"Abolir los toros supondría renunciar a la historia de la humanidad"

El francés André Viard expone el Museo de las Tauromaquias Universales en Zaragoza.

André Viard, en el Museo de las Tauromaquias Universales.
André Viard, en el Museo de las Tauromaquias Universales.
A. Navarro

Torero, periodista, fotógrafo, escritor... pero ante todo firme defensor de los valores de la Fiesta. Desde este martes y hasta el domingo, André Viard (Mirande, 1955) expone en Zaragoza el Museo de las Tauromaquias Universales. Un proyecto que repasa de forma cronológica la relación entre el ser humano y el toro en la zona mediterránea.


Pregunta: ¿De qué fecha data el primer encuentro hombre-toro?

Respuesta: El primer testimonio gráfico es de hace 23.000 años. En la cueva de Villars (Francia) hay pintado un hombre cromañón que porta un arma y desafía a un uro (mamífero muy similar al toro que se extinguió en el siglo XVII), pero tuvieron que darse combates mucho antes. Los neandertales también cazaban y es probable que en el futuro aparezcan nuevas pruebas.


¿Cómo ha sido la relación entre ambos a lo largo del tiempo?

De respeto y de lucha. El primer héroe que conoce la humanidad es el que se enfrenta al uro. Así lo constatan las pinturas parietales. No representan al hombre junto al oso o al elefante, y sí frente al uro. Poderle siempre fue un gesto muy preciado porque acepta el cuerpo a cuerpo y no huye cuando se le ataca.


Condición (la bravura) que le atribuye dimensión religiosa...

Así es. Hay mitologías que ven al toro como un Dios; otras como un vehículo de Dios. No es un animal más, sino que históricamente ha sido venerado por las distintas civilizaciones.


¿Y en qué se basa el derecho a matarlo?

El grueso de las religiones se fundan a partir del antropocentrismo (concepción que considera al ser humano como centro de todas las cosas y fin absoluto de la creación). Los filósofos no religiosos lo explican a través de la naturaleza. El hombre puede adueñarse de lo que tiene a su alrededor y, como predador último en la cadena alimenticia, está en derecho de matar al resto de especies.


¿Qué ha hecho cambiar ese fundamento moral en los últimos tiempos?

Curiosamente, fueron los nazis quienes aprobaron las primeras leyes de protección animal. Aunque sin llegar a equipararlos al hombre, su ideología contemplaba darles una serie de derechos. Después, llegó la llamada ecología profunda, que considera a la humanidad parte de su entorno y propone cambios culturales, políticos y sociales para lograr una convivencia armónica. Utopía que también pretende acabar con la caza, la pesca y cualquier práctica que implique el sufrimiento animal.


Por ello, usted entiende que es imprescindible que exista un discurso cultural que defienda la tauromaquia.

Desde luego. Más aun cuando enfrente tienes a alguien que te llama cruel o sangriento sin argumentos. En 10 segundos, ellos lo han dicho todo. Los taurinos necesitamos mucho más tiempo para defender un modo de civilización.


¿Considera que en esa capacidad analítica y argumentativa está el futuro de la Fiesta?

Es la única vía para acabar con tanta demagogia. No digo que trabajos como el mío vayan a salvar las corridas, pero sirven para demostrar que los políticos anteponen los derechos de los animales a los del pueblo. Algo que solo se explica a través del populismo, en obtener votos fáciles.


¿Qué supondría para la sociedad la extinción de la Fiesta?

Sería empezar a renunciar a nuestra historia. En una plaza, se ve un resumen simbólico de lo que somos. El hombre compone una obra artística y al animal se le respeta tratándolo como lo que es. El toro muere luchando porque su naturaleza es la lucha. La falta de respeto se produciría en el caso de acabar con él en el matadero, como si fuese una especie más.

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