​La falta de vocaciones amenaza la supervivencia de los monasterios

La elevada edad de las religiosas limita la actividad de las hermanas al cuidado de las más mayores.

Monasterio de Santa Lucía
Monasterio de Santa Lucía
Carlos Moncín

La falta de vocaciones para la vida contemplativa ha disparado la media de edad de las religiosas y poco a poco los monasterios de la provincia de Zaragoza abandonan sus quehaceres de antaño para transformarse en una especie de enfermerías dedicadas al cuidado de sus hermanas.


En muchos de los monasterios están ya jubiladas todas las religiosas y sus prioras confirman que se han visto obligadas a abandonar todos los trabajos que antes realizaban de cara al exterior y, por tanto, su principal fuente de ingresos. Las Benedictinas del Monasterio de San Benito dejaron de tener fuerza para elaborar su miel hace un par de años, las Concepcionistas Franciscanas del Monasterio de la Concepción ya no tienen vista suficiente para bordar mantos ni ajuares, y las Dominicas del Monasterio de Santo Domingo de Guzmán se vieron obligadas a dejar de confeccionar túnicas de primera comunión para dedicarse al cuidado de las hermanas más mayores.


"Tengo 70 años y soy la más joven", comenta a modo de ejemplo Felicitas Marín, la abadesa de las Concepcionistas Franciscanas del Monasterio de Santa María del Pilar. Las pensiones de jubilación se han convertido en la única fuente de ingresos de esta y otras muchas casas similares y con ese sustento las hermanas deben hacer frente al mantenimiento de los monasterios y atender las necesidades de las religiosas más enfermas.

Ayudas y vocaciones importadas

El Instituto Pontificio Claune lleva sesenta años apoyando económicamente a los claustros necesitados y es consciente de esta situación. Su director, el padre Eleuterio López, confirma que la falta de relevo generacional ha provocado un repunte de las necesidades entre las comunidades dedicadas a la vida contemplativa de toda España. De hecho, su institución ha tenido que ayudar "al menos a tres" monasterios aragoneses en los últimos tiempos: "No tienen dinero para comprar camas articuladas, para reponer máquinas de bordar ni para arreglar partes deterioradas de los monasterios", apunta este sacerdote preocupado por la situación de las hermanas.


Para luchar contra el incremento de la media de edad y mantener los trabajos tradicionales algunos monasterios optan por traer personal desde otros continentes pero a veces, según recalca el padre Eleuterio, el dinero no les alcanza para financiar los billetes de avión ni los gastos de Seguridad Social que conllevan las vocaciones importadas. Explica, por si quedaban dudas, que muchas monjas viven del Banco de Alimentos.


En la provincia de Zaragoza al menos catorce monasterios figuran en la lista de receptores del Banco de Alimentos de Zaragoza y en varios de ellos confirman que esos alimentos se utilizan para el sustento de las propias religiosas. "Hacemos comidas sencillas y con eso y nuestras pensiones nos llega para vivir sobriamente", comenta la priora de uno de los monasterios de las Carmelistas Descalzas. En el de Santa María del Pilar, por ejemplo, han sido reagrupadas las religiosas ancianas de cinco casas diferentes y ahora, además de no poder trabajar ellas, han tenido que contratar ayuda externa para cuidar a las enfermas y sus economías se han visto aún más perjudicadas. Las Clarisas Capuchinas del Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles están en la misma situación y confirman que, al margen de sus múltiples horas de oración, sus hermanas tienen más de 80 años y "no pueden hacer nada más que cuidar unas de otras".


El fenómeno se ha propagado por los monasterios de la Diócesis de Zaragoza y a día de hoy resulta difícil encontrar uno solo en el que sus hermanas sigan realizando trabajos artesanos y remunerados. Las religiosas sobreviven y mantienen en pie los monasterios con sus pensiones de jubilación y desde varios de ellos reconocen que el dinero "no alcanza" y que "resulta difícil" sufragar los gastos de unos edificios y conventos que acumulan siglos de antigüedad y que exigen un gran mantenimiento.

Para el sacerdocio

Desde la Diócesis de Zaragoza confirman la escasez de vocaciones para la vida contemplativa aunque destacan que, en el caso de los sacerdotes, las vocaciones se mantiene estables en Aragón desde hace seis o siete años. De hecho en estos momentos se están preparando para el sacerdocio cincuenta jóvenes en Aragón: treinta en la Diócesis de Zaragoza, dos en la de Barbastro-Monzón, seis en la de Huesca, dos en la de Jaca, ocho en la de Tarazona y dos en la de Teruel y Albarracín.

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