Estación de Canfranc, un destino con transbordo al ocio

Los visitantes se asombran de su tamaño y disfrutan con las historias de espías y nazis que transitaron por sus andenes durante la II Guerra Mundial. Pero la estación ofrece al viajero otros muchos recursos para una jornada de ocio completa.

Espectáculo nocturno de luces en la Estación Internacional de Canfranc.
Espectáculo nocturno de luces en la Estación Internacional de Canfranc.
Ayuntamiento de Canfranc

Cuando se inauguró en 1928, la estación internacional de Canfranc era la más grande de España y la segunda de Europa. La estación de Atocha, en Madrid, y la de Francia en Barcelona siguieron su estela. No es raro ya que se trata de un edificio monumental, con 241 metros de longitud. En su interior albergaba un hotel de lujo, casino, agencia de aduanas, una oficina del Banco de España, cantina y enfermería.

Su construcción no fue solo una impresionante obra de ingeniería y de reconfiguración paisajística, sino que supuso levantar toda una nueva población que, en el momento de su inauguración contaba con 1.500 habitantes, nacida aparte del pueblo de Canfranc, situado cuatro kilómetros más abajo.

La monumentalidad y elegancia de fachada de la estación internacional sigue impresionando ochenta años después de su construcción, y resulta impresionante también su interior, que solo puede conocerse a través de las visitas guiadas que organiza la Oficina de Turismo de Canfranc y para las que es mejor hacer reserva previa, dada la alta demanda existente. El inicio de la visita, que dura unos 45 minutos, se produce por el acceso subterráneo creado para los pasajeros (los trabajadores entraban por otro lugar)y recorre el vestíbulo principal, con sus impresionante altura y su decoración de principios de siglo XX. Con buen tiempo, a veces la visita llega al andén francés donde se pueden ver dos trenes de época en proceso de restauración.

Con el Canfranero

Para que la visita sea una experiencia total nada mejor que llegar por ferrocarril, en el Canfranero, que sale de la estación de Zaragoza y pasa por la ciudad de Huesca, la zona de los Mallos, Jaca o Villanúa, entre un total de 17 poblaciones con parada incluida. El recorrido ofrece al viajero «la espectacularidad tanto de los paisajes que se atraviesan como de las obras de ingeniería realizadas para hacer posible esta línea», señalan desde la Oficina de Turismo de Canfranc Estación, donde constatan que no son pocos los visitantes que llegan por tren. «También vienen turistas que se encuentran de vacaciones por la zona, e igualmente estos, a veces, cogen el Canfranero y hacen el recorrido hasta Jaca u otra pequeña parte de la línea».

Los visitantes «se quedan impresionados por el tamaño del edificio central y les impacta mucho conocer la historia de la estación durante la II Guerra Mundial», explican desde la Oficina de Turismo. Durante la contienda mundial, por Canfranc pasó el oro con que los nazis pagaban los minerales que necesitaban para fabricar armas; circularon obras de arte cuyo paradero se perdió; y cientos de judios escaparon del genocido, como explica el periodista de HERALDO Ramón J. Campo, uno de los que más han estudiado este episodios histórico, en su libro ‘Canfranc. El oro y los nazis. Tres siglos de historia’.

Las noches de viernes, sábados y festivos, –en horario variable según la caída del sol– se ofrece un espectáculo de luz y sonido, de unos 20 minutos de duración, en los que se proyectan colores e imágenes sobre la fachada del edificio central, mientras que en una audición en ‘off’ el público siente que la propia estación cuenta su historia.

Hay otros puntos de interés que visitar en la estación: en la antigua Casa de Ingenieros, el centro ‘A Lurte’ de nivología y control de aludes, permite conocer su trabajo a los visitantes. La iglesia de Nuestra Señora del Pilar, de Miguel Fisac, es Bien de Interés Cultural.

Para este verano, según afirma el alcalde la localidad, Fernando Sánchez, abrirán dos nuevas instalaciones: «El museo del laboratorio subterráneo de Canfranc, donde se expondrán todo los importantes experimentos que se han realizado y, al lado, en el antiguo colegio, una maqueta expositiva con las obras que se van a llevar a cabo en la explanada de la estación». Esta zona está siendo recuperada y en la estación se abrirá un hotel de cinco estrellas, se construirán 133 viviendas loft en los antiguos hangares, y se abrirá un museo del ferrocarril en el taller de maquinarias. Igualmente, se creará un Centro de Peregrinos, dado que Canfranc es parte de la ruta del Camino de Santiago francés.

Quien se acerque a conocer la estación puede disfrutar de muchos otros recursos turísticos en la población y su entorno. La Torreta de Fusileros, cerca de la estación, es una construcción defensiva, abierta para la visita durante el verano. Los más andarines cuentan con un gran abanico de senderos de diversa dificultad que pueden consultarse en la web de la localidad.

Los búnkeres de la línea P

Para un paseo agradable se puede recorrer a pie el trayecto entre la estación y el pueblo, unos 4 kms (aprox. 1 h), que sigue el Camino de Santiago, en su etapa hasta Villanúa.

En el pueblo de Canfranc se ha creado una ruta fotográfica que permite al visitante acercarse a la historia de la localidad. Al final de este recorrido se toma el camino hacia otro elemento curioso: los búnkeres de la línea P, un conjunto de refugios construidos al final de la II Guerra Mundial, como elemento defensivo, que debía cubrir todos los Pirineos, y de los que se ha recuperado para visita una docena de ellos.

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