Salud mental: ejercicio de realidad

Uno de cada cuatro aragoneses sufrirá un problema de salud mental en su vida, pero estas enfermedades son todavía un tabú del que nadie quiere hablar. En Zaragoza, el Club Hispanos del Carmen, con jugadores de balonmano, fútbol, baloncesto y rugby, integra a enfermos mentales, que en competiciones, charlas y entrenamientos escolares se deshacen de la etiqueta de enfermos para resurgir como personas.

Deportistas del equipo de baloncesto de Hispanos del Carmen.
Salud mental: ejercicio de realidad
D. Royo

Uno de cada cuatro aragoneses tendrá problemas de salud mental a lo largo de su vida. Puede ser ansiedad, depresión, anorexia, esquizofrenia, personalidad límite... Uno de cada cuatro, un 25% de la población, y puede surgir en cualquier familia. "Y aún así, sigue siendo un tema tabú, del que nadie habla. Existe un enorme desconocimiento social, un estigma injusto que marca a la persona a veces para toda su vida", resume Diego Royo, educador social del Centro Neuropsiquiátrico del Carmen, en Zaragoza, y alma de su escuela de deporte. Desde hace ya cinco años, Royo organiza, entre otras actividades, los equipos deportivos del centro hospitalario zaragozano: balonmano, baloncesto, fútbol y rugby. Un club deportivo por el que nadie daba un euro hace cuatro años, cuando se formó, "y que se ha convertido en nuestra principal herramienta para llamar la atención de la sociedad. Porque en nuestro club hay 35 deportistas que creen en lo que hacen, que se esfuerzan cada día en los entrenamientos, que derriban barreras mediante el balonmano, baloncesto, fútbol y rugby", destaca Royo. Con el nombre de Club Hispanos del Carmen, participan en competiciones federadas, cara a cara con equipos de su misma categoría. "Y en la cancha no hay diferencias, el esfuerzo se recompensa, la disciplina se exige... Es otra manera de dar herramientas para afrontar la vida, pero también para mostrar a la sociedad que la enfermedad mental tiene un rostro, porque un ciudadano deja de ser persona y se convierte, simplemente, en ‘un esquizofrénico’. Nadie quiere a un enfermo mental en el rellano de su casa, nadie desea compartir un espacio de trabajo", considera Royo.

No es casual que el Centro Neuropsiquiátrico del Carmen esté a doce kilómetros de Zaragoza. Pasado Garrapinillos, sin transporte urbano, está aislado de todo y de todos. "La salud mental todavía es un tabú en la sociedad. Se oculta que un familiar está enfermo, el afectado silencia sus síntomas. Incluso se resiste a pedir ayuda, lo que dificulta aún más los tratamientos. El centro se construyó en los años setenta bien retirado de la ciudad porque se quería a los enfermos lo más lejos posible. Y muchas cosas no han cambiado", afirma Alfonso Cerdán, director gerente del centro, una especie de ‘pozo’ del parchís de la vida, donde caen los enfermos mentales que han agotado ya todos los recursos, la mayoría sin sostén familiar que les ayude, y que acumulan ingreso tras ingreso, una lista de terapias. "Atendemos a pacientes en salud mental, y también a discapacitados y dependientes. Han pasado 45 años desde que este centro se instalase en Zaragoza, que daba así una atención a un colectivo que estaba marginado e incomprendido. Y desde entonces tampoco han cambiado muchos las cosas: se ha creado un estigma en torno a la salud mental y nosotros luchamos contra ese estigma. Queremos que estas personas se integren en la medida de sus posibilidades. Y la mejor forma es a través del deporte y la educación", dice Cerdán.

Así surgió este año la iniciativa ‘Enroscados’, proyecto de lucha contra el estigma en salud mental y de promoción del balonmano. Son sesiones de entrenamiento del Club Hispanos del Carmen en colegios zaragozanos, pero también una manera de trasladar a la ciudadanía los beneficios que el balonmano ha dado a los deportistas del Centro Neuropsiquiátrico: mejora de la condición física, disminución de hábitos tóxicos, empoderamiento personal y mejora de las relaciones sociales. "Cuatro miembros de nuestro equipo acuden a centros escolares para explicar las bases del balonmano –explica Diego Royo–. Son grupos de unos 25 o 30 niños que reciben primero una charla de sensibilización sobre salud mental, con vídeos que muestran cómo afectan estas enfermedades y cómo el deporte ayuda a afrontarlas". Y después, la práctica. "Además de nuestros cuatro deportistas contamos con la colaboración de dos jugadores profesionales de balonmano: Alberto Val (jugador del Bada Huesca) y Juan Caamaño (exjugador del CAI Balonmano Aragón y delegado de la selección española de balonmano). Son dos horas de deporte, integración en las que se siembra la semilla de la empatía".

RECOGER LO SEMBRADO

Para los escolares del colegio Sagrada Familia, el entrenamiento de balonmano de Enroscados es una jornada de fiesta. Y el jugador del Bada Huesca Alberto Val es un gigante que desborda paciencia y buen humor. Los niños le felicitan, le tiran del brazo para hablar con él, y Val intenta poner orden. "No es difícil en realidad, si se descontrolan un poco solo tengo que dar un vozarrón y se callan. Es lo que tiene ser tan alto", sonríe. Desde principios de año, Alberto Val colabora con el equipo de balonmano Hispanos del Carmen con entrenamientos semanales en el Centro Neuropsiquiátrico. "Para mí, es una forma de devolverles todo lo que nos han dado. Hace dos años, los deportistas del centro acudían a todos los partidos del Club Balonmano Aragón, una charanga de aplausos, tambores y pancartas de ánimo que nos daba mucha fuerza". Y cuando surgió en febrero el proyecto Enroscados, no lo dudó. "Es la mejor manera de lograr ese doble objetivo: la socialización por ambas partes". Comparte su opinión el también jugador profesional Juan Caamaño, que añade también la importancia de difundir el balonmano en los colegios: "No es un deporte mayoritario, pero el interés va creciendo. Vamos a un centro por semana y ya tenemos cerrado el calendario de abril".

Terminado el entrenamiento, los cuatro miembros de los Hispanos, Jesús, Conchita, Santi y Christian reciben los aplausos y firman autógrafos. "Es tan diferente a lo que vives en el día a día, donde la gente se aparta por la calle cuando te ve. Pero los niños asimilan más fácil el mensaje, entienden qué es una enfermedad, cómo se debe estar, qué significa y qué no...", señala Conchita, pivote del equipo. Jesús, que durante toda la sesión no se ha separado de Alberto Val, destaca lo importante que es poder dar algo a la sociedad, "sentir que tú puedes enseñar. Formar parte de estos equipos es muy importante, notas cómo entras de nuevo en la sociedad".

Para ser convocado a jugar en cualquiera de las disciplinas de Hispanos del Carmen, los deportistas tienen que haberse esforzado toda la semana. "Se trata de personas que en su trayectoria de terapias y hospitales siempre han tenido una vivencia de castigo. Aquí se trata de dar una recompensa si ellos han aportado: si han cumplido con su trabajo en el centro ocupacional, si han entrenado duro... Cada jugador tiene una ficha donde se apunta el itinerario que han llevado, y jugar es su objetivo".

El modelo de atención en el Centro Neuropsiquiátrico del Carmen es hospitalario. "Significa que comenzamos nuestra misión en los setenta dando el apoyo que nadie quería o podía dar, pero también que vamos más allá de la medicina, nos implicamos en el cuidado, la familiaridad y el hogar", enumera Isabel Martínez, supervisora de la Comunidad de las Hermanas Hospitalarias. El centro ha sido pionero en su acercamiento a la enfermedad mental, "porque consideramos que la persona va más allá de la enfermedad. Todos tenemos nuestras limitaciones, pero también nuestras capacidades, y supervisar esa parte del diagnóstico, esas limitaciones y capacidades, es la clave. Podemos hacernos una expectativa real de cuánto puede aportar cada persona, para después trabajar en ello", explica José Luis Girón, director de Enfermería del centro. "Pero nosotros llegamos hasta donde podemos. Si luego la persona va a su casa o a comprar el pan y le miraron raro, el problema ya está en qué información tiene la persona que juzga. A lo mejor también está enferma, pero su dolencia no está estigmatizada. Nadie señala al que tiene problemas de huesos, de hígado o de riñón, por ejemplo. Nadie se aleja, nadie se ríe...", añade Alfonso Cerdán.

Pero la salud mental ha sido la hermana pobre de la Sanidad en los últimos 40 años. Faltan recursos, herramientas, apoyo institucional y social... "El ejercicio de realidad lo tenemos que hacer en muchos aspectos. Con los enfermos, para aceptar sus limitaciones y así distinguir y potenciar sus posibilidades. Pero también nosotros hemos de ser realistas con los recursos de que disponemos. Proyectos como la Escuela de Deporte han de ser sostenidos en el tiempo", añade el gerente.

Precisamente, esa falta de recursos ha hecho un enorme daño al enfermo mental, "ya que existen listas de espera para acceder a un centro, y es necesario un apoyo para los enfermos y los cuidadores. Si la persona no está siguiendo el tratamiento adecuado o no tiene acceso a un centro, la imagen que da en una vía pública o en su casa es tremendamente perjudicial. Cuando lo cierto es que esa persona no tiene la culpa: necesita un tratamiento", señala José Luis Girón. Actualmente se está elaborando un nuevo Plan de Salud Mental en Aragón, "y queda ver si se queda en buenas intenciones o va acompañado de dotación presupuestaria. También interesa saber cómo se aplicará, si se resolverán las necesidades...", advierte Alfonso Cerdán.

OTRA OPORTUNIDAD

El equipo de profesionales del Centro Neuropsiquiátrico del Carmen trabaja con un objetivo: que la estancia de los usuarios no sea un punto final en sus vidas. "Apostamos porque esto sea el principio de algo nuevo, con herramientas para la vida diaria. Y un pensamiento claro: “Yo soy más que un enfermo, yo soy una persona con mis derechos y obligaciones”", señala Diego Royo. "Dentro del programa socioeducativo, trabajan en el centro ocupacional, cada persona según sus posibilidades. Son trabajos que exigen más o menos habilidad, de montaje de aparatos, mecanismos eléctricos... Además, está la terapia, los entrenamientos..., actividades cuyo cumplimiento trae una recompensa. La normalización y la toma continuada del tratamiento lleva también a la posibilidad de compartir uno de nuestros pisos en Zaragoza".

Mientras, la Escuela de Deporte ha sido reconocida por su esfuerzo integrador. En 2015 recibió una mención al mérito deportivo por parte de la Federación Aragonesa de Balonmano; en 2016, el proyecto ‘Estigma cero’ fue distinguido por el Ayuntamiento de Zaragoza con el premio Deporte e Integración, y la iniciativa ha sido también reconocida con el premio a las buenas prácticas del Colegio profesional de Educadores Sociales de Aragón. "No ha sido fácil, no todo sale redondo –concluye Royo–, hay fracasos personales y herramientas que no funcionan, pero de eso se aprende. Aquí hacemos el camino día a día".

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