Pétalos para los Corporales menos institucionalizados

La tradición, de ocho siglos de antigüedad y declarada de interés
turístico, contó con menor representación política pero una asistencia
popular multitudinaria.

Los Corporales, una tradición con casi ocho siglos de antigüedad y declarada de interés turístico, volvió a llenar las calles de Daroca. Hubo una misa, procesión multitudinarias y once niños vestidos de comunión pusieron la nota de color con sus pétalos de rosa a un acto que, en esta ocasión, fue menos institucional, al menos en número. Los ausentes fueron también protagonistas de una ceremonia en la que tampoco sonó, por primera vez en años, la música de la banda de la Diputación de Zaragoza.


"Supongo que los que no han venido lo habrán hecho porque tenían sus quehaceres. Y si no lo han hecho porque estaban trabajando por la provincia, entonces tienen excusa". El alcalde de Daroca, Miguel García (PAR), se refería así a una de las ausencias más comentadas (aunque también esperada), la del presidente de la DPZ, Juan Antonio Sánchez Quero (PSOE). Sus compañeros de partido lo excusaron diciendo que había sido una cuestión de agenda. La suya no fue la única ausencia. De los 27 diputados provinciales, acudieron 14. No lo hizo ninguno de los representantes de En Común, Chunta o Ciudadanos, aunque tampoco asistieron el popular Luis María Beamonte y otros diputados.


"Esta fiesta tiene gran arraigo y es la de mayor relevancia en Daroca y por eso es importante la presencia de autoridades –decía el alcalde–. Está muy de moda luchar contra la pobreza energética y ayudar a la gente con problemas sociales, pero en el medio rural lo que tenemos es pobreza de gente –porque cada vez somos menos–, de empresas y de servicios. Y por eso hace falta que las instituciones se vuelquen con los pueblos". García agradeció la presencia de los representantes de la DPZ que habían acudido y reivindicó más financiación para los municipios.


Al acto también asistieron el delegado del Gobierno en Aragón, Gustavo Alcalde; el Fiscal Superior de Aragón, José María Rivera; el subdelegado del Gobierno, Ángel Val, o la senadora Rosa Santos, entre otros. Este año, la coincidencia con el homenaje a los 170 años de presencia de la Guardia Civil en Daroca aumentó la presencia de agentes y militares. Entre otros, estuvieron el general jefe de Movilidad Aérea, José Alfonso Otero; el jefe superior de Policía de Aragón, José Villar, o el general de la Guardia Civil, Antonio Tocón.


El himno de España sonó ayer en los instrumentos de la Banda de Daroca, que dirige José Carlos Hernández, y que se estrenaba en este acto que siempre había acompañado la música de la Banda de la DPZ. Con este sonido de fondo, comenzó a abandonar la comitiva la basílica de Santa María de los Sagrados Corporales. Y los primeros en hacerlo fueron los once niños que este año habían celebrado su primera comunión.


Miguel Ángel Serrano hacía fotos a su hija Alba, de 8 años, una de las que abría la procesión. "Nos hacía mucha ilusión este día porque, aunque no somos de aquí, vivimos en Daroca desde hace seis años y es una tradición muy del pueblo que nos gusta mucho", decía el padre, mientras se afanaba en conseguir una buena instantánea. La pequeña Alba confesaba que estaba disfrutando tirando los pétalos de colores que portaba en una cesta de mimbre, aunque le había gustado más, decía, el día de su comunión, que celebró el pasado 7 de mayo. Carmen Luisi, de 16 años, era otra de las protagonistas, pues con sus cuatro amigas es reina de las fiestas y todas iban con trajes regionales. "Es una tradición que me gusta", contaba la adolescente, nacida en Italia. Reconocía que es duro compatibilizar los actos protocolarios del día con la fiesta nocturna, pero con una siesta diaria lo lleva mejor.


Bajo palio, el arzobispo Vicente Jiménez transportó la arqueta con los Corporales hasta la Torreta. Allí bendijo a los presentes y terminó con un "¡Viva el Santísimo Misterio!". Cuenta la tradición que los tercios de Calatayud, Daroca y Teruel lucharon en Luchente en 1229, durante la reconquista de Valencia por Jaime I. Se celebraba una eucaristía en la que iban a comulgar seis capitanes, cuando atacaron de los moros. El sacerdote escondió las formas en un paño blanco y, tras la batalla, descubrieron que estaban en perfecto estado. Conocido el milagro, todos los capitanes quisieron que los Corporales fueran a su municipio. Hubo un sorteo que no satisfizo, así que la solución vino a lomos de una mula ciega, a la que se cargó con la reliquia. Se acordó que quedaría donde muriera el animal. Y pasó en la puerta Baja de Daroca.

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