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Cañada Vellida construye sus primeras viviendas en 40 años con los ingresos de las renovables
El Ayuntamiento de la localidad turolense levanta cuatro apartamentos, con un coste de 500.000 euros, con la esperanza de que lleguen vecinos
Los frutos de los 16 aerogeneradores y el parque solar instalados en el término municipal de Cañada Vellida empiezan a ser visibles en este municipio de 38 vecinos situado en el gélido altiplano turolense. El Ayuntamiento construye cuatro apartamentos con garaje y punto de recarga eléctrica cuyo coste, medio millón de euros, se financia con los ingresos que le reportan las plantas productoras de energías renovables. Son las primeras viviendas que se levantan en el pueblo desde hace, al menos, 40 años.
El proyecto no acaba ahí. Junto a estas casas, el Ayuntamiento ha empezado a construir un área recreativa con pistas de pádel y de petanca, mesas de pin-pon y una zona para merendar. Ya está hecha la explanación y espera que el próximo mes de agosto los veraneantes, que multiplican súbitamente la población de Cañada Vellida, puedan disfrutar de este parque.
El alcalde, Miguel Morte, destaca que hace solo unos años, sin los beneficios de las eólicas y fotovoltaicas, hubiera sido "impensable" afrontar la construcción de cuatro nuevas viviendas, "y menos aún todo el proyecto de golpe y sin recurrir a préstamos". "Antes –aclara–, hubiéramos tenido que hacer la obra por fases, dependiendo de los recursos propios que tuviéramos o de las ayudas recibidas, mientras que ahora estamos pagando, como suele decirse, ‘a tocateja’".
El pueblo ha recaudado en los últimos seis años 800.000 euros de dos licencias concedidas para la instalación de plantas de energía renovable e ingresa anualmente alrededor de 130.000 euros por el canon que pagan las empresas implantadas en el término municipal. Según explica Morte, el presupuesto municipal ronda ahora los 400.000 euros cada año, "cuando antes alcanzaba a duras penas los 100.000 euros".
Los bolsillos de la mayor parte de los vecinos también han mejorado, al haber alquilado, para las instalaciones, terrenos agrícolas poco productivos de los que obtienen ahora mil euros por hectárea al año. Un total de 110 hectáreas –el 6% del término municipal– están ocupadas por molinos de viento o placas fotovoltaicas.
El objetivo de los nuevos apartamentos es atraer familias al pueblo. El alguacil de Cañada Vellida, Manuel Mateo, explica que la Vivienda de Uso Turístico (VUT) que hay en la localidad –el único alojamiento– se llena entre semana con empleados de mantenimiento del parque eólico. "Es fácil que, con las nuevas viviendas, alguien se decida a venir", destaca Mateo, quien puntualiza que en las últimas cuatro décadas se han reparado casas, pero nunca hasta ahora se habían visto grúas para la construcción de pisos de nueva planta.
De los 38 vecinos, solo hay siete en edad activa y se dedican a la agricultura y la ganadería. El resto están jubilados. Por falta de niños, el colegio se cerró hace ya tres décadas. "Con los molinos está entrando dinero al pueblo; yo, probablemente, ya no lo veré, pero cuánto me gustaría que un día volviera a abrirse la escuela", cuenta Ezequiel Morte –uno de los pensionistas–, mientras juega una partida de cartas en el bar.
"Yo veo más movimiento en Cañada Vellida desde que tenemos las renovables y confío en que vengan vecinos", afirma Luis López, otro de los participantes en la partida de cartas. El tercer compañero de naipes, Domingo Mateo, aprueba que los primeros beneficios de las renovables sirvan para construir casas nuevas. "Son muy necesarias, porque las que hay no están en buenas condiciones y hace falta que venga gente a vivir", subraya este vecino.
