idea. Además, aunque los niños son los principales consumidores de estos productos, se han convertido “en todo un pasatiempo relajante para el público adulto”, argumenta.

En el mes de abril, cuando la biblioteca solicitó formar parte de este proyecto, se convirtió en la primera de España en incorporarse al movimiento internacional ColorOurCollections. Además de bibliotecas como la ‘Brtish Library’, las ‘Bodleian Libraries’ de Oxford o las ‘Smithsonian’ de Washington, que forman parte de la red, museos y otras instituciones culturales utilizan también este tipo de láminas con el mismo objetivo. “Fuimos la primera biblioteca española en solicitar el ingreso –indica Ramón Abad- y creemos que es importante formar parte de un colectivo tan novedoso como este para acercarnos, también, a lo que se está haciendo en otro lugares”. Su colección fue presentada en la Feria del Libro de Huesca, en una de las actividades más multitudinarias que congregó a decenas de personas en torno a una caseta que hizo las funciones de taller de pintura.

Las redes sociales son la principal herramienta de difusión de este popular movimiento. En el caso de la BUZ, cuando alguien pinta una de sus imágenes, se le invita a que comparta su creación en Twitter utilizando el hashtag #ColorOurCollections e incluyendo la mención a @bibliounizar en el texto. “Las redes tienen un papel fundamental, han generado una corriente que se va a ir engordando y cada vez habrá más bibliotecas en ella”, señala el director de la institución zaragozana.Del escudo de Aragón al Quijote

La colección de la Biblioteca de la Universidad está formada por 20 láminas; algunas proceden de incunables –es la biblioteca que mayor número de incunables únicos posee entre las universitarias del país- y otras se remontan a obras de los siglos XVI, XVII y XVIII, varias de ellas, impresas en Zaragoza. La elección para quien se anima a pintar una puede ser complicada.

Entre las opciones se encuentran el actual escudo de Aragón, que apareció por primera vez en un documento en 1499, dentro de la primera crónica del reino impresa en lengua vernácula en Zaragoza; una imagen de la construcción del Arca de Noé de Antonius Koberger (1493); una vista de Zaragoza con la primera representación del río Ebro, obra de Pedro de Medina en el ‘Libro de grandezas y cosas memorables de España’; la vuelta de Cristóbal Colón a las Indias; el escudo de la ciudad de Huesca, impreso por Juan Pérez de Valdivielso, “editor de la Universidad de Huesca” en 1587; una representación del Quijote del impresor zaragozano Joaquín Ibarra (1780), además de varios monstruos marinos o imágenes ornitológicas.

El único requisito que todas comparten es que son imágenes en blanco y negro y poco recargadas, para que el proceso de darles color sea más sencillo. “Las xilografías son especialmente apropiadas porque tienen las líneas muy marcadas y la zona de relleno es más clara. Los incunables grabados en madera son los más propicios para pintar”, afirma Ramón Abad, que también tiene sus favoritos. Entre ellos, destaca el primer escudo de Aragón por el valor que atesora y sus posibilidades: “Imágenes como esta tienen una faceta didáctica que podría aplicarse en los colegios como forma de despertar la curiosidad por la literatura y la historia a través de una actividad como la pintura”.

Tampoco fue sencillo escoger las láminas que componen la colección para los responsables del fondo de la biblioteca, pues entre las obras, varias de carácter local y regional, tenían mucho donde elegir. “La imprenta en Zaragoza durante el primer siglo fue una de las más importantes de España, pero no solo nos hemos centrado en ella, hemos escogido grabados bonitos y llamativos de otros lugares, como el del Arca de Noé, hecho en Alemania”, relata Abad con pasión.

Muchas imágenes se han quedado fuera de esta primera muestra de ‘Ilumina nuestras colecciones’, pero seguro que verán la luz muy pronto cuando la colección de láminas se actualice con nuevos ejemplares del patrimonio que duerme en los estantes de la Biblioteca de la Universidad. El objetivo seguirá siendo que la sociedad “sea más consciente”, a través de este innovador método, “de que los libros son obras de arte tan valiosas como las pinturas o las construcciones”.