Peñistas y cofrades protagonizan la romería con ritmo

La traca fin de fiestas en la plaza de España remató los cinco días de celebraciones en Calatayud.

Las charangas acompañaron a los asistentes a la subida a la ermita y el posterior descenso.
Las charangas acompañaron a los asistentes a la subida a la ermita y el posterior descenso.
Macipe

Calatayud regresa a la normalidad tras la traca que anoche, con la compañía y los cánticos de parte de los 4.365 peñistas inscritos, dio por finalizado el San Roque 2017. Todo ello en un día en el que los actos con mayor emotividad y tradición comenzaron a las 5.00 con la romería.

"Es muy emocionante para todos y siempre cae alguna lágrima", reconocía Paula Marín, presidenta de la Cofradía de San Roque. Marín indicaba que el momento "más especial" para ella es "ver al santo subir a la ermita con todas las peñas y con Calatayud al fondo". Concluida la misa, se repartieron más de 3.000 raciones de chocolate que, según Laura, que lleva cuatro años en el reparto, "es un momento de responsabilidad y nervios porque es conservar una tradición". Después los cofrades fueron a casa del preboste Juan José Navarro, quién recordaba cómo su hijo le contó que le había tocado el santo para este año: "Estaba en el paseo y no me lo creí. Luego ya me eché a llorar como un niño". En el patio de su domicilio se realizó el sorteo del santo para elegir al preboste entrante de 2018. La afortunada fue Isabel Muñoz, quien recibió la noticia por teléfono y que, como apuntaba Marín, "estaba llorando y en estado de shock". En el acto estaban presentes parte de los 788 cofrades, desde los más mayores hasta los más jóvenes. Como Nicolás, de 8 meses, cuyos padres confiaban en que tras 20 años el santo volviera a tocarle a la familia.

Empate en el tiro de soga

Algunos peñistas como los de Nogara y Garnacha hicieron un último esfuerzo para participar en el tiro de soga, que este año se resolvió con un ‘empate técnico’ al romperse la cuerda por la mitad. "Es la primera vez en 31 años que pasa esto, creemos que algo han hecho para que no ganáramos otra vez", reconocía un morado. Para un blanquillo, que discrepaba con el palmarés, lo sucedido era inevitable: "O partíamos la soga o arrancábamos el árbol al que la tenían atada".

Por la tarde, en la suelta de vaquillas se destrozaron los muñecos de capea con la presencia, por primera vez en este acto, de la imagen de San Roque. Estas figuras volvieron a aglutinar capítulos de crítica social, económica y política, incluido un Donald Trump que lanzaba sus ‘ideas’ sentado sobre un retrete.

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