​Casi cuatro años yendo a llenar el cántaro a la fuente

Los 200 vecinos de La Portellada llevan más de tres años sin agua potable en sus casas por la contaminación por nitratos del río Tastavins.

El agua de boca de La Portellada lleva más de tres años contaminada
El agua de boca de La Portellada lleva más de tres años contaminada

El agua de boca del municipio de La Portellada no es potable. La que corre por los grifos de las casas y la escuela contiene un nivel de nitratos tan elevado que dejó de ser apta para beber hace ya más de tres años.


La comunidad europea y el Ministerio de Sanidad español fijan los niveles máximos de nitratos permitidos en aguas destinadas al consumo humano en 50 miligramos por litro. La Agencia para la Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) sitúa el límite en 10 mg/l. El agua de La Portellada, procedente del acuífero del Salto de La Portellada (río Tastavins), supera los 80 miligramos por litro.


En su último informe sobre el Control del Estado de las Masas de Agua, la Confederación Hidrográfica del Ebro culpaba del problema a la ganadería intensiva y a la inadecuada gestión de los purines en una zona saturada de granjas. Los altos niveles de nitratos representan un riesgo para la salud. Además de ser cancerígenos, si se consume agua con altas concentraciones el cuerpo puede desarrollar dificultades para transportar el oxígeno en la sangre. En los niños es especialmente peligroso.


Los 234 habitantes de este municipio turolense casi se han acostumbrado a ir a llenar sus garrafas a la fuente de la plaza, el único punto del pueblo que cuenta con una desnitrificadora y del que sale agua potable. Allí recogen el agua que necesitan para beber, cocinar y lavar los alimentos.

Una catástrofe para el pueblo

Encarna, encargada del establecimiento de turismo rural Casa Miguel, asegura que el problema del agua ha sido una catástrofe para el pueblo. Hace años que no ve turistas. Cuando había agua, recuerda, había siete alojamientos rurales y aunque La Portellada nunca ha sido un destino turístico destacado, todos se llenaban para Semana Santa, verano y puentes importantes.


Ahora solo quedan activos tres de estos alojamientos y sus encargadas reconocen que ya nunca va nadie. "Ni siquiera llaman por teléfono para preguntarnos el precio. Esta última Semana Santa no tuvimos a nadie y antes había lista de espera. Oyen lo de la falta de agua y no vienen", lamenta Encarna. En su casa viven tres personas aunque todos los días se juntan 6 o 7 para comer y necesitan 20 litros diarios de agua. Cuatro garrafas de cinco litros que van a llenar cada día a la fuente de la plaza.


A Pilar Nicolau, propietaria de otra casa rural, le ha pasado lo mismo. Ella y su marido van con la furgoneta a la plaza cada quince días a llenar garrafas y no recuerdan al último turista al que hospedaron. Solo utilizan el agua del grifo para ducharse, fregar los platos y lavar la ropa. Pilar asegura, además, que incluso los propietarios de casas en el pueblo han dejado de veranear en él.


En la escuela los 14 alumnos tienen su propia botella y la van rellenando de las garrafas instaladas en las clases. Cuando se acaban, las maestras avisan al AMPA y los padres van a comprar nuevas a la tienda. El Ayuntamiento las paga después. Este sistema funciona desde hace tres años y en él se han inspirado ahora los maestros de la escuela de La Fresneda, municipio contiguo a La Portellada en el que también se detectaron altos niveles de nitratos hace apenas una semana.


En el caso de La Fresneda parece que el problema no se alargará demasiado porque los niveles de nitratos rozan ya los 50 mg/l. Por eso el alcalde ha optado por subvencionar cincuenta céntimos de una garrafa por persona cada dos días. En este municipio cuentan con un pozo de reciente construcción que se ha empezado a utilizar ahora para tratar de administrar agua menos contaminada.

Llevar el agua desde el Matarraña

En La Portellada no tenían un plan B y tras varios análisis de la Diputación Provincial de Teruel y del Instituto Aragonés del Agua en 2012 se decidió que la mejor solución sería crear una nueva red de abastecimiento para elevar aguas desde el río Matarraña.


En plena crisis el dinero tardó en llegar y no fue hasta diciembre de 2014 cuando el Instituto Aragonés del Agua y el Instituto Aragonés de Fomento acordaron destinar 205.000 euros del Fondo de Inversiones de Teruel a las obras que permitirán a los vecinos de La Portellada volver a beber agua del grifo.


El nuevo alcalde del pueblo, Alfonso Guardia (PAR), confía en que las obras terminen en los próximos meses y en que el pueblo vuelva a tener agua potable para el verano. Los vecinos se muestran escépticos. El agua dejará de llegar del río Tastavins para hacerlo desde el Matarraña, río que suministra a La Fresneda (pueblo contiguo) y donde se detectaron la semana pasada niveles de nitratos también superiores a los 50 mg/l.