​De colonias de verano, a la residencia de mayores

La última semana de junio, el centro CAI-Ozanam del barrio Oliver acoge a más de una decena de niños que comparten el día con los residentes.

El despertar de los mayores que duermen en la residencia CAI-Ozanam de la Fundación Federico Ozanam en el barrio Oliver no está siendo el habitual durante esta semana. Canciones, poesías, abrazos y muchos besos bullen a la hora del desayuno en los distintos comedores del centro, y los responsables de estas actuaciones improvisadas son los más pequeños.


De nuevo, y como ya es habitual durante los últimos días de junio, se desarrolla ‘De colonias con mis yayos’, que en esta cuarta edición cuenta con la participación de 13 niños de edades entre 5 y 8 años. Algunos son nietos o bisnietos de residentes del centro y otros, familiares de trabajadores de la propia fundación.


Esta no es una colonia urbana al uso, sino un encuentro intergeneracional en el que niños y mayores comparten actividades educativas y lúdicas en un entorno diferente. Desde juegos tradicionales a cine, pasando por talleres de cocina, experimentos científicos y actividades hortelanas. “El objetivo es crear un espacio de convivencia entre ambas generaciones para que compartan sus valores y sus distintos modos de vida, fomentando la solidaridad”, cuenta Yolanda Rodríguez, subdirectora del área de mayores de la Fundación Federico Ozanam.


Adela tiene 81 años y lleva seis en la residencia. Ha participado en todas las ediciones de las colonias y está encantada. “Desde el momento en el que suben en el desayuno, nos plantan unos besos que nos dan la vida. Verles correr por el salón nos rejuvenece y nos enseñan a divertirnos”, afirma con emoción. Aunque Adela tiene nietos, también se siente abuela de estos pequeños: “A algunos ya los conocemos de otros años y el reencuentro es precioso. Los queremos mucho. Ojalá hubiera más niños y más días para disfrutarlos”, reconoce.


Con la diversión como denominador común, en el caso de los ancianos, el proyecto busca su participación activa en la realización de estas actividades con los pequeños, de los que también tienen que hacerse responsables. Mientras, los niños “observan con curiosidad y distancia el primer día, pero se van soltando y llegan a normalizar la vejez y la enfermedad incluso mejor que los adultos”, señala Rodríguez. Entre ellos termina por crearse un vínculo especial: “Muchos de los niños ya han repetido varias ediciones y van buscando a sus mayores, que les llegan a presentar como sus nietos durante los días que dura la colonia”.Abelino, el rey de los columpios

El pasado martes, en la residencia del barrio Oliver no se perdonó la siesta. Por la mañana, tocó salir al parque y practicar juegos tradicionales, lo que se tradujo en una jornada agotadora para más de uno. “Los mayores participan como si fueran sus nietos, los montan en los columpios e incluso algunos se atreven a subir a ellos. El día del parque es uno de los más divertidos. Los residentes hacen un esfuerzo por que los niños se lo pasen bien”, indica la responsable del área de mayores, que pone como ejemplo a Abelino, un anciano que, con más de 80 años, no pierde ocasión para montarse en los balancines.


Durante estos días, los protagonistas de las colonias también han metido las manos en la masa para crear su propia pasta ‘blandiblú’ y han visitado el huerto urbano para plantar su ‘maceta divertida’. Este viernes, tras una intensa semana de actividades, les toca despedirse con una fiesta en la que participan todos los residentes y en la que no faltarán los disfraces, el teatro o los concursos de canciones de la época.

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