ENTREVISTA

Una zaragozana en el Ministerio del Interior

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Si cuando entré en política, a los 18 años, me hubiesen dicho que acabaría en un puesto así, me habría muerto de la risa; pero es que nadie se puede ver a esa edad en un puesto como el que tengo ahora". Mercedes Gallizo (Zaragoza, 1952), ocupa desde 2004 uno de los cargos más sensibles (y alguno diría que menos apetecible) del Gobierno. La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias es un puesto clave, en cuanto que buena parte de la estrategia contra ETA pasa por las cárceles. A la vez es un puesto con un fuerte coste personal, entre otras cuestiones por las hipotecas de seguridad que conlleva. A esto falta sumarle además que cree en su función social, y actúa en consecuencia. No hay más que explicar que al ser nombrada puso en todas las cárceles una placa con la cita de la Constitución que fija en la reeducación y la reinserción la función de las penas. Así, cuando reconoce que la joven activista de izquierdas que era ni se imaginaría en ese puesto, dice que lo que ha seguido "es un proceso lógico del desarrollo de la madurez de alguien que empezó en la política muy joven, cuando aún había dictadura. Han cambiado muchas cosas desde entonces, y las personas hemos cambiado a la vez también, creo que hemos ayudado a que las cosas cambien".

Gallizo, que estuvo en IU y acabó en el PSOE, ha sido diputada autonómica, diputada nacional y directora de la Oficina de Aragón en Madrid. De su querencia aragonesa no queda duda. En su despacho, hay una mezcla de cuadros pintados por artistas aragoneses y de obras enviadas por presos. Y su felicitación navideña, con una estrofa de 'Somos', de su añorado amigo José Antonio Labordeta.