El melocotón de Calanda podría superar su cosecha récord y llegar a 6 millones de kilos

Cuatrocientos temporeros, la mayoría mujeres rumanas, trabajan desde junio en el embolsado de la fruta

Un grupo de temporeras trabaja en el embolsado del melocotón en una finca de Valmuel.
El melocotón de Calanda podría superar su cosecha récord y llegar a 6 millones de kilos
jorge escudero

El melocotón de Calanda podría batir este año su récord de producción, de acuerdo con las previsiones del Consejo Regulador de esta Denominación de Origen. Si la meteorología no juega ninguna mala pasada hasta el final de la campaña, en octubre, la cosecha podría alcanzar o incluso superar el techo alcanzado en 2009, que se situó en 5,5 millones de kilos, y llegar hasta los 6 millones. 


El presidente del Consejo Regulador, Samuel Sánchez, explicó que si todos los factores juegan en favor del melocotón hasta el final de la campaña, se podría superar el máximo registrado. Sánchez señaló que la ausencia de heladas tardías, el buen cuajado del fruto, la escasa incidencia del pedrisco y la disponibilidad de agua de riego auguran una cosecha excepcional.


Samuel Sánchez advirtió, no obstante, de que en un cultivo tan sensible a la meteorología adversa –y en especial al pedrisco–, las expectativas pueden cambiar «de un día para otro». Explicó que en 2013 las previsiones también apuntaban alto pero, finalmente, debido a una plaga de monilla –un hongo que ataca a los frutales– la cosecha con el sello de la Denominación de Origen se quedó en 3,5 millones de kilos.


La sequía, que tanto ha castigado este año a los cultivos de secano, no amenaza la producción de melocotones, porque éstos se producen en regadío y hay agua de sobra en los pantanos de las cuencas productoras: las del Guadalope, Matarraña y Martín.

En estos momentos la cosecha está todavía a medio camino entre la floración y la recolección. Desde el mes de junio se procede al aclareo y embolsado de los melocotones tardíos. Los agricultores del Bajo Aragón turolense han contratado este año a cuatrocientos temporeros extranjeros para realizar estas labores y también la posterior recolección. Su temporada de trabajo puede alcanzar los seis meses.


La gran mayoría de los contratados –en torno al 90%– son mujeres procedentes de Rumanía. Las siguientes nacionalidades son la marroquí y polaca y rusa. Los agricultores confían en estas trabajadoras porque, en la gran mayoría de los casos, acumulan una experiencia de varios años de trabajo en la fruticultura bajoaragonesa y son muy eficientes. 


Samuel Sánchez aclaró, no obstante, que cada año se incorporan más trabajadores españoles a estas labores empujados por las altas tasas de paro. Sánchez reconoció que las trabajadoras rumanas están «muy especializadas y se manejan muy bien en el trabajo». Muchas de ellas llevan una década participando en el embolsado y recogida del melocotón. Una operaria experta puede poner hasta 7.000 bolsas en un día, una cifra que duplica las cifras habituales. 


Un fruticultor de Alcañiz, José Bayod, explicó que los agricultores tienen que contratar operarios en el extranjero porque no encuentran españoles dispuestos a trabajar en el melocotón, una labor «dura, donde se pasa mucho calor y se echan muchas horas». Añadió que a los españoles «solo les interesa el trabajo en almacén, pero no en el campo».