Recorre 15.200 kilómetros para fotografiar todas las ermitas de la provincia de Teruel

De los 691 santuarios existentes, cerca de 200 están en mal estado y, de estos, 63 presentan ruina total

Ermita de San Miguel en Alcañiz.
Ermita de San Miguel en Alcañiz.
A. F.

Antonio Fontenla, un ingeniero de minas ya jubilado y vecino de Utrillas, ha dedicado los últimos cinco años a recorrer la provincia para fotografiar y documentar todas las ermitas que existen en cada una de sus diez comarcas. El resultado es un inventario digital que recoge la ubicación y principales características de un total de 691 santuarios. 

El trabajo ha sido publicado por partes y de forma periódica en las redes sociales, pero su autor lo ha ofrecido ahora a diversas instituciones con el fin de alcanzar un acuerdo que permita convertir en un libro su periplo por los más intrincados caminos de tierra en busca de oratorios.

"Al jubilarme, me vi con demasiado tiempo libre. Me gusta mucho la fotografía, así que no me lo pensé dos veces, me colgué la cámara al hombro y empecé a captar imágenes de todas las ermitas turolenses", explica. 

Para ello, acudió al Sigpac, un sistema de información geográfica de parcelas agrícolas que ofrece el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación cuyas fotos aéreas le permitieron localizar todo tipo de construcciones. Después, se cercioró de la realidad de cada hallazgo acudiendo a las páginas web de cada ayuntamiento y solicitando información añadida en los consistorios.

Su aventura no ha sido fácil y los datos hablan de ello. En estos cinco años ha hecho 15.200 kilómetros en coche y ha tomado cerca de 13.300 fotografías. "A todas las ermitas no se puede llegar en vehículo, muchas veces tenía que terminar el recorrido a pie, metiéndome por senderos recónditos y estrechos en los montes. En estos casos, lo primero que hacía era llamar a mis familiares para avisarles de que estuvieran al tanto por si me pasaba algo", recuerda.

En el punto más alto

Todas las ermitas dedicadas a Santa Bárbara y San Cristóbal están en los puntos más altos de los municipios y no siempre el acceso es sencillo. "Cuando encontraba una con esta advocación, ya me entraban sudores, seguro que tenía ante mí una buena caminata", señala Antonio Fontenla.

Él ha sido el primer sorprendido por el elevado número de ermitas que se levantan en los pueblos de la provincia, casi 700. La comarca con más número es, debido a su mayor extensión, la Comunidad de Teruel, con 129 ejemplos. Le sigue el Jiloca, con 101; Gúdar-Javalambre, con 91; el Maestrazgo, con 69; Albarracín, con 68; el Bajo Aragón y las Cuencas Mineras con 60 cada una; el Matarraña, con 43; Andorra-Sierra de Arcos con 38; y el Bajo Martín con 18 santuarios.

Su trabajo quiere ser también una llamada de atención a las distintas administraciones sobre el mal estado en que se encuentran buena parte de estas construcciones religiosas y el riesgo de que acaben desapareciendo. 

De las 691 ermitas, 492 reúnen buenas condiciones, pero el resto, 199, necesitan actuaciones de conservación con urgencia. Algunas de estas últimas, aunque muy pocas, ya están en proceso de restauración, pero la gran mayoría no ha tenido esta suerte y amenazan con convertirse en un puñado de escombros en poco tiempo. 

Un total de 63 santuarios son ya irrecuperables, al haber perdido el tejado y gran parte de sus elementos estructurales. Así ocurre, por ejemplo, con el santuario de la Masía Nueva, en la Venta de Muniesa.

Antonio Fontenla detalla que hay al menos una docena de ermitas que han acabado siendo utilizadas como almacén agrícola, tal y como ocurre en el santuario de San Blas en Cuevas de Cañart o en el de Santa Bárbara en Utrillas. Otras, lamentablemente, han sido víctimas de una errónea restauración que las ha convertido en edificios modernos.

Imágenes "impresionantes"

Las hay "impresionantes", como la del barrio La Estrella de Mosqueruela, tanto por sus dimensiones como por la buena factura de sus muros de piedra. Muy curiosa resulta la ermita de Santa Bárbara en La Fresneda, cuyo entorno está rodeado de signos indescifrables grabados en rocas y donde existe una gran espiral hecha con piedras en el suelo, lo que indica que el lugar sigue siendo muy especial para diversas culturas o colectivos de personas.

Fontenla lamenta que el gasto de gasolina para llevar a cabo su proyecto ha sido «terrible», tanto que prefiere no hablar de ello. Con la distancia recorrida, este ingeniero de minas jubilado podría haber ido hasta Papúa Nueva Guinea o ir y volver a Alaska. Pero no se arrepiente de su decisión. "Yo quería reunir información sobre el valioso patrimonio de ermitas que tenemos en la provincia y que todo el mundo pudiera verlo; es mi legado a la población", explica.

Según cuenta, el peregrinaje por los santuarios turolenses le ha permitido descubrir parajes de gran belleza y ya solo por ello su curiosa iniciativa "ha valido la pena".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión