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El crecimiento de Teruel, centrado en el Ensanche
El desarrollo urbanístico de Teruel de los últimos 40 años coincide, prácticamente, con la
vigencia del PGOU de 1985, ahora en revisión. La capital turolense ha ampliado el suelo
ocupado por encima de las necesidades derivadas de su modesto crecimiento demográfico.
El desarrollo de Teruel en los últimos cuarenta años es la historia de una obsesiva carrera hacia el sur, una zona extensa y plana de fácil urbanización que, a partir del primer y segundo Ensanche preexistentes, se ha ocupado en sucesivas etapas hasta completar la colmatación de La Fuenfresca y del Polígono Sur. La expansión meridional ha vaciado el Centro Histórico, que solo retiene ya al 10% de la población total, y ha concentrado al otro lado de los viaductos al 50% de los turolenses.
La inauguración del Nuevo Viaducto de Teruel en 1994 por el entonces ministro de Fomento, Josep Borrell, dio otro empujón a la ampliación del Ensanche hasta el punto de que el crecimiento urbano se ha topado con los límites de la planicie, la variante de la N-234 y el tapón urbanístico formado por las instalaciones deportivas de Los Planos y por Dinópolis.
Pero la ampliación del suelo urbano no se corresponde con el crecimiento de la población, que se ha quedado muy por debajo de las previsiones del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1985, que puso orden en el urbanismo heredado del franquismo y ha regido la evolución de la ciudad desde la aprobación del Estatuto de Autonomía hasta la actualidad. Los sucesivos intentos del Ayuntamiento para revisar el PGOU, ya caduco, se han saldado con sonoros fracasos tras un desembolso de medio millón de euros. Tras los dos intentos fallidos, un equipo municipal ha tomado las riendas para poner al día el planeamiento de la ciudad.
El arquitecto y urbanista José María Sanz, que ha realizado un análisis de la evolución urbana desde la Guerra Civil al presente, recuerda que el PGOU de 1985, redactado por María Pilar Sancho, preveía, en una estimación conservadora, que la ciudad alcanzara los 34.000 habitantes en 2000 y, en una previsión optimista, los 47.000. La realidad es que el cálculo más cicatero no se cumplió hasta 2007 y el más optimista ni siquiera se contempla en el nuevo PGOU, en redacción y que tendrá una vigencia prevista hasta 2039.
Sanz señala que en los últimos 40 años el Centro Histórico, una "joya" urbanística, «"ha mejorado mucho" al pasar de un barrio invadido por los coches y pavimentado con asfalto a un espacio prácticamente peatonal y con firme adoquinado. Han ayudado a mejorarlo las reformas promovidas por la DGA de las plazas del Torico y del Mercado, así como el Óvalo y la Glorieta. Los dos ascensores que, desde principios del siglo XXI, comunican San Julián y la estación de tren con el centro urbano –contemplados en el PGOU de 1985– han facilitado la accesibilidad entre los barrios situados a cota más baja y el centro urbano.
La intervención de las Administraciones supramunicipales condicionando la evolución de la ciudad es una constante que recalca Manuel García Márquez, estudioso del urbanismo de Teruel. "Las decisiones tomadas desde otras instancias han tenido un impacto tremendo en la ciudad", dice García Márquez, y pone como ejemplos el Nuevo Viaducto, Platea, el polígono de viviendas de La Fuenfresca o, más recientemente, el aeropuerto y el nuevo hospital del Planizar. Coincide con José María Sanz en que el notable crecimiento en la extensión ocupada registrado en las últimas cuatro décadas no se corresponde en absoluto con el incremento poblacional, muy modesto –el 21% en 40 años–.
Otra coincidencia de los dos expertos es la proliferación incontrolada de la edificación ilegal en el entorno urbano, taponando alguna de sus vías de crecimiento con una ocupación anárquica del terreno y disparando los costes de prestación de los servicios. Sanz considera que el Ayuntamiento ha sido "excesivamente blando" con la construcción ilegal, y "se le ha ido de las manos". Según el último censo, la capital está rodeada por un cinturón de 1.063 edificaciones ilegales. Su ordenamiento es un reto mayúsculo para el nuevo PGOU.
El Viaducto, la clave del desarrollo
El Nuevo Viaducto de Teruel, inaugurado en 1995 por el entonces ministro de Obras Públicas, Josep Borrell -ahora alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores-, ha sido una infraestructura decisiva para la expansión de la ciudad hacía el Ensanche. Costó 1.000 millones de pesetas –seis millones de euros– y las obras duraron cinco años.
La Vía Perimetral de Teruel, rebautizada como Ronda de Manuel Pertegaz en homenaje al insigne modisto de Olba, será el eje de crecimiento futuro de la ciudad, según las previsiones del avance de la revisión del Plan General de Ordenación Urbana de Teruel (PGOU) para los próximos 20 años. En torno a esta vía de circunvalación de la capital, inaugurada en 2008, se sitúan las cinco bolsas de suelo urbanizable previstas, con una capacidad de 2.406 nuevas viviendas. El modelo urbanístico aplicado en la renovación del planeamiento es de "ciudad compacta", que frena la expansión para contener los costes de urbanización y de prestación de servicios. El Colegio de Arquitectos advierte, no obstante, de que la complicada orografía del entorno de la Vía Perimetral puede complicar el desarrollo urbano.
![Aeropuerto de Teruel /2022-03-28/ Foto: Jorge Escudero[[[FOTOGRAFOS]]]](https://imagenes.heraldo.es/files/image_990_556/uploads/imagenes/2022/04/17/aero.jpeg)
La entrada en servicio del aeropuerto en 2013 ha potenciado el desarrollo industrial hacia el norte de la ciudad. Dedicado al mantenimiento y desmantelamiento de aviones, abre nuevas expectativas económicas y de innovación –es la base para reivindicar para Teruel la sede de la Agencia Espacial Española–.
