Bronchales: pedicura para ovejas hace 2.500 años

El yacimiento celtíbero del Castillejo aporta el primer pujavante de la historia, utilizado por un pujante pueblo ganadero para cortar las pezuñas de las reses.

Un rebaño de ovejas.
Un rebaño de ovejas.
Laura Uranga / HERALDO

La necrópolis celtibérica del Castillejo de Bronchales sigue dando sorpresas, a pesar de que la superficie excavada solo supone el 2% del total del yacimiento. A la constatación de que los pastores de este enclave ya trashumaban a Jaén en el siglo V antes de Cristo, se suma una reciente investigación que ha permitido identificar la primera referencia arqueológica a un pujavante, una herramienta utilizada, todavía actualmente, para cortar las pezuñas de las ovejas como medida sanitaria. El hallazgo apunta a una sociedad altamente especializada en la producción ganadera y que cuidaba a sus rebaños con una dedicación insólita hace 2.500 años.

La excavación del yacimiento, realizada en 2022 por los arqueólogos Francisco Burillo, Raúl Ibáñez y Jesús Picazo, aportó numerosas piezas del armamento y la indumentaria del siglo V antes de Cristo procedentes de los ajuares funerarios, que incluían broches, fíbulas, corazas y lanzas. También se descubrieron dos tijeras de esquilar en un sorprendente buen estado de conservación así como dos herramientas cuya finalidad los investigadores ignoraban, aunque relacionaban con el mundo ganadero.

Las dos piezas de función desconocida, fabricadas con hierro y de unos 20 centímetros de longitud, presentaban en la empuñadura restos de tejidos que están siendo analizados. Formaron parte de la presentación que Burillo realizó a principios de marzo en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid para divulgar el proyecto de excavación del Castillejo y el futuro Museo Celtibérico de la Trashumancia de Bronchales -una iniciativa incluida en los presupuestos del Estado de 2023 con 800.000 euros a instancias de Teruel Existe-.

Uno de los asistentes, el arqueólogo experto en ganadería, Javier Blaset, constató que una de las dos piezas misteriosas es el primer ejemplo de pujavante que ha aportado la arqueología. Balset aclara que esta herramienta es "esencial en el mundo ganadero, pues el cuidado de las pezuñas de los animales es fundamental para mantener su higiene y bienestar".

El investigador señala que el diseño de los pujavantes tradicionales es "idéntico" al localizado en Bronchales, con el que coinciden en "forma y tamaño". La identificación se ver reforzada por "el contexto" arqueológico. Su presencia en el ajuar funerario indicaría, además, que "la ganadería tendría una importancia enorme como fuente de riqueza" en la sociedad celtibérica que dio lugar al cementerio del Castillejo. Las tres tumbas excavadas apuntan a una sociedad relativamente igualitaria enriquecida por la producción y el comercio de lana hasta el punto de superar en riqueza a sus contemporáneos íberos de Andalucía.

A juicio de Balset, la presencia de tejido en las empuñaduras persigue facilitar el manejo del pujavante sin dañar las manos del pastor y también a una función decorativa. Añade que, probablemente, la herramienta dispusiera de un mango de madera. 

La parte de la empuñadura conservada presenta un diseño "ideal para absorber y repartir la fuerza ejercida" al cortar las pezuñas del ganado lanar. El primer corte se realiza cuando la res alcanza entre tres y seis meses de vida y la operación se tiene que realizar a lo largo de toda la vida por motivos sanitarios.

Francisco Burillo destaca que la presencia en el poblado celtibérico de Bronchales de un "instrumento complejo" como el pujavante apunta a los orígenes de la veterinaria. Resalta el hecho de que este utensilio haya pervivido hasta el presente por su eficacia.

La segunda herramienta de finalidad desconocida sería, en cambio, de uso agrícola, según Javier Balset y se utilizaría como una especie de hoz para cortar lino, una planta que se utilizaba para elaborar tejidos.

Prevención de parásitos

Otra muestra del cuidado "extremo" que los celtíberos de Bronchales tenían con el ganado, como indica Francisco Burillo, es la aparición de una pequeña tijera de esquilar que, de acuerdo a Balset, tendría también una función sanitaria. Este investigador señala que se trata de unas tijeras "tundidoras" que se emplearían para recortar la lana en torno a la cola del animal como medida profiláctica para prevenir el ataque de parásitos.

Burillo señala que la aparición en el yacimiento del Castillejo del primer pujavante de la historia es un indicio del "mimo" con el que los celtíberos de Bronchales trataban a sus rebaños, la principal fuente de riqueza del momento y el nexo que los conectaba con los poblados íberos de Jaén, una provincia a la que, de acuerdo a las pruebas arqueológicos, ya trashumaban, como se hace todavía hoy.

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