Canela estaba de pie y apuntaba hacia abajo cuando disparó a la cabeza de Racolti en Ricla

Los peritos de la Guardia Civil creen que si hubiera sido un tiro fortuito en un forcejeo la víctima no habría estado agachada.

El acusado, durante la cuarta sesión del juicio, celebrada este jueves en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
El acusado, durante la cuarta sesión del juicio, celebrada este jueves en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
HA

La víctima del llamado crimen de Ricla, Robert Racolti, de 23 años, medía 1,83 metros. El acusado, Francisco Canela Grima, de 46 años, dijo el primer día del juicio que tiene una altura de "1,65 aproximadamente". Sin embargo, cuando se produjo el disparo que acabó con la vida del joven de origen rumano, este se encontraba agachado en un baño de apenas dos metros cuadrados con la cabeza en una plano inferior a la del tirador.Así lo explicaron ayer los peritos del Departamento de Balística y Trazas de la Guardia Civil, poniendo en duda la teoría del forcejó y disparo accidental que siempre ha mantenido el presunto homicida, al que un tribunal popular juzga en la Audiencia de Zaragoza y para el que se piden hasta 25 años de prisión.

¿En qué se basan los especialistas para llegar a esta conclusión? Principalmente, en los restos de masa encefálica de la víctima que se hallaron sobre la tapa del inodoro del minúsculo aseo. "Si ambos hombres hubieran estado de pie, estos restos habrían aparecido en la pared. Sin embargo, los hallamos encima del váter", explicó uno de los funcionarios de la Benemérita.

Tras analizar el escenario de los hechos, los expertos concluyeron que el disparo que mató a Racolti se efectuó en el baño, que el tirador estaba de pie de espaldas a la puerta y que apuntaba hacia abajo, cuando la víctima se encontraba agachada con la cabeza por encima del inodoro.

Durante la primera sesión del juicio, Canela explicó que trató de auxiliar a Racolti –no falleció en el acto– y le taponó la herida con papel higiénico para frenar la hemorragia. Según este, fue entonces cuando él mismo pudo depositar restos de masa encefálica de la víctima sobre la tapa del váter. Para aclarar esta cuestión, la acusación particular preguntó ayer a los peritos de la Guardia Civil si alguien podría haber depositado en aquel lugar los restos orgánicos. "No parece colocada intencionadamente. La masa encefálica que hallamos estaba dispersa en forma de cono, lo que es habitual en una explosión", apuntaron.

Dos cartuchos sin detonar

La Fiscalía aprovechó también la comparecencia de los especialistas en Balística para preguntarles por los dos cartuchos sin percutir que se localizaron en el lugar de los hechos: uno en la bodega y otro en el pequeño baño donde la víctima recibió el disparo en la frente. Sin descartar otras teorías, como el hecho de que se le cayeran al acusado del bolsillo –como él mismo declaró–, los peritos recordaron que cuando una persona inexperta maneja un arma semiautomática y efectúa un disparo puede echar atrás la corredera para cargarla de nuevo, ignorando que ya hay un cartucho en la recámara."Entonces, el cartucho sin detonar sale proyectado hacia arriba y hacia atrás", dijeron.

Según las acusaciones, el hallazgo de estos proyectiles podría probar que al encausado no se le disparó la pistola sino que incluso intentó cargarla para seguir disparando. Según los especialistas en Química y Medio Ambiente de la Guardia Civil, que también comparecieron ayer, el tiro mortal se efectuó a una distancia de "entre 30 cm y metro y medio". El juicio concluye hoy.

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