Zacarías Fievet: "Nada me hace más feliz que fotografiar mis montañas"

Con 21 años, este joven del Pirineo aragonés es pastor de alta montaña. Este jueves inaguró en Utebo una exposición que pretende dar a conocer y recuperar un oficio que poco a poco se está perdiendo. Se podrá visitar hasta el 25 de febrero.

Para Zacarías Fievet, pastor de alta montaña a sus 21 años, no hay oficio más "ideal" que este para los amantes de los animales y los enamorados de la naturaleza. "Que desaparezca ahora me parece una estupidez sabiendo que sigue habiendo pastos y que la gente no tiene trabajo... Es una pena porque es de los trabajos más antiguos que hay en la humanidad y si se pierde es por desconocimiento. Yo quiero aprovechar para dar a conocer este oficio, que la gente se anime y pruebe, que lo más duro es el principio pero luego se le coge el gustillo", reconoce.

A través de la exposición fotográfica 'Tras los ojos del pastor', que se podrá visitar en el Museo Orús de Utebo del 25 de enero al 25 de febrero, Zacarías trata de recuperar un oficio que poco a poco se está perdiendo y que él, sin embargo, ha aprendido desde niño en el valle de Benasque. "Mis padres han sido pastores toda su vida y cuando éramos pequeños nos teníamos que subir con ellos a la montaña. Es algo que hemos mamado y nos ha enamorado porque es la vida misma, la naturaleza en estado puro, y lo hemos cogido con gracia", relata.

Él es el menor de seis hermanos (tres chicas y tres chicos de entre 21 y 32 años), de los cuales cuatro se dedican al pastoreo. "Mi hermano está en las pistas de esquí de Cerler, mi hermana en Los Alpes y tengo otro hermano en Gistaín, por el valle de Chistau", detalla. Para Zacarías, sin embargo, este que hoy cuenta en imágenes ha sido su primer verano en las montañas acompañado de un rebaño de 1.500 ovejas, dos mastines y un perro. "Me contrataron en verano por la presencia del oso en el valle de Arán, para controlar el rebaño y llamar a los forestales en caso de ataque. En tres meses he tenido nueve ataques con 11 ovejas muertas; hemos sido de los más afectados y este es un problema grande, porque que haya convivencia con los osos y los lobos es muy complicado, con todo el estrés que genera y los abortos que vienen después. Es una gran pérdida para el ganadero", lamenta.

Para él, sin embargo, los inconvenientes del oficio se compensan con todo lo bueno que vivir en la naturaleza depara a quienes siguen apostando hoy en día por el pastoreo. "Allí arriba eres tú mismo con la naturaleza. Ahora el estar solo está hasta mal visto y no debería ser así. La soledad no es un motivo de tristeza, es un momento de reflexión y a mucha gente le vendría bien estar solo para darse cuenta de lo que hace y de cómo son. Estar solo te ayuda a observarte", sentencia.

El vínculo que se crea con los animales y el medio es otro de los aspectos que subraya este joven pastor para animar a otros de su generación a recuperar este oficio que él aprendió de niño. "Me apasiona enseñar a los perros a trabajar y que vean resultados. La perra que me dejaron en verano me parió en la montaña y me he quedado un cachorro (una perrica de cinco meses). La vida que le puedes llegar a ofrecer en alta montaña es única. Aquí están motivados y solo quieren salir de la cabaña y estar todo el día con las ovejas; disfrutan igual que yo", confiesa.

Entre las numerosas ventajas que para él tiene este trabajo radica también un hecho importante: que, como dicen los abuelos, en él nunca dejas de aprender. "Los animales, las ovejas, no son una ciencia cierta, cambian según el clima y dónde estés, y tampoco son cosas que aprendas en la escuela, claro. Yo tengo la suerte de que me viene de familia, pero mi padre y mi madre no venían de ganaderos, simplemente les gustaba la naturaleza y los animales, estuvieron en una escuela de pastores y siguieron adelante", añade. La aventura de dos jóvenes pastores franceses les trajo a él y a sus hermanos hasta el valle de Benasque. "Estábamos en la parte de Sahún. La cabaña no estaba muy bien, pero teníamos una tienda en la que cabían seis personas, y ahí vivíamos", dice con una sonrisa.

Fotografía y pastoreo en alta montaña: "nunca se repite el mismo paisaje"

En la fotografía Zacarías ha encontrado su otra gran pasión, la que complementa con su oficio de pastor y le ayuda a contarle al mundo que ese trabajo que aprendió de niño no es tan malo para los de su generación. Al contrario, él se siente un privilegiado y asegura que los tres meses que ha pasado en la zona de Baqueira Beret con el rebaño ha disfrutado caminando, pastoreando y fotografiando lo que encontraba a su paso. "Vas buscando un poco el encanto de cada sitio y para los que somos enamorados de este medio le conseguimos sacar lo bonito a todo que nos rodea", confiesa.

La fotografía era algo que siempre le había gustado, pero que aún no había puesto en práctica. El año pasado, con lo que tenía ahorrado, se compró una cámara y se marchó a Asturias a hacer un curso de seis meses para contar con un certificado de profesionalidad. Esta muestra de 33 imágenes que llega a Utebo es la segunda que realiza tras exponer primero en Benasque, del 22 de diciembre al 4 de enero. "En tres meses he sacado un montón de instantáneas, pero no voy en busca de las fotos. Yo voy con el rebaño de pastor y llevo la cámara encima y, según se me van presentando los momentos, hecho fotos, pero no dejo de atender mis responsabilidades por hacer una fotografía. Hay días que llevo la cámara en la mochila para hacer peso y otros que tienes unas luces que son especiales. Nunca se repite el mismo paisaje", señala este amante de la naturaleza.

A su juicio, el pastoreo desempeña una labor que es importante conservar para la limpieza natural de los montes. "Si no hubiera pastoreo los montes estarían sucios y las consecuencia de los incendios forestales serían graves. En Asturias, por ejemplo, por la presencia de lobos no quedan casi ovejas y están los montes asquerosos. Es una pena que con lo bonito que es aquello este así porque no tienes animales que lo limpien", lamenta.

Para recuperar el pastoreo y evitar que este ancestral oficio se pierda asegura que hacen falta más apoyos institucionales que incentiven a otros a apostar por este medio y que mejoren las cabañas e infraestructuras vigentes que dan cobijo a los pastores. "El pastoreo está desapareciendo. Pastores españoles jóvenes muy pocos quedan, y es una pena porque habría gente que si probara sabría apreciar esto y le gustaría. Enamorados de la naturaleza y de los animales hay muchos… pero la gente tiene un punto de vista del pastoreo que igual no es el correcto. Yo animaría a la gente a ir a escuelas de pastores a que probasen y vieran qué tal. La libertad o el tipo de estrés que conocemos allí en la montaña no existe", destaca en favor de este medio.

Próxima parada: Llanos del Hospital

Tras su primera experiencia como pastor 'debutante' en el valle de Arán, Zacarías regresará en verano a ejercer el oficio en el valle que le ha visto crecer, en la zona de Llanos del Hospital"Como no encontré trabajo antes por mi zona me fui allá, pero me gusta más el valle de Benasque porque tiene sitios más empinados y es diferente... Este verano estaré en Llanos del Hospital. Saldremos de Campo para el 27 de junio y haremos unos tres días de caminata hasta allá. Estoy muy contento, nada me hace más feliz que fotografiar mis montañas", afirma ilusionado.

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