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Los laberintos pictóricos de Álvaro Lombarte, en La Fresneda

El artista alcañizano expone su obra más reciente en una galería de la localidad del Matarraña

Álvaro Lombarte, con algunas de sus obras, en la galería de Carlo Wachs y Esther Hofmann.
Álvaro Lombarte, con algunas de sus obras, en la galería de Carlo Wachs y Esther Hofmann.
M. A. M.

El pintor Álvaro Lombarte ha elegido la tierra que le vio nacer y en la que de niño pasó los veranos para mostrar su trabajo más reciente, una colección de pinturas acrílicas sobre lienzo, cartón o papel reciclado con las que quiere transmitir al espectador sus ansias de libertad, su montaña rusa emocional, sus sueños y su búsqueda de la verdad a través del arte, a veces por estrechos y laberínticos caminos.

En La Fresneda, un municipio de 500 habitantes en el corazón del Matarraña, el artista expone una treintena de obras de temática variada, oscilante entre el paisaje, el retrato y la geometría, pero con la admiración por la naturaleza y el ser humano como uno de sus denominadores comunes. Rostros, animales, bosques, imágenes oníricas germinadas en su cerebro, se suceden en los cuadros que cuelgan de las paredes de ‘Galería/22’, la casa que los mecenas suizos Carlo Wachs y Esther Hofmann ponen a disposición de los artistas para que muestren su trabajo.

Lombarte, junto a dos de sus obras de gran tamaño en la exposición.
Lombarte, junto a dos de sus obras de gran tamaño en la exposición.
M. A. M.

Nacido en Peñarroya de Tastavins, pero trasladado pronto a Alcañiz junto con su familia, Lombarte explica que aquellas estancias veraniegas en el Matarraña alimentaron su espíritu y le conectaron con la magia de los pueblos de esta comarca turolense. Así, su memoria sigue impregnada “de las vivencias, colores y paisajes” de este territorio. “Esos recuerdos siguen endulzando mi presente”, subraya.

La colección que ha llevado a La Fresneda se gestó entre 2019 y 2022. Explica que la pandemia de coronavirus aparece en ella muy bien reflejada “con muchas incógnitas y preguntas y con motivos icónicos para mí, como laberintos y embudos, que guardan un significado profundo, aún no resuelto, y que siguen inspirándome”. Define su pintura como “narrativa”, siempre intentando dialogar con el espectador. “También hay geometría -aclara- pero dispuesta en todo momento a aportar un contenido y un contexto”.

Álvaro, Esther y Carlo.
Álvaro, Esther y Carlo.
M. A. M.

El sentimiento de protección hacia la naturaleza así como la idea de la fusión irremediable entre ella y el hombre aparecen en algunos de sus cuadros, como aquellos que representan formas reconocibles compuestas a partir de peladuras. Lombarte también es consciente de la necesidad de salvaguardar el frágil patrimonio arquitectónico de los pueblos y por ello presenta la imagen de la Plaza de La Fresneda (que el director Vicente Aranda hiciera famosa en 1996 con su película ‘Libertarias’) recubierta de plástico de embalaje con burbujas.

Como le ocurriera con sus personajes al escritor Miguel de Unamuno, la obra de Álvaro Lombarte acaba cobrando vida propia e imponiéndose a su creador, adquiriendo poder frente a él y conduciendo y manipulando su actividad artística. “Hace falta valor para asumir el reto, superar el vértigo y seguir”, advierte el artista.

“La obra finalizada, fiel continente de todo lo sentido y vivido en el proceso creativo, se muestra, no obstante, independiente al cuerpo, la emoción y la materia que la conforman y la hicieron posible, he aquí el gran misterio”, se sorprende el propio artista, quien confiesa que su objetivo es no dejar indiferente al visitante con su exposición.

Con 10 exposiciones individuales y 20 colectivas en su haber a partir de 1970, formado profesionalmente en la Facultad de Bellas Artes San Jorge de Barcelona -donde creó un grupo con Isidro Mateo, Miquel Barceló, Francesc Capdevila “Max” y otros- y en la Academia Estudi d´Art dirigida por Miguel Barneda de la misma ciudad, Álvaro Lombarte persigue todavía, como un reto, avanzar en la pintura, conocer las entrañas del arte y descubrir qué hay detrás de una idea pictórica.

Por amor al arte en el pueblo azul

Wachs y Hofmann llegaron a La Fresneda hace 16 años, enamorados del paisaje y la arquitectura del Matarraña. “Llamamos a esta localidad el pueblo azul porque, cuando lo conocimos, todas las fachadas de las casas eran de ese color; nos gustó muchísimo, nos encantó, porque es muy bonito, y compramos una vivienda”, dice Esther.

Pese a las lógicas dificultades con el idioma, pues su lengua materna es el alemán, Carlo y Esther, ambos jubilados, hacen un balance “muy positivo” de su experiencia como galeristas de arte. “La galería es nuestro hobby; no preguntamos nada al artista, es una invitación para que exponga sus obras y todo lo que obtiene, si vende algo, es para él. Nosotros estamos jubilados y no necesitamos dinero”, explican. La primera exposición en la casa fue en 2016 y desde entonces más de diez artistas han pasado por ella.

Lombarte, agradecido a Carlo y Esther por la oportunidad de dar a conocer sus obras en el Matarraña, se muestra contento tras haber vendido varios de sus trabajos expuestos, en especial sus serigrafías, con las que intenta “democratizar” el arte, ya que su bajo precio hace posible su adquisición a bolsillos de muchos tamaños.

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