Teruel

Albarracín tiene ya más plazas hoteleras que vecinos y el centro está ocupado por turistas

Expertos en patrimonio alertan del riesgo de que el casco histórico, uno de los más bellos de Teruel, se convierta en un "decorado de cartón piedra"

Alumnos del Curso de Paisaje Cultural de Albarracín, con el casco histórico de la ciudad al fondo.
Heraldo

La gran afluencia de turismo que registra Albarracín, con esperas de hasta 20 minutos para aparcar y entrar al pueblo en momentos puntuales, amenaza la pervivencia de su conjunto histórico, el único en el medio rural de la provincia de Teruel dotado de un plan especial de protección. Así lo ha advertido la Fundación Santa María de Albarracín, experta en conservación de patrimonio, tras la celebración de un curso sobre paisaje cultural que ha reunido a una quincena de arquitectos, geógrafos e historiadores.

La localidad, con apenas 1.000 habitantes, cuenta, sin embargo, con 1.600 plazas de alojamiento y 1.300 de restaurante que se llenan por completo los fines de semana y puentes festivos. En contraste con esta situación, como explica el gerente de la fundación, Antonio Jiménez, resulta difícil encontrar un lugar en el que comer o cenar durante los días laborables porque muchos establecimientos están cerrados.

Las jornadas han desarrollado su parte teórica en uno de los espacios del antiguo Palacio Episcopal.
Las jornadas han desarrollado su parte teórica en uno de los espacios del antiguo Palacio Episcopal.
Heraldo

“Albarracín ha entrado en una dinámica turística y festiva que hace que entre semana no haya servicios”, alerta Jiménez, quien, no obstante, atribuye parte del problema a la falta de personal en el sector de la hostelería. A su juicio, la escasez de vivienda de alquiler o en venta, al estar dedicadas la gran mayoría de las casas a apartamentos turísticos y segundas residencias, está también en la base de la carencia de nuevos empleados, pues quienes vienen de fuera no tienen dónde alojarse.

El casco histórico se vacía

Según Jiménez, el centro histórico "se está vaciando de vecinos", lo que resta dinamismo a la localidad. “Es formidable que vengan turistas, pero no puede existir un monocultivo económico que expulse al lugareño”, subraya el gerente de la Fundación Santa María de Albarracín.

La arquitecta Ana Almagro, codirectora junto con Patricia Hernández del Curso de Paisaje Cultural desarrollado en Albarracín, alerta de que "son los vecinos los que aportan vida a un casco histórico, pues gracias a ellos hay colegio, supermercado o panadería". En su opinión, "hacen falta políticas municipales" que regulen la distribución de casas turísticas de forma que estas no predominen sobre los hogares vecinales.

"Queremos un Albarracín vivo, no un conjunto histórico de cartón piedra que solo tenga actividad los fines de semana”, reclama Almagro. La arquitecta, que es miembro del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), estima que el Ayuntamiento debe buscar solución a la falta de vivienda para residentes habituales en la localidad.

Desde el Ayuntamiento de Albarracín comparten la preocupación por los efectos que pueda producir la masificación del turismo en la ciudad. El segundo teniente de alcalde y concejal de Patrimonio, Cultura y Turismo, José Luis Almazán, explica que el Consistorio estudia una modificación del Plan General de Ordenación Urbana que limite el número de viviendas de uso turístico. “No queremos un conjunto histórico de museo, queremos un municipio con actividad constante”, dice Almazán.

Cuantiosos beneficios

Por contra, como admite Antonio Jiménez, la llegada de turismo reporta a Albarracín importantes beneficios económicos. A falta de una actualización de datos, en 2004 los visitantes dejaron más de 8 millones de euros de ganancias. El Ayuntamiento reguló recientemente las zonas de aparcamiento aplicando tarifas de pago y ahora obtiene de ello anualmente casi 250.000 euros. Estacionar un día en Albarracín cuesta 4 euros;72 horas tienen un precio de 7 euros; y una semana vale 17 euros.

las jornadas sobre paisaje cultural también han puesto sobre la mesa la necesidad de armonizar con el conjunto histórico el resto del municipio. Ana Almagro lamenta que la zona de la Vega, donde se encuentran los aparcamientos, “se está hormigonando” mientras que la localidad crece urbanísticamente por el área del Arrabal –allí está el polideportivo, la residencia de mayores y el colegio– “sin contemplar el componente paisajista”. Los organizadores del curso piden la formación de equipos de expertos para prevenir afecciones al patrimonio en los cascos históricos, al ser estos “uno de los grandes recursos en la activación de la España despoblada”, subraya Jiménez.

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