Aragón desde las trincheras

"Ya nos acercábamos al frente, a las granadas, las ametralladoras y el barro. Secretamente, sentía miedo. (…) Allí el frente no era una línea continua de trincheras, lo cual hubiera resultado imposible en un terreno tan montañoso, sino simplemente una cadena de puestos fortificados, conocidos siempre como 'posiciones'". George Orwell, uno de los escritores más relevantes del siglo XX, relató así su experiencia en el frente de Aragón en su obra 'Homenaje a Cataluña'. En ella, a modo de diario personal, narra su estancia junto a los milicianos que luchaban contra el fascismo en 1937, durante la Guerra Civil.

Este año se celebra el 80 aniversario del paso de Orwell por España y, por este motivo, el Gobierno de Aragón y la Diputación Provincial de Huesca han organizado la exposición 'Orwell toma café en Huesca'. El nombre no es fruto del azar. En sus textos, el autor británico cuenta cómo uno de sus generales aseguró que beberían café en la ciudad oscense porque confiaba en hacerse con su control. Pero no fue así y Orwell aseguró: «Si alguna vez vuelvo a España, prometo firmemente tomarme un café en Huesca».

La muestra, con más de 600 registros –originales y reproducciones de objetos, documentos, carteles, periódicos, libros...– permite a Orwell 'regresar' a la ciudad a tomarse ese café que le fue negado por la contienda. Además de realizar una panorámica de la vida del escritor y de recordar los diferentes episodios que vivió en batalla, la exposición recorre los sucesos de la Guerra Civil. Puede visitarse hasta el 25 de junio en el Museo de Huesca, donde también se realizan conferencias y jornadas cinematográficas en torno a la exposición.

La importancia de la obra de Orwell trasciende de lo literario. Siguiendo su relato, se han recuperado algunos vestigios que quedaban en Aragón.

Tanto es así que el escritor da nombre a una ruta que recorre el frente que atravesaba la comarca de los Monegros por la sierra de Alcubierre, donde pasó sus días de guerrillero. Para acceder a este recorrido, abierto y gratuito, hay que tomar la carretera de Leciñena en dirección a Alcubierre y seguir una pista señalizada que conduce a la posición Monte Irazo. Se trata de un frente de más de cien metros con alambradas, abrigos, pozos de tirador, ramales de comunicación y zonas de descanso y de vida diaria (vivac), que acerca al visitante a la dureza de la guerra, al frío, al barro, al polvo y al miedo que detalló el propio Orwell.

Cerca de esta zona, también se encuentra las Tres Huegas, un enclave que sirvió como refugio para las tropas franquistas. Puestos de mando, abrigos de descanso, áreas de cocina, pozos, aljibes, y zonas de observatorio forman parte de este recorrido.

Enclaves con valor histórico

Otra propuesta de Los Monegros es la de la posición de Santa Quiteria, a la que se accede a través de Tardienta. Este punto era un enclave geoestratégico fundamental para un puesto de mando, ya que controlaba la carretera a Huesca, la llanura de Almudévar, la vía férrea, Tardienta y Zaragoza. Allí se ha recuperado un pozo-observatorio y un asentamiento defensivo.

En Los Monegros también se conservan otros vestigios que dejan constancia de la dureza del conflicto. El búnker de Lanaja, ubicado en la carretera de Cantalobos, fue un emplazamiento que se empleó para ametralladoras. En el cerro del Castillo se encuentra el refugio antiaéreo de Monegrillo, compuesto por una red de galerías, y también se puede visitar la fuente del Aeródromo Alas Rojas en Albalatillo.

Para complementar estos recorridos, además de concertar visitas guiadas, el Centro de Interpretación, Estudios y Documentación de la Guerra Civil, ubicado en Robres, ofrece documentación, prensa de la época y objetos originales de la contienda.

Aunque la comarca de Los Monegros es una de las más representativas en cuanto a la conservación del patrimonio, otras zonas del territorio aragonés también cuentan con otros vestigios bélicos. Se pueden encontrar tozales en Llanos del Hospital y en Castejón del Puente;trincheras en Siétamo, en Caspe y en Loporzano; refugios antiaéreos en Vicién y en Tramaced; posiciones en Fuendetodos, en Rubielos de la Cérida, en Jaulín y en Bezasy otros elementos defensivos en Sarrión y en Albentosa. Estos son algunos ejemplos del extenso patrimonio que todavía se conserva.

Cultura e historia

En 1938, tuvo lugar la última contienda de la Guerra Civil en suelo aragonés en la que comenzó el ocaso del ejército republicano: la Batalla del Ebro, en el área de Mequinenza y Fayón. Esa cruenta batalla da nombre a un museo en Fayón, que reúne una colección de más de 2.000 piezas originales, que cuatro personas habían conservado, restaurado y coleccionado durante años. Asimismo cuenta con una sala de consulta documental –con archivo y biblioteca–, un centro de interpretación y una zona de exposición permanente.

También en Fayón, cada año se recuerda este episodio en la recreación histórica del inicio de la Batalla del Ebro. Con gran rigor y precisión, más de 300 recreaciones representan una simulación con infantería, caballería, artillería, aviación, vehículos y efectos pirotécnicos y audiovisuales. Este acto se lleva a cabo en los mismos parajes en los que tuvo lugar en 1938, en la curva trazada por el río entre Fayón y Benifallet. Este año la recreación, que cumple su décima edición, se realizará el 29 de julio.

No cabe duda de que Aragón fue escenario de guerra, de la que todavía quedan huellas del pasado y que sirven para no olvidarlas en el presente.