Los restos de San Íñigo vuelven a casa más de 1.000 años después

Las reliquias del patrón de Calatayud viajaron por un día desde el monasterio de San Salvador de Oña. La procesión celebrada ayer se calificó como "un hecho histórico".

Muchos devotos se acercaron a besar y tocar la urna con los restos de San Íñigo.
Muchos devotos se acercaron a besar y tocar la urna con los restos de San Íñigo.
Macipe

"Un hecho histórico". Ha sido la expresión más utilizada en los últimos días en Calatayud desde que se conoció la noticia de la llegada de los restos de San Íñigo Abad, a su localidad de origen. Una fecha muy especial, por ser el día en que se celebra la festividad del patrón, y por cumplirse una importante efeméride: hace 1.000 años que abandonó su ciudad natal para marchar a San Juan de la Peña.

Ayer, después de tres horas de viaje por carretera, llegaron a la ciudad del Jalón representantes municipales y religiosos de Oña. En la puerta de Zaragoza esperaban autoridades civiles y militares y, por supuesto, decenas de devotos que aguardaban para venerar al santo. Después de la eucaristía, oficiada por el obispo de Tarazona, Eusebio Hernández, fue el momento de salir a la calle en procesión en la que, acompañado por la Cofradía y Antigua Esclavitud del Glorioso San Íñigo y al son de la banda de música, el santo recorrió las calles de Calatayud antes de regresar de vuelta al monasterio de San Salvador de Oña.

La llegada de las reliquias de San Íñigo a Calatayud se gestó en el mes de abril y durante una visita de la asociación Alfonso I el Batallador a Oña –para una recreación histórica–. De las conversaciones entre el concejal de Turismo, Sergio Gil, y el párroco de Oña, Cecilio Aro, surgió la posibilidad de hacer "algo especial entre las dos localidades". Ambos mostraron su disposición y consiguieron sacar adelante todos los trámites con las diócesis de Burgos y Tarazona, así como con Patrimonio de Castilla y León.

Ambos consistorios han coordinado los dispositivos de seguridad, ya que la propia urna en la que se encuentran los restos es una obra de arte. Se trata de un cofre embellecido en planta y cuya fabricación la encargó Felipe II en 1597 con el objetivo de que el cuerpo del santo estuviera "bien custodiado y dignamente expuesto". Los restos óseos de san Íñigo descansan de forma permanente en la capilla mayor del monasterio de San Salvador de Oña, bajo los frescos del pintor aragonés Francisco Bayeu.

También gracias a Felipe II, el monasterio de San Lorenzo del Escorial cuenta desde el siglo XVI con un relicario de san Íñigo. En 2014 se reabrió el arca para conceder otra reliquia, en este caso, parte del talón, al monasterio de Leyre, en Navarra. Asimismo, Calatayud cuenta con una reliquia de su patrón, en concreto, la correspondiente a parte de un fémur.

Como anécdota, el párroco de Oña explicaba que no es la primera vez que se planteaba este acontecimiento. Según Cecilio Aro, las crónicas del monasterio burgalés recogen que en la Edad Media y ya habiendo cargado el arca con dos bueyes tirando una carreta para llevarlos a Calatayud, "justo a la salida del pueblo, los bueyes se volvieron y entraron otra vez al monasterio" sin motivo aparente. Algo que en el complejo monacal se interpretó como una señal.

La vida del santo

San Íñigo nació en la ciudad de Calatayud a finales del siglo X, periodo histórico de dominio musulmán. Lo hizo en el seno de una familia con un importante poder social y económico. Sin embargo, pronto sintió una fuerte advocación religiosa que le retiró al entorno de Campiel, muy cercano a la localidad, donde vivió como ermitaño en los montes en su primera dedicación a la fe. Poco más tarde, a los 17 años, marcharía a San Juan de la Peña, lugar donde recibió sus primeras nociones sacerdotales antes de ser designado abad del monasterio de San Salvador de Oña, cargo que ocupó durante 34 años y hasta su fallecimiento en el 1564.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión