El acusado de decapitar a un vecino de Ejea en 1996 se enfrenta a 18 años de cárcel

El crimen se resolvió dos meses antes de que prescribiera y se juzgará en abril.

Pablo Canales, en julio de 2016, en los juzgados de Ejea.
Pablo Canales, en julio de 2016, en los juzgados de Ejea.
Oliver Duch

Pablo Miguel Canales Lahoz, detenido en julio de 2016 como presunto autor del asesinato de Eduardo Montori Sanz, cometido en 1996 en Ejea, será juzgado el próximo mes de abril. La fiscal del caso solicita para él una condena de 18 años de cárcel y el pago de una indemnización de 80.000 euros al hijo de la víctima, que tenía solo 4 años cuando murió su padre.

El acusado, de 44 años, tiene numerosos antecedentes por otros delitos y es conocido por sus vecinos por su carácter conflictivo y agresivo. Durante sus broncas, no duda en amenazar con matar, quemar o violar a quien le planta cara. Los agentes de la Policía Local de la capital cincovillesa han tenido que escucharse muchas veces sus intentos de intimidación cada vez que lo han arrestado y llevado a los calabozos.

Fue en una de esas detenciones, concretamente la llevada a cabo el 7 de noviembre de 2015, en la que tras montar la consabida trifulca volvió a insultar y amenazar a los policías. «Soy de Ejea, sé donde vivís y os voy a matar a todos», fue una de sus imprecaciones y «zorrón, maricón, te mataré. Te voy a cortar la cabeza como hice con Montori. No me verás ni acercarme», otra.

Eduardo Montori tenía 34 años cuando fue asesinado y el crimen había quedado sin resolver, algo que era sobradamente conocido en la localidad. Los agentes municipales, hartos de sus amenazas, optaron por dar cuenta por escrito a la juez de la localidad, quien decidió reabrir el asunto cuando estaba a punto de prescribir.

Una de las diligencias que ordenó fue pedir a la Guardia Civil que volviera a analizar las huellas halladas en el lugar del crimen, en especial, la de la palma de una mano -con sangre del fallecido- que se recogió de la pared de una de las habitaciones de su casa.

En 1997, ya había sido cotejada con las tomadas de las manos de los cinco varones, todos relacionados con el tráfico de drogas, que llegaron a ser detenidos como sospechosos. Entre ellos, se encontraba Pablo Miguel Canales Lahoz, pero los medios utilizados entonces por el laboratorio de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Madrid no permitieron hallar ninguna coincidencia.

Pero, veinte años después, las nuevas tecnologías aplicadas al ámbito criminalístico permitieron afirmar que, sin género de dudas, que la palma de la mano con sangre de la víctima era la de Pablo Canales.

Acusación fiscal

La fiscal recoge en su escrito de acusación que la víctima y el acusado eran amigos en 1996 y que ambos se dedicaban a la distribución de drogas a baja escala en la zona de Ejea. En la madrugada del 9 de septiembre de aquel año, se desató una discusión entre ambos y, según el Ministerio Público, Pablo Canales cogió un arma blanca y le asestó a Eduardo Montori hasta 16 puñaladas en la cavidad torácica, la mayoría en los pulmones y el corazón.

Una vez muerto, depositó el cadáver en una cama, lo degolló, lo quemó, le separó la cabeza del cuerpo y se deshizo de ella. Su intención, según el fiscal, era dificultar la identificación de la víctima y la investigación.

La acusación particular, ejercida por el letrado Javier Notivoli en nombre de la pareja y el hijo del fallecido, mantiene que Montori sufrió un ataque sorpresivo y no tuvo ninguna posibilidad de defensa y también le atribuye un delito de asesinato.

Mientras, la defensa, a cargo del abogado Javier Elía, niega todos los hechos anteriores. Su cliente no quiso declarar ni ante la Guardia Civil ni ante la juez. El detenido se remitió a las manifestaciones que hizo hace 20 años. Pablo Canales permanece en prisión por otros delitos. Su última condena es de mayo de 2016, cuando la Audiencia le impuso dos años de condena por lesiones y atentado a la autoridad.

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