Ingenieros de Aragón lamentan el derribo de la chimenea de la central de Andorra

Se trataba de la tercera infraestructura más alta del país y "último símbolo de la historia del desarrollo minero" de la provincia turolense.

La chimenea de la central de Andorra, con 343 metros, es la tercera estructura más alta del país.
La chimenea de la central de Andorra, con 343 metros, es la tercera estructura más alta del país.
Tomás Santos

La demarcación aragonesa del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos ha lamentado el derribo, este jueves, de la chimenea de la central térmica de Andorra (Teruel), la tercera infraestructura más alta del país y "último símbolo de la historia del desarrollo minero" de la provincia turolense.

En un comunicado, esta organización colegial critica la "celeridad" del proceso de demolición de todas las instalaciones de la central de Andorra, que comenzó la pasada primavera con la voladura controlada de sus tres torres de refrigeración, "transformando una infraestructura industrial emblemática, de gran valor ingenieril, en 37.000 toneladas de escombros".

"¿Hemos reflexionado lo suficiente sobre qué significa esta demolición?", se preguntan los ingenieros aragoneses, para quienes la voladura de la chimenea de la central, de 343 metros de altura, más que los que tiene la Torre Eiffel de París, supone una "pérdida de oportunidades" para proteger y difundir el patrimonio de obra pública del siglo XX en España.

Tras resaltar que la Constitución exige a los poderes públicos garantizar la conservación del patrimonio artístico, histórico y cultural, destacan que a pesar de ser de menor envergadura y de haber cerrado antes que la de Andorra, las centrales de Aliaga y Escucha se han conservado e incluido en el patrimonio cultural aragonés.

No deja de resultar curioso que la central térmica de Andorra, que supuso el 40 % del PIB de la provincia, y su chimenea de 343 metros como último símbolo de la historia del desarrollo minero de Teruel, vaya a desparecer del paisaje simplemente por querer abordar una transformación energética teórica hacia formas de producción más sostenibles, sin analizar su valor patrimonial ni poner en contexto otras instalaciones similares", subraya la organización colegial.

Destacan los ingenieros que el Ayuntamiento de Zaragoza protegió las chimeneas de la avenida de Ranillas y de la plaza Utrillas, a pesar de que el desarrollo urbanístico tuvo que adecuarse a ellas.

"En definitiva, digamos adiós a la central térmica de Andorra, sin tener tiempo para reflexionar si procede mantener nuestro patrimonio ingenieril, nuestra historia, sin poder trasladar a las generaciones posteriores cómo generábamos energía y cuál fue el sustento de la provincia", concluyen.

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