AGUA

Ulises naufraga en un Paseo (casi) sin agua

Miles de personas salieron a la calle en San Jorge para celebrar una jornada con poca polémica hidráulica

Ulises oteó el horizonte ayer y vio que su barco había encallado en el Paseo de la Independencia. A lo lejos, bajo un sol de justicia, ningún dragón al que retar (a pesar de ser el Día de San Jorge), muchos más zaragozanos que peces en ese mar de asfalto y pocas alusiones a la polémica del trasvase, a pesar de que se celebró un acto de protesta de CHA para mostrar su oposición a la medida pactada entre Zapatero y Montilla y a la actitud del Gobierno autonómico.


Ajeno a esta reivindicación, Ulises, el principal afectado por la falta de agua que le impedía volver a alta mar, buscaba a pequeños grumetes que reclutar para limpiar su barco y recrear la Odisea. Gracias a Homero, que contó sus aventuras, y a la actuación de unos altísimos seres que, subidos a sus zancos, llenaron de fuego la calle, el paseo volvió a ser una fiesta en la que los que mejor se lo pasaron fueron los niños.


Eso sí, algunos acabaron un poco defraudados porque, con permiso del héroe griego, hubieran preferido los dragones y las cabalgatas de años anteriores. Sobre todo, después de las espectaculares acrobacias, en 2007, de La Fura dels Baus. "Lo de Ulises está bien, pero el año pasado fue alucinante", decía Diego Millán, de 11 años.


No le faltó espectacularidad, eso sí, a los actores de K de Calle, que cual fieros piratas del asfalto, vestidos con trajes brillantes y subidos a sus zancos, lanzaron bengalas y fuegos artificiales. "Mamá, ¿por qué llevan muletas en las piernas?", preguntaba Sara, una pequeña totalmente intrigada. "¿Y por qué van pintados? ¿Y por qué quieren quemar las cosas? ¿Y por qué no se caen?".


A unos metros, y por si les entraba hambre a los grumetes de Ulises, a estos piratas metalizados, o a los miles de zaragozanos armados con sus claveles por el Día del Libro, había abierto sus puertas una carpa muy gastronómica. Allí quienes quisieron pudieron degustar platos típicos de Senegal, Marruecos, Ecuador o Bulgaria.


Ulises, desde su barco, también pudo divisar algunas llamadas de atención sobre la negativa al trasvase. No obstante, se encontró con unos zaragozanos más expectantes que dispuestos a repetir las movilizaciones que ya libraron hace unos años.


Algunos otros, sin embargo, mostraban sin tapujos su decepción, como Laurencio Tosaus y Esther Ramells, un matrimonio que no entiende por qué la gente no se ha movilizado tras lo acontecido en Barcelona. "Yo soy catalana, y he vivido 21 años allí, y que me digan qué clase de presidente tenemos en Aragón que un día dice que no saldrá una gota de aquí y al siguiente se lava las manos", comentaba indignada Ramells.


Juntos habían acudido a la concentración de protesta de CHA y su marido insistía en que "si aún no nos han devuelto las obras de arte sacro, que retienen desde hace décadas, en qué estamos pensando al creer que ellos nos darían el agua si la necesitáramos". "Le pondré un ejemplo muy claro -decía Laurencio-. Cuando yo veraneaba en la costa catalana, mi nieto me decía: 'abuelo, ¿por qué tantas piscinas si está al lado el mar? Con eso se lo explico todo".


Lo mismo pensaban Rosa María Hierro y Pilar Silvestre, que luciendo sendos lazos con la bandera de Aragón, criticaban la "pasividad" de la ciudadanía y casi con ironía decían: "Cuando nosotras cambiamos el agua de una botella a otra, en nuestra casa, sabemos que eso es trasvasar sin que nos lo tenga que aclarar nadie".


No obstante, entre el resto de los participantes, el sentimiento era de calma. Las hijas de Santi Ibáñez, Carmen y Cristina; y el hijo de Paco y Mari Sol, Adrián, jugaban con colchonetas en las que podía leerse: 'No al trasvase'. No obstante, estas familias, igual que otras muchas encuestadas ayer por HERALDO, llamaban a la calma. "Yo el agua para beber no se la niego a nadie, y eso es lo que está pasando en Barcelona, donde no la quieren para regar", decía Paco. Santi, además, insistía en que, "si Aragón tiene agua, tal vez la solución sería aprender a negociar en vez de convocar movilizaciones".