La superficie de la ribera del Ebro se ha reducido un 40% en 50 años por la grava y la maleza

Una experiencia piloto realizada este año entre Alagón y Zaragoza confirma la drástica disminución del cauce del río.

La zona comprendida entre el puente de Piedra y el de Hierro presenta una abundante vegetación que poco tiene que ver con la de décadas atrás. Los vecinos exigen que se actúe para evitar que el problema se agrave.
La zona comprendida entre el puente de Piedra y el de Hierro presenta una abundante vegetación que poco tiene que ver con la de décadas atrás. Los vecinos exigen que se actúe para evitar que el problema se agrave.
Toni Galán

La superficie de la ribera del Ebro se ha reducido un 40% en el último medio siglo por la vegetación, las actuaciones realizadas y la grava acumulada en el cauce. Una reciente experiencia piloto realizada este año entre Alagón y Zaragoza por Francisco Pellicer, profesor de Geografía Física del Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Zaragoza, confirma que esta drástica reducción.

Las acumulaciones de sedimentos, recalca Pellicer, "han obstruido localmente el cauce y han provocado la sobreelevación del nivel del agua con el consiguiente peligro de desbordamiento".

El estudio, enmarcado en el proyecto ‘Eventos extremos. Inundaciones y sequías’ que dirige el profesor Antonio Embid, aboga por "retirar los escombros que invaden el cauce por doquier" y por "retranquear las motas para aumentar la sección hidráulica". Pellicer alude a las "numerosas obras de recalibrado del cauce" y a las retiradas de residuos practicadas en el tramo urbano de Zaragoza, así como a las zonas de inundación ‘abiertas’ en la ribera, que, según su criterio, deberían extrapolarse "a otras partes en las que se plantean retos similares".

La regulación de los caudales de crecida por los embalses de Yesa e Itoiz, unida a las obras estructurales de margen –entre las que se incluyen diques, motas y escolleras–, "han reducido las dinámicas de los meandros en gran medida". Pellicer alude al crecimiento de motas a lo largo de las riberas, que no solo ha servido "para salvar las vidas y los bienes de los ribereños, sino para el desarrollo de extensas fincas agrícolas sobre terrenos abandonados. Esto ha ido en detrimento del espacio fluvial, que ha "significativamente reducida la sección hidráulica del cauce" en el último medio siglo.

La fijación del cauce, apunta el estudio, ha reducido en cierto modo "la incertidumbre y la amenaza natural". "Pero también provoca efectos no deseados como la acumulación de gravas es islas de sedimentos", añade.

Para Luis Eduardo Moncín, alcalde de Pradilla y presidente de la Comisión de municipios afectados por el río Ebro, el 40% al que apunta Pellicer "se queda corto". "Hay un exceso de maleza, gravas y vegetación. Con cada avenida extraordinaria el cauce se reduce más. Si no se actúa va a haber cada vez más problemas", razona.

La retirada de las gravas es algo que la ribera "lleva años pidiendo". "Ahora parece que las administraciones van tomando más conciencia. Hay iniciativas, solo falta que presupuesto para llevarlas a cabo", manifiesta.

Las principales se incluyen en proyectos como el Ebro 2030, liderado por la DGA, o el Ebro Resilience, capitaneado por el Ministerio de Transición Ecológica. El problema, recalca Moncín, es que la reducción de la superficie de las riberas "se ha agravado en las últimas décadas" y "seguirá haciéndolo si no se actúa". El regidor cree que "no vale" limpiar únicamente tras cada avenida extraordinaria, sino que se necesita "una partida anual" en los Presupuestos Generales del Estado.

Tras la última riada, el presidente de Aragón, Javier Lambán, reclamó 80 millones de euros para un plan integral de limpieza. Sin embargo, hasta la fecha no ha trascendido si el Ejecutivo central se comprometerá y destinará una partida en 2019 para este fin.

Más de 500 obras siguen pendientes seis meses después de la crecida

La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) tiene aún por ejecutar 500 obras de emergencia en la provincia de Zaragoza como consecuencia de la avenida extraordinaria de abril. Unas 300 corresponden al eje del Ebro y las 200 restantes, a zonas del Jalón y el Jiloca. En el conjunto de la cuenca quedan mil actuaciones pendientes. La intención, como adelantó su presidenta, María Dolores Pascual, es que la mayoría acaben este mismo año.

A las ya terminadas se unen otras actualmente en marcha. La Confederación trabaja estas semanas en 229 puntos del Ebro y sus afluentes. En Zaragoza, las tareas se centran en 64 zonas, entre las que destacan Alagón, con nueve actuaciones en marcha, Pina (ocho), Novillas y Pastriz (siete), Movera (seis) o Quinto de Ebro (cuatro). En paralelo, ha iniciado una intervención en Bardallur para retirar tapones del cauce del río. También actúa en Cosuenda para reponer y crear una nueva protección en el barranco. En el entorno de Torres de Berrellén se trabaja actualmente en limpiezas y desbroces en 550 metros de longitud. Asimismo, se está reparando "una erosión en un tramo de 150 metros en Alagón".

En el término municipal de Zaragoza, explican desde la CHE, se actúa en un total de cinco puntos.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión