Cuatro rutas por el Parque de Ordesa y Monte Perdido

Este año se celebra el Centenario de la Declaración del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, una efemérides que tendrá su punto culminante el próximo 16 de agosto. Presentamos cuatro rutas para conocer sus cuatro valles.

Visitantes en uno de los caminos de la pradera de Ordesa.
Visitantes en uno de los caminos de la pradera de Ordesa.
Rafael Gobantes

Ordesa está de celebración ya que, este 16 de agosto, se cumplen cien años desde su declaración como Parque Nacional, pionero, junto con el de Covadonga, de la protección de estos espacios naturales en España. En 1982, el parque se amplió hasta su configuración actual: a Ordesa, con sus altas paredes de roca, bosques y praderas, se añadió Monte Perdido, el macizo calcáreo más alto del mundo con sus 3.355 metros; la profunda brecha de Añisclo, con su impresionante garganta de 21 km; Pineta, con sus altas cumbres y su glaciar; y Escuaín, donde las altas montañas guardan un mundo subterráneo fascinante de cavidades, cuevas, simas y ríos sumergidos.

Se trata de cuatro valles distintos que proponemos conocer a través de estas cuatro rutas, seleccionadas por no presentar dificultades y resultar por tanto aptas para todo tipo de públicos.

Ruta del centenario

En el valle de Ordesa, esta sería la ruta quizá más emblemática ya que recupera el recorrido que realizaron autoridades y visitantes el día de la inauguración del parque. Se parte para ello de Torla, que históricamente ha sido siempre la puerta de entrada a Ordesa. De allí salió el impulsor de los parques nacionales Pedro Pidal y toda la comitiva que participó con él en la inauguración oficial, tal y como contó Heraldo de Aragón en aquel momento. Desde el centro de visitantes se baja al puente de la Glera que cruza el río Ara. Se sigue el cauce por la margen izquierda a través de una pista de tierra. Hay que abandonarla, ya que asciende a la sierra de las Cutas, y tomar una bifurcación a la izquierda que pronto se transforma en senda. Se enlaza con el camino del GR 11 en dirección a Ordesa y Góriz, entrando en el Parque Nacional. Tras el mirador de la cascada de Molinieto, se pasa por bosques de pinos silvestres que dan paso a un húmedo hayedo-abetal. Cabe perder un poco de tiempo en los desvíos a ver la cascada de Tamborrotera y la de Abetos, justo después de la cual aparecerá el monumento al pirineísta Lucien Briet, otro punto muy conmemorativo de esta marcha. Se sigue el río hasta llegar hasta el puente de la Senda de los Cazadores y, tras cruzarlo, alcanzar la pradera de Ordesa. Hasta aquí llevaremos 2 h de camino, y salvado un desnivel de 300 m.

Cerca quedará Casa Oliván, mítico lugar de alojamiento para todos los visitantes que llegaban a Ordesa hace un siglo y que, ahora, se ha convertido en un centro sensorial. Pero queda en dirección contraria de lo que sería nuestro objetivo, la cascada de los Estrechos del Araza, hasta la que llegó la expedición en la jornada inaugural. Para ello, seguiremos una hora más por el curso del río, pasando también por la cascada de Arripas y la cascada de la Cueva. En este recorrido habremos invertido una hora más.

Añisclo: circuito de San Úrbez

Como primera aproximación al sector de Añisclo resulta idóneo el circuito de San Úrbez, al que se puede llegar en vehículo, dejándolo en el parquin de la entrada. Se trata de una ruta corta –aunque no apta para personas con problemas de movilidad–, que puede perfectamente servir de inmersión a lo que significa el cañón de Añisclo. El acceso se hará por Puyarruego, cuya carretera ya nos permitirá ver espectaculares paisajes. Llegados al circuito, el cartel de la entrada muestra el recorrido con todos los puntos de interés. Tras pasar por los restos de un antiguo molino se llega al río Aso que, al discurrir por el cortado forma hermosas cascadas. Siguiendo el camino y sus impresionantes vistas, llegaremos a la ermita de San Úrbez, creada en la cueva donde este eremita del siglo VIII vivía dedicado a la oración. Para finalizar nos encontraremos con el puente medieval de San Úrbez, que salva el estrecho sobre el río Bellós, que queda 30 m más abajo. Con esto, el circuito nos devuelve al inicio tras unos 45 minutos de recorrido.

Pineta: llanos de La Larri

La pista de La Larri, con su suave pendiente (apenas 280 m de desnivel) y un recorrido aproximado de 1,5 h (ida) constituye un itinerario apto para todo tipo de visitantes, y supone una buena manera de conocer este sector de Pineta. Desde Bielsa puede llegarse en coche hasta la entrada de la zona protegida, donde dejaremos el vehículo en el aparcamiento e iniciaremos el camino por pista forestal. A medida que la senda gana altura ofrece unas vistas cada vez más amplias del valle de Pineta, con su característica forma en U debido a su origen glaciar. En el segundo puente, que atraviesa el barranco de La Larri, la pista sale del parque y se abre el circo lateral suspendido, que nos regala una magnífica panorámica sobre las abruptas pendientes norte del macizo de Monte Perdido.

Para el regreso puede tomarse de nuevo la pista, o elegir un recorrido alternativo, más peligroso: consiste en descender durante treinta minutos por el camino de las Cascadas del barranco de La Larri, donde su fuerte pendiente ofrece ciertas dificultades con piso húmedo.

Escuaín: mirador de Revilla

Escuaín, y en concreto el Sobrarbe, es el punto con mayor población de quebrantahuesos en todos los Pirineos. Por ellos hemos elegido una ruta es la que es posible avistar estas impresionantes rapaces, casi únicas en toda Europa. Se trata además de un recorrido que presenta escaso desnivel pero, al seguir una faja (balcón rocoso) sobre el río Yaga y terminar en un mirador colgado sobre el barranco de Angonés y la surgencia de Escuaín, ofrece unas vistas realmente impresionantes.

El sendero comienza en una curva muy pronunciada, poco antes de llegar al pueblo de Revilla. Después de pasar el barranco de Consusa se pasa por debajo de la pared a cuyos pies se encuentra los restos de lo que fue la ermita de San Lorenzo, a la que se puede acceder sin esfuerzo y ver las inscripciones y símbolos religiosos en las paredes.

Siguiendo el camino principal se encuentra el primer mirador, desde el cual se contempla, de frente, el pueblo de Escuaín. Si se prosigue la marcha se llega a un segundo grupo de miradores, en el límite del parque. Se abre sobre la confluencia del barranco de Angonés –que nace en el circo de la Sarra– y la garganta del río Yaga.

Al fondo, sobre la margen izquierda del río, se distingue la cascada de la fuente de Escuaín, espectacular surgencia originada por los procesos geológicos del modelado kárstico. Sin paradas, el camino nos habrá llevado 30 minutos, con solo 50 metros de desnivel.

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