ZARAGOZA

Un grupo de jóvenes apalea dos veces a un chico de 18 años el día de Año Nuevo

La primera agresión ocurrió a las 5.50 en la puerta del Auditorio, donde hubo un cotillón, y la segunda a las 7.00, junto al Paraninfo

Un joven de 18 años fue apaleado dos veces el día de Año Nuevo por el mismo grupo de personas con las que coincidió primero en las puertas del Auditorio y, posteriormente, en las inmediaciones del Paraninfo. El chico, llamado Samuel G. A., sufrió policontusiones por todo el cuerpo, especialmente en el tronco (espalda, tórax y abdomen) y extremidades, así como en la cabeza y en la cara, donde los médicos le apreciaron una contusión malar, una hemorragia en un ojo y heridas incisas en ambos pabellones auriculares. También tiene una importante contractura en la zona cérvico-dorsal y una lesión por mordedura en un hombro.


La primera agresión se produjo sobre las 5.30. El joven había ido con sus amigos al cotillón organizado en el Auditorio, pero en esos momentos estaba en la puerta de acceso hablando con una chica a la que conocía. Un individuo llegó y le preguntó por qué estaba hablando con la joven y, acto seguido, empezó a darle empujones y puñetazos. Un amigo suyo vio la agresión y se acercó para separar pero, según consta en la denuncia policial, uno de los porteros del Auditorio lo cogió de los brazos y no dejó que interviniera.


A raíz de los empujones, Samuel G. A. chocó con una moto aparcada y la tiró al suelo, lo que motivó que se acercara a él “un montón de gente, probablemente amigos del agresor, que le empezaron a dar también puñetazos y patadas”, refleja la denuncia. “Mi hijo me ha contado que la agresión fue completamente gratuita y que cree que le pegó gente que no lo conocía de nada y que se sumó a la paliza solo porque estaba en el suelo tirado y recibiendo golpes”, denunció ayer su padre.


“En un momento determinado, un portero salió, lo cogió en brazos, lo metió en un vehículo Hummer de color negro, lo llevó a la salida del Auditorio y lo dejó junto a una plaza”, añadió. Desde allí llamó a sus amigos y uno le acompañó hasta su casa, en el paseo de Pamplona, y en el Paraninfo se despidió de él. Cuando había caminado unos metros oyó su nombre y al girarse vio que se trataba de la misma chica con la que había hablado en la puerta del Auditorio, la cual iba acompañada de los que le habían pegado. Estos, al verle de nuevo (lo identificaron rápidamente porque lleva rastas), le volvieron a tirar al suelo y a golpear. El joven logró escapar y refugiarse en su casa.