Teruel

El tesón de un turolense de 62 años por abrir una quesería: "Ha sido mi ilusión toda la vida y por fin voy a conseguirlo"

Ni su edad ni el accidente que le cortó una pierna ni la maraña burocrática han logrado frenar al ganadero Jesús Tomás en su proyecto profesional

Jesus Cabella, ganadero de cabras de Teruel en su explotacion. Foto Antonio Garcia_bykofoto_2. 19_04_23[[[FOTOGRAFOS]]]
Jesús Tomás, con un cabritillo en sus brazos, en su explotación ganadera de Villaspesa.
Antonio García/Bykofoto

Detrás de Jesús Tomás Calomarde hay toda una historia de superación y grandes dosis de confianza en él mismo. Contra viento y marea, este ganadero, vecino de la pedanía turolense de Villaspesa, está a punto de hacer realidad el sueño de su vida: elaborar queso con la leche de sus cabras. Si todo va bien, pues solo le falta recibir los permisos sanitarios, su quesería empezará a funcionar en menos de dos meses en la vecina localidad de Villel con cuatro puestos de trabajo.

Aunque es consciente de que su recorrido profesional como maestro quesero puede ser más breve que en otras personas de menor edad, para Tomás no es un obstáculo haber cumplido los 62 años. “Ha sido mi ilusión toda la vida y por fin voy a conseguirlo”, señala. “Solo confío -puntualiza- en que alguien venga detrás y me tome el relevo; con eso me sentiré satisfecho”. Y lanza un consejo: “La vida es el día a día y hay que vivirla; no debemos renunciar a nada”.

Tampoco ha sido una rémora para poner en marcha su negocio el accidente que sufrió con 21 años cuando era ferroviario y que le supuso perder una pierna al quedar atrapada esta entre dos trenes en el transcurso de unas maniobras en Sagunto. "Aquel suceso se convirtió en un estímulo para salir adelante que me ha acompañado siempre", recuerda.

Jesus Cabella, ganadero de cabras de Teruel en su explotacion. Foto Antonio Garcia_bykofoto. 19_04_23[[[FOTOGRAFOS]]]
El ganadero, con algunas de las 400 cabras que cuida en Villaspesa.
Antonio García/Bykofoto

Además, no lo tuvo fácil con los trámites administrativos, muy complejos y laboriosos. Aunque no ha logrado poner la fábrica de quesos junto a la granja caprina que tiene en el cinematográfico paraje de la Rambla de Barrachina -escenario frecuente de películas y anuncios publicitarios-, en Villaspesa –lo que hubiera evitado el transporte de la leche–, el Ayuntamiento de Villel –a solo 11 kilómetros– le ha abierto las puertas de su polígono industrial para que ubique allí su industria.

Ha superado también los temores que infunde la actual crisis por la que atraviesa el sector ganadero, transformando en un reto su quesería. "Hoy en día, el valor añadido de la leche está en el queso; es imposible soportar los costes de alimentación y de energía eléctrica en una granja", explica. "O abría la quesería o abandonaba todo; por suerte, en mi familia siempre hemos sabido adaptarnos a las circunstancias y conformarnos con lo que tenemos en este sector tan sacrificado", subraya.

Jesus Cabella, ganadero de cabras de Teruel en su explotacion. Foto Antonio Garcia_bykofoto. 19_04_23[[[FOTOGRAFOS]]]
Jesus Cabella, ganadero de cabras de Teruel en su explotacion.
Antonio García/Bykofoto

En busca de trabajadores

Inició el proyecto hace ya 11 años junto con su sobrina, pero se quedó solo por el camino. Lejos de tirar la toalla, ha continuado con su plan y ahora busca a una familia que quiera compartir con él el trabajo y los beneficios de su granja y su quesería. Tomás tiene previsto contactar con asociaciones de ucranianos en Aragón en busca del perfil laboral que necesita para su industria.

Tomás elaborará queso tierno, semicurado y curado y, a demanda, fresco. Y solo con leche de cabra. "Quiero un queso natural, artesano, sin aditivos, hecho con materia prima de calidad, porque mis cabras solo comen cereales producidos en mi explotación. Sencillamente, queso", explica. Calcula que los 300 litros de leche al día que obtiene de sus animales –casi 400 cabezas– le permitirán fabricar al mes 1.500 kilos de pasta prensada con destino a las distintas variedades de queso.

Cuenta que no le ha sido difícil reunir los 220.000 euros que cuesta poner en marcha su quesería, si bien destaca que en este capítulo ha sido fundamental la subvención que ha recibido de la Asociación para el Desarrollo Rural Integral (Adri) de la Comarca de Teruel y el apoyo del Banco Santander.

Con los pies en la tierra

Lamenta, no obstante, que en las idas y venidas burocráticas hasta poder dar forma y ubicación a su proyecto "se me fueron por el desagüe, como suele decirse, 50.000 euros". Dice que no es un insensato al poner en marcha una quesería en esta época de recesión del sector agrícola y ganadero. "No estoy en una nube, tengo los pies en la tierra. Quiero reforzar la tradición quesera de esta provincia, de la que ya dio fe Cervantes al mencionar el queso de Tronchón en El Quijote".

De hecho, Tomás ha abastecido de leche de cabra durante años a queserías turolenses de renombre, como las de las localidades de Aguilar del Alfambra y Tronchón, hasta que decidió lanzarse a la aventura de convertirse en productor. Para ello y dada su vocación, se ha formado sobre la materia en diversos cursos desarrollados en la provincia y fuera de ella.

Reclama que se cree una "ventanilla única" en la Administración para facilitar a agricultores y ganaderos la consecución de sus proyectos. "A veces, vamos de un lado para otro durante años y sería de agradecer que desde un principio alguien nos dijera si nuestras iniciativas tienen viabilidad o no", destaca.

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