Una arteria europea

Aragón necesita para desarrollar todo su potencial disponer de una conexión de alta capacidad con Europa que rompa la barrera de los Pirineos. Pero la apertura de ese paso sería también beneficiosa para el conjunto de España y para la UE. Así debe ser reconocido en la reunión ministerial que tendrá lugar en Zaragoza la próxima semana.

LA Travesía Central Pirenaica (TCP) no es un proyecto aragonés. No exclusivamente. Para Aragón sería, debe ser, la respuesta a una aspiración secular, permitiéndole entroncar directamente con Europa, dando a sus tierras una nueva articulación y facilitando el desarrollo de todo el potencial económico que se deriva de su posición geográfica. Pero, formando parte del eje Sintes/Algeciras-Madrid-París (Eje 16), la TCP significará también un importante progreso para España. Permitirá soslayar los saturados pasos laterales del istmo pirenaico y potenciar el crecimiento de las comunidades de la España interior, convirtiéndose en factor de reequilibrio territorial. La opción del corredor mediterráneo, en cambio, discurriría por unas regiones costeras en las que ya se ha alcanzado un uso tan intensivo del suelo como para provocar serias dificultades al trazado de nuevas infraestructuras. Y no hay que olvidar que el principal cometido del eje, y el que justifica sobradamente su trascendencia europea, es el de sustentar el flujo hacia el corazón del contienente de las mercancías llegadas desde América y África a los puertos del suroeste de Europa. La reunión de ministros de Transportes que se celebrará el martes y el miércoles en Zaragoza debería dar ocasión para que el Gobierno español, a través del ministro de Fomento, reconociese estos hechos y ratificase la prioridad del Eje 16 y de la TCP.