El rastro de pólvora desmonta la versión exculpatoria del detenido por el crimen de Épila

La Guardia Civil halla residuos de disparo en sus manos y brazos y estima que abrió fuego a solo 30 cm de la víctima.

El informe del laboratorio de criminalística.
El rastro de pólvora desmonta la versión exculpatoria del detenido por el crimen de Épila

El laboratorio de criminalística de la Guardia Civil acaba de remitir a la juez que investiga el asesinato de Javier Martínez Gracia, de 57 años, en Épila un informe que desmonta la declaración exculpatoria que el presunto homicida, Cecilio J. J., de 51, hizo en el juzgado de guardia tras su detención. El crimen se produjo a las seis de la tarde del pasado 3 de febrero y los testigos identificaron desde el primer momento al agresor. Sin embargo, los agentes tardaron dos horas y media en dar con su paradero, tiempo que parece que utilizó para deshacerse del arma y cambiarse de ropa. Y aunque la pistola todavía no ha aparecido, los residuos de pólvora que ahora se han hallado en las extremidades superiores y algunas prendas del supuesto asesino confirmarían que fue él quien apretó el gatillo.

Los investigadores no tenían claro que los resultados de la que coloquialmente se conoce como prueba de la parafina o dermotest fueran positivos, ya que se tardó bastante tiempo en poder tomar muestras al supuesto criminal y ello podía dar lugar a la desaparición de las partículas microscópicas que se depositan sobre la piel tras un disparo o a la contaminación de las mismas. De ahí la satisfacción de la Guardia Civil al saber que, pese a haberse cambiado de indumentaria, ‘La Carmen’ –como se conoce al detenido en Épila– no se había lavado y tanto en las manos como en los brazos conservaba restos de plomo, antimonio y bario. Porque es la presencia de estos tres elementos la que determina con certeza que alguien ha hecho uso de un arma de fuego.

La Policía Científica remitió también al laboratorio varias de las prendas que el presunto asesino llevaba puestas cuando se presentó en casa de la hermana de Javier Martínez Gracia. El investigado sabía que era allí donde se encontraba la víctima, por lo que al verle salir a la puerta y tras apenas cruzar unas palabras le disparó en el hombro izquierdo. El proyectil le alcanzó una arteria, lo que hizo que el hombre falleciera desangrado como consecuencia de un shock hemorrágico.

Al analizar la ropa del arrestado, que se encuentra en prisión provisional desde hace ya seis meses, los técnicos han hallado también concentraciones de plomo, antimonio y bario en una camisa y un pantalón. Este hecho reforzaría la tesis de que fue él quien acabó con la vida del vecino de Épila, a cuya familia representan las letradas Laura Vela y Soraya Laborda.

Disparó casi a quemarropa

Los responsables de la investigación no han conseguido dar con el arma homicida, de ahí que también enviaran a analizar la sudadera que el fallecido llevaba puesta. Lo que pretendían era que el laboratorio de criminalística, basándose en el orificio que dejó el proyectil en la parte delantera de esta prenda, determinase su calibre así como la distancia a la que se efectuó el disparo. Y eso es lo que ha hecho.

Respecto al calibre, los autores del informe concluyen que estaría entre los 5,56 y los 9 mm, lo que permitiría hablar de una pistola de tamaño medio o pequeño. En cuanto a la distancia que había entre el arma y la víctima, se descarta que fuera un tiro a quemarropa o cañón tocante. En cualquier caso, por el anillo de suciedad detectado en el entorno del orificio de la sudadera, los expertos llegan a la conclusión de que el disparo se realizó a unos 30 centímetros.

Cuando fue interrogado por lo sucedido ante la juez de guardia, Cecilio J. J., al que asiste el letrado Javier Elía, dijo no saber nada del crimen y aseguró que pasó la tarde esperando a que llegara un familiar para ir al médico. Aprovechó entonces para contar que padece "esquizofrenia, alucinaciones, doble personalidad y manía persecutoria". Entre sus numerosos dislates, el sospechoso declaró que desde que tenía 8 meses la CIA tiene su "cerebro controlado", y que le hacen lo que quieren para luego "lavarle" el cerebro.

Recuerda la titular del Juzgado de Instrucción número 2 de La Almunia que con la práctica de esta prueba se dan por finalizadas la diligencias acordadas, por lo que las pesquisas entran en su recta final y se allana el camino para la celebración del juicio con jurado.

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