Un juego de habilidad y equilibrio en las alturas

Aragón ofrece una amplia variedad de espacios de aventura, adaptados a todos los niveles, en los que puentes  tibetanos y tirolinas ponen a prueba nuestra coordinación. Dotados de férreas medidas de seguridad, estos parques están diseñados pora que puedan ser disfrutados por todos los públicos.

Una vista espectacular de la práctica de la tirolina.
Una vista espectacular de la práctica de la tirolina.
Tirolina Valle de Tena

Entre bosques, montañas y aire fresco, los recorridos que ofrecen los parques de aventura son una actividad ideal para practicar con toda la familia durante estas vacaciones. Solo es cuestión de atreverse y protagonizar una verdadera hazaña entre árboles.

En los parques multiaventura se practica el arborismo que consiste en «juegos de habilidad en los árboles», explica Raquel Betanzos, gerente del parque Biescas Aventura. Estos recintos ofrecen circuitos en los que puentes tibetanos, tirolinas, trapecios, escalas y troncos se suceden a distintos niveles de dificultad y están adaptados a todos los públicos. Las normas de estos parques multiaventura no limitan el acceso a las pistas por edades, sino por estaturas.

Quienes quieran atreverse con esta experiencia deberán ir superando las pruebas hasta llegar a cada una de las plataformas que separan las etapas. Estos pasos pueden ser naturales, en el caso de los árboles, pero también los hay artificiales, como las plataformas de madera y metal. Estos parques, repartidos por el territorio aragonés, pueden suponer un primer contacto con el turismo activo para aquellos que no están familiarizados con los deportes de riesgo. Es la manera perfecta de iniciarse, pues las pruebas no exigen una preparación física previa. De hecho, por su variada oferta, es una divertida opción para pasar tiempo en familia.

Vacaciones 'sin parar'

La provincia de Huesca es uno de los destinos favoritos en Aragón para aquellos que quieran pasar unas vacaciones ‘sin parar’. Zonas como el valle de Tena atraen a visitantes de todas las partes del territorio nacional. No solo es un reclamo turístico para los amantes de los deportes y las actividades al aire libre, sino que, además, ofrece otro tipo de opciones como poder pasear y adentrarse por los pueblos típicos, con sus característicos edificios de piedra y disfrutar de las vistas.

En el corazón del parque de Arratiecho (Biescas), se encuentra Biescas Aventura. Este recinto recreativo cuenta con ocho circuitos y más de 80 juegos de diferente nivel. Se trata de un espacio familiar en el que se puede empezar «a partir de los cuatro años con alrededor de un metro de estatura», señala Betanzos, la gerente del parque. Estas instalaciones, que abrieron sus puertas en el año 2011, ofrecen a los visitantes la posibilidad de recorrer rutas senderistas, hacer vías ferratas, rafting y barranquismo.

Quienes se queden con ganas de más pueden deleitarse con el paisaje a vista de pájaro desde la tirolina del valle de Tena. Esta atracción turística, que lleva en funcionamiento desde hace poco más de un año, permite sobrevolar el embalse de Búbal a más de 120 metros de altura. La tirolina está diseñada para personas de entre 40 y 125 kilos y con un mínimo de 1,25 metros de estatura. Además, forma parte de la oferta turística adaptada a personas con discapacidad, pues el sistema de descenso en tirolina se ha acondicionado especialmente para ellos.

Planes para todos

En Teruel también se puede disfrutar de una aventura con el arborismo. En la comarca de la Sierra de Albarracín, que es otro de los destinos predilectos entre los que prefieren el turismo activo y los deportes de riesgo, se encuentra el parque Albarracín Aventura. El circuito, que cuenta con cinco tirolinas que atraviesan un barranco, culmina en una gigante que alcanza los 130 metros de longitud. Este parque posee una pista de paintball, tiro con arco y, además, se organizan dinámicas de ‘team building’ para empresas que quieran fortalecer los lazos en el entorno laboral.

Muchos de estos lugares de ocio ofertan un programa muy completo para familias y niños. Al sur de Huesca, en la comarca de Los Monegros, se ubica el parque Gabarda Aventura. En este recinto, rodeado de los extraordinarios torrollones de Alberuela de Tubo, incluso los pequeños de tres años pueden demostrar su osadía dando sus primeros pasos en el arborismo a través de un circuito ajustado completamente a ellos. Para los que superen el 1,40 de estatura, la dificultad de los circuitos se incrementa y ya pueden lanzarse desde una plataforma a otra mediante tirolinas. Además, la jornada se puede completar con otras actividades como los cuentacuentos, la escalada en rocódromo o los juegos tradicionales aragoneses, como la herradura o la rana.

En Barbastro, los amantes de los animales tienen una cita en Granja Aventura. Entre olivos y enebros se sitúa este parque que, además de contar con un circuito pensado para niños de estaturas superiores a el 1,40, posee otras instalaciones como una pista de quad. Pero en este recinto los protagonistas son los animales. Se puede visitar a través de un recorrido en el que las avestruces son el centro de atención. Además, cabe la posibilidad de comprar huevos de estas aves durante la época de puesta.

Con los juegos y las acrobacias entre árboles es posible mejorar la coordinación conforme la dificultad se incrementa. Además, es una buena opción para hacer deporte en medio de la naturaleza?.

Una hazaña segura

Los parques de aventura están diseñados para que puedan disfrutar todos los públicos. Por este motivo, siguen unas férreas medidas de seguridad. En estos espacios, además de aconsejar a la gente que vaya con ropa y calzado adecuados, se forma a los visitantes para que puedan disfrutar de la experiencia sin riesgo de accidentes. Este proceso comienza nada más llegar a las instalaciones. En primer lugar, a cada visitante se le entrega un EPI o equipo de protección individual. Este material está compuesto por: arnés, dos cintas, cabo de anclaje, mosquetones y polea.

Además, los individuos estarán conectados durante todo el recorrido a una línea de vida, es decir, «un cable metálico que va de un punto a otro y del cual se pueden asegurar. Los sujetos siempre deben estar enganchados a ella, por si caen», aclara Emmanuel Grymonpré, experto en actividades de aventura. Una vez entregado, se enseña a los visitantes a usar el equipo de seguridad.

Cuando aprenden a utilizarlo, se pasa a la zona de pruebas. En esta parte de la formación, «el monitor se queda para verificar la buena adquisición del conocimiento», explica Grymonpré. Antes de superar los obstáculos más complicados, se mantiene un nivel de vigilancia más estricto hasta que el monitor comprueba que el individuo ha adquirido la destreza suficiente, tanto en el circuito como con el equipo de seguridad.

El tercer nivel es el que denominan los formadores como ‘autonomía vigilada’. En esta fase, el monitor observa desde el suelo al sujeto, pero le deja más libertad. Siempre y cuando lo necesite, podrá recibir ayuda del instructor.

Como en cualquier actividad de este tipo, es importante conocerse a uno mismo para saber dónde residen los puntos fuertes y los débiles. En este caso, Grymonpré recomienda: «Empezar por un recorrido adaptado a su nivel. Si tiene vértigo, es mejor que lo descubra en una pista de dificultad baja». A partir de ahí, todo depende de lo se quiera arriesgar el visitante.

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