Teruel

Los turolenses despiden con el típico regañao su segundo año sin Vaquilla

Las calles, llenas de peñistas, charangas y toros ensogados antes de la pandemia, estuvieron desiertas este lunes

Las panaderías de Teruel vendieron ayer cientos de regañaos, la merienda típica de la tarde toro ensogado.
Las panaderías de Teruel vendieron ayer cientos de regañaos, la merienda típica de la tarde toro ensogado.
Javier Escriche

Los turolenses dijeron este lunes adiós a su segundo año sin Vaquilla con las calles de la ciudad desiertas y el único consuelo de compartir con los familiares más allegados o los amigos más cercanos, en casa o en la terrraza de un bar, el típico regañao. La capital provincial ofreció durante toda la jornada una imagen bien distinta a la que proporcionaban las Fiestas del Ángel antes de la pandemia de covid, cuando el Centro Histórico se llenaba de gente siguiendo a las charangas a la espera de poder correr por la tarde junto al tradicional toro ensogado.

Ante la ausencia de actos, muchos vecinos optaron este año por escaparse a la playa o a la montaña durante los tres días que hubiera durado la Vaquilla. A esta desbandada de ciudadanos se sumó este lunes que la mayor parte de los comercios estaban cerrados al ser fiesta en el calendario, lo que hizo que Teruel pareciera vacía. Solo en el centro neurálgico, la plaza del Torico y la calle de San Juan, podía verse a algunas personas ocupando mesas de los bares.

Por el contrario, la fila para comprar ‘regañaos’ en los pocos establecimientos que ofrecían esta merienda típica de la tarde de toros ensogados era enorme. En uno de ellos, el Horno Santa Cristina, acabaron con todas las existencias antes de la una de la tarde y el dueño, Javier Garzarán, tuvo que salir a la calle para advertir de que ya no quedaba ninguna unidad cuando todavía una veintena de clientes aguardaba su turno.

Según Garzarán, su establecimiento vendió ayer a particulares alrededor de 900 regañaos, un 10% más que un lunes de Vaquilla prepandemia. Sin embargo, perdió la distribución de este pan de cañada con jamón, panceta o sardina a las peñas vaquilleras, que en circunstancias normales le hubiera obligado a elaborar de 4.500 a 5.000 unidades más. Para el dueño de esta céntrica panadería, el aumento en el consumo de este producto a nivel familiar en el que hubiera sido el día grande de las fiestas se debe a que "este año, el único recuerdo que nos va a quedar de la Vaquilla es el regañao".

El museo vaquillero, un éxito

También el Museo de la Vaquilla, remodelado hace unos meses, ha ayudado a los turolenses a mitigar la pena por la ausencia de fiestas. En solo 10 días, del 2 al 11 de julio, este espacio, que incluye una reproducción a tamaño natural del Torico y carteles de los festejos de la ciudad desde 1935, ha recibido 1.130 visitantes.

Para evitar que se produjeran aglomeraciones, el Ayuntamiento de Teruel y la Subdelegación del Gobierno desplegaron, desde el pasado viernes hasta ayer, un fuerte dispositivo de seguridad que contó con la participación de alrededor de 200 agentes de la Policía Local y Nacional. Sin embargo, la normalidad y la ausencia de incidentes de gravedad ha sido la nota dominante.

Fuentes policiales destacaron que "muchos turolenses" se han ido fuera estos días y la ciudad ha registrado la actividad de un fin de semana de verano normal, con turistas y poca población, lo que ha hecho, incluso, que haya habido más plazas de aparcamiento libres en las calles que habitualmente.

La Policía Local realizó este domingo 150 pruebas de alcoholemia y detección de drogas que no arrojaron ningún caso positivo y lo mismo ocurrió con los test efectuados el pasado sábado. Por su parte, la Guardia Civil llevó a cabo un total de 113 controles de alcohol y estupefacientes que, igualmente, dieron negativo en todos los casos.

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