negocios con solera

La carpintería de Julio Cruzado sigue abierta desde finales del siglo XIX en Villarquemado

Cuatro Julios Cruzados han pasado por este taller de toda la vida. El actual es el bisnieto del fundador, que aprendió el oficio de su padre.

Julio Cruzado, en su carpintería en Villarquemado
Julio Cruzado, en su carpintería en Villarquemado
H. A.

Como hiciera su padre, su abuelo y su bisabuelo, Julio Cruzado cuarto (porque todos se llaman Julio Cruzado) es quien está al frente actualmente de la carpintería que a finales del siglo XIX abrió el primero de la saga. El oficio fue pasando de generación en generación hasta llegar a este joven de 34 años que lleva dedicándose a ello desde 2005. Antes, se fue a Teruel para estudiar, en principio, Mecánica, porque el mundo del motor es su pasión. Pero, al final, se decantó por la rama de la madera y continuó con el negocio familiar.

El taller donde trabaja ahora está en una nave que su padre construyó cuando el anterior, el de toda la vida, se quedó pequeño. Aquel originario estaba, como solía pasar antiguamente, en los bajos de la vivienda familiar. “De pequeño, recuerdo estar siempre por allí y ver a mi padre trabajar porque para salir de casa había que pasar por el taller”, explica Julio. Cuando se trasladó y él ya era un poco más mayor, siguió yendo como un divertimento. “Pasaba el rato y hacía mis inventos”, recuerda.

"De pequeño, recuerdo estar siempre por allí y ver a mi padre trabajar porque para salir de casa había que pasar por el taller. Pasaba el rato y hacía mis inventos"

Ya en edad adulta, el juego se tornó en trabajo y Julio lleva 18 años dedicándose a la carpintería de forma profesional. Pese a su corta edad, es especialista en trabajos con madera maciza y recibe encargos incluso de Zaragoza, Madrid o Murcia. “Es un material más complicado de trabajar porque tienes que jugar con la propia naturaleza de la madera y con sus movimientos. La forma de trabajo es diferente y tienes que conocer la madera bien porque, si no, el resultado puede no salir bien”, explica este carpintero, consciente de que cada vez hay menos personas cuya especialidad sea la madera maciza. “También me he tenido que adaptar a las tendencias y a las demandas actuales, que van más hacia los tableros aglomerados”, reconoce. 

Además, hay parte de su trabajo que es más un servicio para el pueblo que un negocio, como son los pequeños arreglos de persianas o puertas que rozan en el suelo. También fabrica y monta muchas puertas interiores y exteriores, así como ventanas, mesas, barandillas para escaleras y muebles en general. “Trabajo en todos los sitios donde puedo pero, sobre todo, me muevo por la provincia de Teruel”, explica Julio. 

Por motivos personales, ha viajado a Londres, Nueva York o Toronto, por citar algunas de las grandes ciudades que ha tenido la suerte de ver. Pero cuanto más viaja más se ratifica en que su lugar está en Villarquemado. “Tanto a nivel laboral como de ocio aquí tengo lo que quiero. Valoro mucho más tener todo cerca, la humanidad de la gente, conocerse entre todos. En el pueblo te quedas sin huevos y no es que le pidas uno al vecino, es que probablemente tenga gallinas y te dé una docena”, dice.

"Valoro mucho más tener todo cerca, la humanidad de la gente, conocerse entre todos. En el pueblo te quedas sin huevos y no es que le pidas uno al vecino, es que probablemente tenga gallinas y te dé una docena

En lo profesional, Julio asemeja su papel al de un sastre. “Igual que ellos hacen los trajes a medida, yo fabrico cosas que no se encuentran en las tiendas y que se salen un poco de la normal”, explica. Por eso, las grandes superficies como Ikea o Leroy Merlín no han influido tan apenas en su trabajo. “Esta profesión, sobre todo si se hacen cosas especiales, siempre hará falta porque estos grandes centros nunca tendrán soluciones tan personalizadas como las que yo ofrezco”, añade. 

Desde hace mucho tiempo trabaja solo en la carpintería. Por un lado para abaratar costes y, por otro, porque le resulta complicado encontrar a gente joven que quiera y sea capaz de trabajar como carpintero. “Encontrar a alguien que se pueda quedar solo para sacar el trabajo adelante es difícil. Las máquinas que se usan son un tanto peligrosas porque en todas te puedes cortar o hacer daño y hay que ir con mucho cuidado”, indica. 

Con muchos años de trabajo autónomo a sus espaldas, Julio tiene claro que la clave del éxito es echar muchas horas y estar siempre innovando para hacer las cosas mejor y más rápido. “Te encuentras de todo pero la gente es cada vez más exigente y también algo egoísta”, apunta. Las nuevas tecnologías son sus aliadas y, ahora, en el taller hay máquinas y ordenadores que le facilitan la vida en algunas tareas. Pero lo que no ha cambiado es el trabajo delicado y personalizado y el respeto con el que Julio, como ya lo hicieran su padre, su abuelo y su bisabuelo mira, entiende y trata la madera.

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